Errores de análisis

Es deseable una discusión sobre la trayectoria que debería seguir el salario mínimo y los criterios para su ajuste anual, pero tiene que partir sobre un análisis correcto de los incrementos con criterios de análisis adecuados.
10 Diciembre, 2024
Poder de compra.
Poder de compra.
Equilibrios Múltiples

Con el anuncio del valor del salario mínimo vigente para el 2025, varios comentaristas han publicado sus análisis sobre la política de recuperación de salario mínimo en México para el periodo de 2018 a 2024.

Al menos dos de ellos (el de Sergio Sarmiento en el diario Reforma y el de Sergio Negrete Cárdenas en la red social X) concluyen que los incrementos en el salario mínimo han, de hecho, llevado a un deterioro en la distribución salarial al incrementar la proporción de trabajadores que ganan un salario mínimo al mismo tiempo que han reducido la proporción de quienes ganan más de dos salarios mínimos o más.

Esa conclusión es categóricamente errónea. La raíz de esa equivocación se encuentra en el uso del valor corriente de cada año como referencia para expresar los valores de toda la distribución.

¿Por qué es esto un error? La mejor forma de verlo es con un ejemplo: 
Supongamos que hay tres personas en la economía el día de hoy (lunes): Ana, Beto y Carla. Ana gana 4 pesos, Beto 6 pesos y Carla 10 pesos. Además, el salario mínimo es de 4 pesos y las personas consumen una canasta de bienes cuyo precio es igual a 1. Estos datos implican que hoy Ana gana 1 vez el salario mínimo, Beto 1.5 veces y Carla 2.5 veces.

Adelantemos el reloj un día (pasamos de lunes a martes) y asumamos que el salario mínimo se incrementó en 100% (es decir, pasó de 4 a 8 pesos). Supongamos, además, los siguientes incrementos salariales: Ana aumentó su salario de 4 a 8 pesos, Beto de 7 a 8 pesos y Carla de 10 a 14 pesos.  A su vez, el precio de la canasta de bienes de consumo pasó de 1 a 1.25 pesos (un incremento de 25%).

¿Que implicó esta serie de cambios? Si lo analizamos el martes, Ana y Beto ganan 1 vez el salario mínimo, mientras que Carla gana 1.75 veces el salario mínimo vigente. Al mismo tiempo, Ana puede comprar 6.4 canastas mientras que el lunes sólo podía comprar 4, Beto puede comprar el mismo número de canastas que Ana cuando el lunes compraba con su salario sólo 6 canastas y Carla ahora puede comprar 11.2 mientras que el lunes compraba sólo 10 canastas.

La pregunta que queremos contestar es ¿el martes las personas están mejor o peor que el lunes? 

Si hacemos el análisis que hacen los Sergios (Sarmiento y Negrete) la conclusión es que el lunes estaban mejor que el martes. ¿Por qué? Porque el lunes había dos personas que ganaban más de una vez el salario mínimo mientras que el martes sólo hay una persona que lo hace. Esa es la conclusión a la que llegan en sus análisis. Pero como muestra nuestro ejemplo, cuando vemos si las personas pueden comprar más bienes que antes la respuesta es la contraria a la que ofrecen Sarmiento y Negrete: el martes todas las personas pueden consumir más de lo que consumían el lunes. Si el bienestar de las personas depende, al menos parcialmente, de si pueden o no satisfacer sus necesidades materiales, entonces la respuesta a nuestra pregunta es la opuesta a la que dan Sarmiento y Negrete: las personas están mejor el martes que el lunes. Su análisis lleva a la respuesta equivocada.

¿Por qué pasa eso? Porque cuando usamos como referencia para el resto de los salarios al valor del salario mínimo vigente en cada periodo es como si estuviéramos midiendo una distancia con una vara que cambia con cada paso que damos. De esa forma no sabemos si lo que estamos viendo es que avanzamos o si lo que cambió fue la vara con la que medimos la distancia.

Hay dos alternativas para evitar el error que señalo en este texto. La primera es ir directamente a los microdatos y estimar la evolución de los ingresos laborales en términos de su poder adquisitivo a lo largo de toda la distribución tal y como hago en este texto. Cuando seguimos ese camino, encontramos que los ingresos laborales crecieron a lo largo de toda la distribución de ingreso laboral (es decir, creció el ingreso laboral tanto de quien más como de menos gana).

Otra forma de evitar el problema es usar como referencia un único valor del salario mínimo del periodo y no cambiar la referencia en cada periodo. Esto es lo que hace INEGI al publicar la serie de composición de la fuerza de trabajo por nivel de ingreso definido en salarios equivalentes (disponible aquí). Esa estrategia llega a la misma conclusión: una mejora en el nivel de ingreso de la población ocupada, expresado como una menor proporción de trabajadores ganando el salario mínimo del periodo de referencia en 2024 comparado con 2018.

Es deseable que tenga lugar una discusión sobre la trayectoria que debería seguir a futuro el salario mínimo, así como los criterios para su ajuste anual. Pero esa conversación, necesariamente, tiene que partir sobre un análisis correcto sobre los saldos de los incrementos ocurridos a durante los últimos seis años. Ello requiere que utilicemos los criterios de análisis adecuados y no caigamos en errores que, de tan básicos, han sido señalados hasta el cansancio durante los últimos diez años de discusión.

De igual forma, esa conversación necesariamente tiene que tomar en cuenta los resultados de la literatura especializada, en particular aquellos sobre los que hay consenso: el incremento de 2019 se tradujo en un incremento en el ingreso de los trabajadores en términos de su capacidad de compra sin efectos significativos en empleo (ver aquíaquíacáaquíaquí), y trayendo consigo una reducción en la incidencia de la pobreza (ver aquíaquí). Pretender que esos efectos no tuvieron lugar implica pelearse con la realidad. Y la realidad siempre gana.

Luis Monroy-Gómez-F. Luis Monroy-Gómez-F. Es Profesor Asistente en el Departamento de Economía de la Universidad de Massachusetts Amherst e investigador asociado externo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

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