El presupuesto y el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030
El primer presupuesto de un nuevo Gobierno es tal vez el más importante, porque es el que esboza la ruta que tomará una Administración. Así inicié hace seis años una plática en una reunión de una confederación de empresarios. No me volvieron a invitar. Ellos querían escuchar qué secretaría había aumentado su presupuesto, y en cuál se había reducido, tal vez para saber a qué secretaría dirigir sus esfuerzos para las licitaciones. Hace seis años el presupuesto sí trazó la dirección, el resto del sexenio solo la siguió.
En este espacio vuelvo a insistir. El primer presupuesto es el que vale la pena analizar, si acaso también el del segundo año pues hay posibilidad de reajustes de estrategia (en el del sexto año de gobierno siempre veremos un aumento por el ciclo electoral, pero ya no vale la pena el análisis pues desde ahora lo puedo decir: siempre será electorero con o sin 4T). A continuación mi cantaleta de siempre.
Dentro de los primeros 100 días de la Administración que recién empieza tendrá que darse a conocer el Plan Nacional de Desarrollo 2024-2030 (PND), de acuerdo con la Ley Nacional de Planeación Democrática, todavía prevaleciente en el país, hasta que no la cambie o derogue la actual administración.
Durante el priismo y el panato el PND fue siempre un requisito para cumplir con la ley, pues no era ni es vinculante. El día de la publicación se hablaba de éste en la prensa y, posteriormente, se olvidaba. El sexenio anterior tuvo solo un matiz diferente, digno de comentar. Se realizaron como marca la ley las consultas a lo largo del territorio nacional, se redactó minuciosamente, y cuando estaba listo para presentarse, se le mostró al Presidente de entonces. Éste montó en cólera y lo re-redactó en un par de días en unas cuantas páginas. Fue el primer desencuentro del entonces Presidente con su primer secretario de Hacienda. Lo llamó “PND tecnócrata”. Eso fue lo único que se recuerda del PND del sexenio anterior. Nadie volvió a mencionarlo el resto de la administración, como ha sucedido reiteradamente desde 1983, año en que se puso en ley.
En principio, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) debe reflejar los objetivos planteados en el PND. Observe en la figura de abajo que todo (objetivos, estrategias y acciones puntuales) se decanta siempre en Programas Presupuestarios (México utiliza todavía la técnica llamada Presupuesto por Programas). La suma de éstos, debieran conformar el PEF. Por lo mismo, estrictamente el PEF es solo la manifestación de cómo se financia el PND, sujeto a las restricciones usuales (crecimiento económico, ingresos tributarios y no tributarios, tasas de interés, tipo de cambio entre otras).
Fuente: https://www.planeandojuntos.gob.mx/
En otras palabras, el PEF es indirectamente el Proyecto de Nación del gobierno en turno. Por ello, uno puede decir que el PEF del primer año de gobierno es el que marca la pauta del modelo de desarrollo a seguir el resto del sexenio. No obstante, como se sabe, el presupuesto presenta inercias importantes de gasto que son ineludibles. Como he anotado en este y otros espacios, éstas rebasan el 90% de nuestras erogaciones públicas. Es decir, el proyecto de desarrollo de las distintas administraciones se plasma en el reducido espacio de menos del 10% del gasto público. Es la restricción con la que tiene que operar año con año un gobierno.
Dicho esto, ¿qué elementos se pueden extraer del PEF para inferir lo que viene en el PND y, por ende, en el sexenio? Fundamentalmente en el PEF se aprecia claramente que existe continuidad con el modelo de desarrollo planteado desde hace 6 años.
Primero, se plasma un énfasis en las transferencias sociales con el fin, se dice, de elevar el bienestar de las familias mexicanas. No solamente se mantienen las existentes, sino que se incrementan para 2025 a través de nuevos programas sociales.
Segundo, el reforzamiento del capital humano de la población (educación y salud), condición necesaria para el bienestar de la población en el mediano y largo plazos, así como para desarrollar al país, sigue sin recibir el presupuesto deseado y planteado en los objetivos de desarrollo de la ONU. El zombie Coneval ha encontrado que los indicadores de resultados de estos dos rubros sufrieron retrocesos importantes durante la pasada Administración. Al parecer no hay intentos para recobrar estas prioridades, a decir del PEF para 2025.
Tercero, la inversión pública continúa siendo escasa, a pesar de las obras prioritarias. Esta es una de las variables de mayor ajuste de gasto para 2025. Debe decirse, esta disminución aletarga además el ralo creciente económico.
Por último, la ciencia y la cultura (tan necesarias en una sociedad que pretende desarrollarse) no son prioritarias, al menos si uno interpreta el PEF.
Esto es lo que podemos decir del modelo de desarrollo que se plantea la actual Administración y que habrá de presentarse antes de los 100 días de gobierno, de acuerdo con la Ley Nacional de Planeación Democrática. Veremos si hay una corrección en el PEF para el 2026, que sería una última llamada. Si no se subsana el año que entra, esa continuidad sería costosa en el mediano plazo para el país. Se ve hasta que se ve, y es irreversible.
El siguiente paso para evaluar el modelo de desarrollo de esta Administración es analizar la consistencia y congruencia de las políticas públicas específicas en cada rubro anotado arriba. Esas vendrán en los programas sectoriales que también habrán de presentarse después del PND. Veremos, aunque como se ha argumentado aquí, no se puede esperar mucho, si el sello es la continuidad.