Elecciones 2024: ¿Riesgos contenidos?
Hace poco comentaba que los mercados financieros ven casi resuelta la elección presidencial de México en 2024. Es temprano todavía. La política es incierta.
Por ahora, las preguntas que los inversionistas nos hacen sobre la elección giran más bien alrededor de la potencial presidencia de Claudia Sheinbaum, toda vez que las encuestas muestran una clara ventaja frente a la candidata de la oposición, Xóchitl Gálvez.
En Brasil, es inevitable hacer la comparación con Dilma Ruosseff que recibió un gobierno popular después de dos turnos de Lula da Silva, pero que eventualmente tomó malas decisiones en varios planos de política económica, terminando en recesión y crisis, y su presidencia acabó en un impeachment y en la ignominia. Yo suelo decir que esa comparación no es válida ya que cada país tiene sus particularidades y que AMLO está lejos de ser Lula. AMLO en todo caso se parece más a Bolsonaro. Pero ese no es el tema.
Queda claro que Claudia Sheinbaum es una incógnita para todos. Como Jefa de Gobierno de la Ciudad de México deja muchas dudas, aunque se está vendiendo como una gobernante pragmática y cercana a la clase empresarial, que podrá lidiar con las presiones de Estados Unidos, vengan de Donald Trump o de quien esté en la presidencia en 2025. Que va a poder atraer inversiones suficientes aprovechando el nearshoring y que mantendrá las finanzas públicas sanas. Continuidad con cambio, dicen. Habrá que ver cómo lo hará, ya podremos conocer propuestas concretas una vez que inicien las campañas.
Sin embargo, creo que vale la pena discutir riesgos políticos que los mercados no están considerando por ahora y que comento con los inversionistas cuando tengo oportunidad. Uno de ellos es la posibilidad de que Morena arrase en las elecciones como indican algunas encuestas y que llegue a consolidar la mayoría calificada en el Congreso. En ese escenario, creo que la tentación del nuevo gobierno de hacer cambios de gran calado en materia constitucional va a ser inevitable, como lo son los cambios en el Poder Judicial e incluso posible la reelección presidencial. El famoso Plan C. El potencial daño institucional que podría derivarse de ello sería importante y los mercados tendrían que reaccionar en consecuencia. Sin embargo, creo que es un escenario distante.
Un segundo riesgo, que me parece un poco más probable, es que la oposición logre cerrar la competencia y llegue a estar más cerca de una victoria. Si el Frente Amplio logra una victoria dudo mucho que el régimen actual conceda la derrota. Existe la posibilidad que se dude del resultado, derivando en una crisis política que, nuevamente, llevarían a los mercados a reaccionar de manera muy negativa. Suena difícil, pero no imposible.
Los dos son escenarios de cola. Les veo una probabilidad muy pequeña. El escenario base es, por ahora, una victoria de la candidata oficial, pero con un Congreso suficientemente dividido que permita mantener los balances institucionales en su lugar y que permita que la política siga siendo el mecanismo para llegar a soluciones consensuadas. Eso va a ser muy importante.
El próximo gobierno tendrá que lidiar con una consolidación fiscal que incluya solucionar los problemas de deuda de Pemex y su rentabilidad, incrementar la infraestructura pública para aprovechar la oportunidad del nearshoring, solucionar el problema de abastecimiento de medicinas y servicios de salud y combatir el crimen organizado, temas que deja pendientes la actual administración.
Claudia Sheinbaum va a requerir hacer suya la Administración y desmarcarse del lopezobradorismo como lo hemos conocido hasta ahora y quizá ser un poco más negociadora con la oposición que probablemente gane mayor presencia en el Congreso. Esas son las preguntas que los inversionistas ahora se están haciendo. De no lograrlo y de seguir en la inercia que llevamos hasta ahora, será sin duda contraproducente.
Por ahora, los mercados están tranquilos, optimistas con México, amén de los posibles riesgos. Pero siempre vigilando.