El flagelo de la desigualdad
La desigualdad es uno de los mayores flagelos de la sociedad mexicana.
La acelerada acumulación de riqueza en unas cuantas manos y la mayor pobreza entre grandes capas de la población, han ampliado sistemáticamente la brecha entre ricos y pobres con todas las consecuencias económicas y sociales que se deriva de este fenómeno.
Pero ¿de qué tamaño es la desigualdad de ingreso entre los mexicanos? Es una pregunta que aún no tiene una respuesta precisa, a pesar de que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) produce periódicamente datos sobre los ingresos de las familias mexicanas a través de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los Hogares (ENIGH).
El año pasado esta encuesta arrojó que el promedio de los hogares mas ricos tuvieron ingresos 19.8 veces mayores que el promedio de los hogares más pobres del país. Un dato que no refleja la realidad.
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El próximo 28 de agosto el INEGI presentará los resultados de esta encuesta (ENIGH) para 2016 con mejoras en la captación de la información sobre los ingresos –según ha prometido- pero es muy probable que el tamaño de la desigualdad que arroje esta nueva encuesta no sea muy distinto al que vimos el año pasado. Otra vez, los datos no reflejarán la realidad.
¿Qué pasa? Que los datos sobre los ingresos de los hogares que se obtienen con la encuesta tiene limitantes para reflejar la realidad de la distribución de los ingresos y de la desigualdad en el país.
Dos son las limitantes más importantes: 1. Que los encuestados no responden con la verdad respecto de sus ingresos y tienden a “subreportarlos”, y 2. Que los hogares con ingresos altos no son capturados en la encuesta. Esto provoca que la desigualdad en los ingresos de los hogares que producen las encuestas, sea menor –o mucho menor- a la desigualdad real.
Ello ha llevado a despertar el interés por medir la desigualdad bajo diferentes métodos y supuestos. En 2015 el investigador Gerardo Esquivel publicó los resultados del estudio “Desigualdad extrema en México: Concentración del poder económico y político” bajo el patrocinio de Oxfam. Allí concluye que la brecha entre el promedio de ingresos de los hogares mas ricos y de los más pobres es de 83 veces.
Los datos que arroja el INEGI sobre la desigualdad en México parecieran no arrojar la realidad.
En junio de 2016, Alfredo Bustos y Gerardo Leyva, ambos investigadores de INEGI, publicaron un artículo en la revista Este País (“Hacia una estimación más realista de la distribución del ingreso en México”) en la que con un método alternativo -en la que toman los datos de la encuesta de la ENIGH y hacen compatibles los datos de ingresos de los hogares del Sistema de Cuentas Nacionales y las cifras de tributación del Sistema de Administración Tributaria- llegan a las siguientes conclusiones:
1. Que la desigualdad es mayor que la reportada por la encuesta de INEGI. 2. Que la esta brecha, entre los que más tienen y los que menos tienen, es de casi 57 veces. 3. Que el 1% de los hogares más ricos concentra el ingreso del 60% de los hogares con menores ingresos. 4. Que en el 1% de los hogares con mayores ingresos hay diferencias notables lo que agudiza la desigualdad y la concentración de la riqueza. 5. Que la desigualdad reflejada en el coeficiente de Gini (que indica menor desigualdad conforme se acerca a cero y mayor desigualdad conforme más acerca a uno) alcanza un valor de 0.630, muy superior al 0.440 que arroja la encuesta de INEGI.
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Como se ve, la cuantificación de la desigualdad en México aún es un asunto en proceso que requiere mayores análisis para acercarse estadísticamente a la realidad que vemos cotidianamente en el país. Seguramente que las cifras que dará a conocer INEGI en agosto próximo sobre la encuesta 2016 (ENIGH 2016) provocarán nuevos debates sobre un asunto tan relevante para entender nuestra realidad.
En lo que hay consenso es que la desigualdad en México es mucho mayor que la que muestran las cifras oficiales. Y, como consecuencia, que las políticas públicas no han hecho nada para atenuar la cada vez mayor concentración de la riqueza.
El primer paso de Pemex
Pemex dio a conocer que en junio pasado notificó a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) que canceló un contrato por 1,800 millones de pesos con Odebrecht que se había firmado en 2015 para la construcción de la refinería Miguel Hidalgo en Tula. La terminación del contrato se da por “probables irregularidades administrativas” de la empresa brasileña que está siendo investigada por corrupción en diferentes países del continente. Es un primer paso en un escandaloso caso de corrupción que en México aún no ve responsables.
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