La refinación está hundiendo a México
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La presidenta Claudia Sheinbaum anunció el fin de semana que rescatará la petroquímica de Petróleos Mexicanos.
El anuncio presidencial para el uso de los hidrocarburos a fin de potenciar cadenas de mayor rentabilidad, como la producción de fertilizantes entre otros productos que elevan la competitividad del campo o de la industria local, suena razonable y prometedor.
Sin embargo, el gran “pero” para llevar a buen puerto la promesa de la mandataria es que, hablando financieramente, Pemex está en los huesos y los bolsillos de la hacienda pública que han apuntalado a la petrolera del Estado, cada vez son más cortos. Para decirlo en breve, no hay dinero.
Por mucho tiempo se ha insistido en las vulnerabilidades financieras que enfrenta Pemex, desde la enorme carga de intereses, los fuertes vencimientos de deuda, una abultada deuda con proveedores, su falta de liquidez y un pago exorbitante de pensiones que se calcula en unos 4 mil millones de dólares cada año, entre las más urgentes de atender.
Financieramente hablando, Pemex es una empresa en quiebra técnica desde hace varios gobiernos, y López Obrador se sumó a la lista de sus verdugos lanzándole dinero público a carretadas, sin un plan atendible para su rescate. Y ése sigue siendo el mayor problema de la empresa estatal: la ausencia de un plan estratégico de mediano plazo, bien enfocado y financieramente viable.
Todo tipo de reconocidos expertos en la materia, tanto del sector público como privado, han repetido más o menos la misma conclusión en los últimos lustros: Pemex debe enfocarse en rentabilizar sus fortalezas para ganar salud financiera y ofrecer beneficios a los mexicanos.
Pero al repasar la estrategia con seis ejes que planteó el Gobierno para sacar adelante la petrolera en el mediano plazo, quedamos prácticamente igual: Sin certezas sobre el enfoque de la empresa, de que sea viable su ejecución, y menos aún que sea atractivo para los inversionistas.
Entre otros, se insiste en la refinación, una actividad no rentable para la empresa que le cuesta miles de millones de dólares a la Nación. Entre los costos de “Dos Bocas” (19,653 MD), la remodelación de las seis refinerías en los últimos años (3,742 MD) y el reciente anuncio de inversión para su optimización (5,150 MD), el monto alcanza los 28,545 millones de dólares, unos 570 mil millones de pesos.
Y el monto anterior llega a 1.5 billones de pesos si le sumamos las multimillonarias pérdidas que arrojó entre 2019 y 2023 y los primeros nueve meses de 2024, cuando las pérdidas operativas sumaron 217 mil millones de pesos.
No es exagerado decir entonces, en términos financieros, que la refinación está hundiendo a las finanzas del país. Mucho menos lo es afirmar que los contribuyentes no pueden estar sosteniendo una empresa del Estado que solo pierde su dinero y que se empeña en seguir haciéndolo con la refinación.
Con esas cuentas, los contribuyentes pagan mucho más que los 24 pesos por litro de gasolina que se sugiere como precio máximo. En realidad, se está pagando un precio mucho más alto con la falta de inversión en salud o en educación públicas.
Colofón
“Pemex no puede solo”, dijo Moody’s en noviembre, enfatizando que el Gobierno Federal tiene que apuntalar las finanzas de la petrolera del Estado. No hay duda, pero debe hacerlo bajo la máxima del uso responsable de los recursos públicos.
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