El fiasco del soberanismo gasolinero

A cinco años, el gobierno de López Obrador ha chocado con la realidad en materia de petróleo y gasolinas.
18 Septiembre, 2023
Gasolinera (Gob CDMX)
Gasolinera (Gob CDMX)
Econokafka

Soberanía es una noción central para Andrés Manuel López Obrador. Sin duda es algo importante en cualquier país, pero para el Presidente de México implica independencia, el no depender de otras naciones.

Muchas veces en los años recientes ha aflorado una frase suya: “producir lo que consumimos”. Lo llegó a proponer a Estados Unidos y Canadá, lo mismo hizo con las naciones del continente americano (argumentando contra la dependencia de China, pero también de Europa).

En un mundo tan globalizado, no sorprende que esa idea no haya despertado el menor eco o seguimiento por parte de los interesados.

Maíz, frijol y petróleo

Afortunadamente López Obrador nunca embarcó al país en una estrategia de proteccionismo económico. Quizá instintivamente entendía que el comercio tiene sus ventajas, aunque fuese con una inclinación mercantilista que considera que lo deseable es tener un superávit en el balanza comercial. Lo cierto es que firmó el sucesor del TLCAN, el T-MEC, sin poner reparo alguno a principios de 2020.

Pero el instinto proteccionista está presente en el tabasqueño, mezclado (como muchas veces es el caso) con nacionalismo. Destaca con fuerza en productos específicos, destacadamente maíz, frijol y petróleo. Con respecto al último, un derivado ocupa también un lugar importante: la gasolina. En este caso se mezcló la ideología con la practicidad política.

López Obrador entendió como pocos la importancia política y electoral de los combustibles, y la explotó como pocos, muchas veces arrinconando a los gobiernos de Fox y Calderón con sus acusaciones de gasolinazos. Esos aumentos ocurrían al subir el precio internacional del petróleo, pero por supuesto eso era algo irrelevante para el tabasqueño.

La relevancia del precio internacional era precisamente para AMLO una señal inequívoca de una dependencia que no debería de existir. Porque si México era un productor de crudo, entonces era un escándalo que no lo fuese de gasolina, y que una buena parte de esta fuese comprada en el exterior. Esto no era una estrategia energética nacionalista, sino entreguista. 

La estrategia soberanista

En una paradoja, la producción petrolera de México declinó prácticamente desde el momento en que López Obrador lanzó sus ambiciones presidenciales, en 2004. Cuando por fin resultó electo, ya no podía esperarse que el país se mantuviera como exportador y al mismo tiempo se aumentara la refinación de gasolina para reducir dramáticamente las importaciones.

Con los años también se habían ido acotando las ambiciones obradoristas de refinación. En 2006 había propuesto construir tres nuevas refinerías, mientras que en 2012 habló hasta de cinco. Con esa singular forma de hacer números, en ese último año dijo que se podía construir una refinería con lo que se ahorraría de flete por importar gasolina. Ya electo en 2018 seguía insistiendo en dos refinerías, una en Atasta (Campeche) y otra en Dos Bocas (Tabasco). Finalmente, y afortunadamente (dado el costo), optó por solo una.

Lo que no cambió fue el soberanismo gasolinero: en tres años se construiría una nueva refinería y se reconfigurarían las seis existentes. Se dejaría de exportar crudo porque este sería transformado en la siete refinerías, y así también se dejaría de importar gasolina. Se haría con tal eficiencia que se podría reducir el precio de la gasolina. Porque Pemex ya no sería manejado por neoliberales que realmente deseaban achicar y quebrar la empresa, sino por patriotas que trabajarían mano con mano con los extraordinarios trabajadores y técnicos petroleros.

El precio internacional del petróleo sería una variable irrelevante para el México soberano en petróleo. Podía subir o bajar, en el país se produciría el crudo en forma eficiente y barata, lo mismo que la gasolina. En ese sentido, sería una economía cerrada (y soberana, por supuesto).

La realidad diferente

A cinco años la administración de López Obrador ha chocado con la realidad. Las refinerías se siguen modernizando, y también continúan trabajando con pérdidas financieras. Entre 2019 y 2022 perdieron un total de 706 mil millones de pesos. La gasolina mexicana no es barata, es carísima.

Hasta el último año del sexenio la refinería de Dos Bocas habrá costado 22 mil millones de dólares, casi el triple que los ocho mil millones originalmente planteados por AMLO. No es claro si producirá gasolina en cantidades significativas el año entrante.

Entre 2019 y 2023, Pemex habrá invertido 78,300 millones de dólares, y a cambio no hay un impresionante aumento en la producción, como se esperaba, sino estancamiento. Se espera que en 2024 la producción de crudo sea 5.3% superior a la de 2018 (llegando a 1.9 millones de barriles diarios).

Para 2024 la proyección oficial de la Secretaría de Hacienda es que se exportará casi un millón de barriles de crudo por día, mientras que seguirá la importación de gasolinas y otros derivados del petróleo. Al mes de julio, la balanza comercial petrolera acumuló un déficit en los 12 meses anteriores de 28,510 millones de dólares.

El soberanismo gasolinero no funcionó.

Sergio Negrete Cárdenas Sergio Negrete Cárdenas Doctor en Economía por la Universidad de Essex, Reino Unido. Licenciado en Economía por el ITAM. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Profesor-Investigador en el ITESO. Fue funcionario en el Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el Gobierno de México.

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