Peligro en las elecciones del Estado de México

Fragmentación, judicialización e ingobernabilidad están asociados potencialmente en las elecciones del Estado de México, en un círculo vicioso que no beneficiaría a los ciudadanos
28 Mayo, 2017

La elección en el Estado de México no es sólo una gran disputa, definitoria en muchos sentidos, sino que puede convertirse en una fuente de conflicto e ingobernabilidad.

Los observadores y analistas ya no sólo evalúan los prospectos de competencia y de triunfo sino que señalan el potencial de conflicto entre partidos a nivel postelectoral. Parece que hay buenas razones para pensar en ello. Veamos.

Estos comicios serán síntoma inequívoco de fragmentación política. Esto es así no sólo por que hay dos punteros muy competitivos, sino porque también hay tercero y cuarto lugares muy competitivos entre sí.

 

Logos de los partidos políticos que compiten por la gobernatura del Edomex. 

 

Es prácticamente un consenso el hecho de que la elección arrojará un ganador con una primera minoría que podría rondar los 30 o 32 puntos.

El problema es la lucha encarnizada que existe entre candidatos y partidos y que incluye elementos de impugnación serios.

Concretamente, la elección está repleta de objeciones que pueden conducir a la judicialización del conflicto post electoral poniendo en vilo a la ciudadanía y a las instituciones.

Estamos frente a una situación en la que el PRI y Morena son objeto de señalamientos y demandas varias.

Por una parte, por lo pronto, el PRI demanda a Morena por 500 millones de pesos además de otras causales de litigio. Por otro lado, Morena demandará al PRI por la entrega de tarjetas rosas y otras prebendas.

Y para colmo, PAN, Morena y PRD denuncian al PRI ante la Fepade.

 

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Es vital advertir que el nuestro es un sistema que incentiva a la judicialización del conflicto y la inconformidad. Los partidos sienten que agregan una palanca más de poder si impugnan -sobre todo legalmente- a alguno o algunos de sus contrincantes.

Pareciera que la judicialización representa la esperanza de que si se pierde la elección, la impugnación postelectoral pudiera llegar a la anulación de las elecciones tal como ha ocurrido en algunos casos bien documentados.

 

Los observadores y analistas ya no sólo evalúan los prospectos de competencia y de triunfo sino que señalan el potencial de conflicto entre partidos a nivel postelectoral.

 

Claro que es imponderable el que las autoridades se lancen a la anulación de un proceso donde todos tienen “cola que les pisen” y donde el litigio puede complicarse en extremo.

Ha sido particularmente en esta elección donde hay partidos como el PRI que confían en que su aparato de operación rinda frutos. Parece ser que en el caso de Morena el acceso a recursos por vías irregulares es modus operandi para robustecer la campaña.

 

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Parece que un reglamento que abordó Leo Zuckerman la semana pasada, se trata en realidad de un complejo y pesado mamotreto. Y en esas condiciones, las impugnaciones corren el peligro de convertirse en un galimatías.

Ahora bien, todo ello, fragmentación y judicialización del conflicto, pueden conducir a un peligro de acusada gobernabilidad.

Y es que la ausencia de formalización de la figura de los gobiernos de coalición dejaría casi seguro inconformes a los partidos opositores y ausentes del gobierno.

Ello fácilmente podría conducir a un golpeteo en contra del vencedor llevando las campañas negativas hasta después de las elecciones, como quiera que se resuelva el conflicto.

 

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Así las cosas, fragmentación, judicialización e ingobernabilidad parecen estar asociados, al menos potencialmente, en un círculo vicioso que no beneficiaría a los ciudadanos. Tales son los límites de nuestra infante democracia.

Ojalá la contundencia del vencedor o vencedora alienten a los demás partidos y candidatos (as) a aceptar los resultados, ya que la compra del voto está al parecer presente en los partidos en general.

Falta ver si la experiencia en el Estado de México deja una moraleja positiva para los partidos en cuanto a que respeten más la dignidad ciudadana y a que alienten las coaliciones para evitar la fragmentación.

Pero al servicio de compromisos que lleven a los gobiernos de coalición a que ayuden a solventar la gobernabilidad o la gobernanza de nuestro sistema político.

Instantáneas: El planteamiento del presente texto llama a una reflexión. Según el jurista Diego Valadés en artículo del día 23 de mayo, la Segunda Vuelta daría la ilusión al vencedor de que lo apoya una mayoría cuando en realidad no es así.

Además observa complicaciones de orden reglamentario importantes y modificaciones que la hicieran posible en otros niveles de gobierno.

 

@CJonesTamayo

Claudio Jones Claudio Jones Politólogo del ITAM, maestro y candidato al doctorado en Ciencias Políticas por la Universidad de Columbia. Experto en procesos electorales y en el sindicalismo moderno. Co-autor de diversos libros en el CIDAC.