El próximo presidente de EU, no cree en el libre comercio
No pierde su brillantez y habilidad para la argumentación. Un rasgo que le acompañó durante su gestión como Secretario de Comercio y Fomento Industrial en aquel México de finales de los años ochenta y comienzos de los noventa. Era Carlos Salinas de Gortari el presidente de la República en aquella época.
Nos recibe con la amabilidad de siempre en una de las salas de su amplio despacho de asesoría que posee en Santa Fe, al poniente de la Ciudad de México. Desde que se retiró del sector público lo hizo definitivamente. Fundó SAI Consultores, desde donde ha observado con detalle el devenir de los flujos comerciales en el mundo y las oportunidades de negocios que ofrece el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, que él mismo firmó junto con sus homólogos, en aquel tiempo, de Canadá y Estados Unidos.
La propuesta inicial es conversar sobre las elecciones en Estados Unidos y sus impactos sobre México, particularmente en una relación comercial que ha crecido una barbaridad en los últimos 20 años y que alcanza los 600 mil millones de dólares anuales. Muy pocas relaciones comerciales en el mundo tienen esa dimensión y profundidad.
Jaime Serra Puche asienta. Pocos como él en México conocen de los laberintos del comercio y de sus derivados en América del Norte. Huele los avatares de la relación comercial, lo tiene a flor de piel.
Los políticos estadounidenses están siendo muy miopes, suelta con preocupación cuando nos adentramos en los discursos proteccionistas lanzados por Donald Trump, por Hillary Clinton y por no pocos congresistas en el vecino gigante del norte. Su planteamiento es sencillo. “Más de la mitad del comercio mundial ya se dá a través de tratados regionales y la competencia no es entre países, sino entre regiones”.
¿Acaso los estadounidenses no lo han entendido? Serra Puche infiere que no, no a cabalidad. No han entendido que Estados Unidos no sería lo competitivo que es frente a otras regiones del mundo, sin México. Aunque –explica- es difícil hacerlo entender en una campaña electoral con discursos tan extremos como la que se ha dado.
“El TLC es la solución para Estados Unidos y no el problema. Y México contribuye enormemente a la competitividad de América del Norte frente a otras regiones del mundo”. Aparece aquel Serra Puche enfático y apasionado cuando se trata de dejar clara su preocupación. “Lo que puede ocurrir con estos debates tan populistas es que se tomen medidas en contra de la apertura interna de América del Norte y que nos demos un balazo en el pie en contra de la competitividad frente a otras regiones del mundo”.
Un economista y político como él, a sus 61 años, no es ingenuo… no en estos asuntos. Sabe que una campaña electoral tan disputada como la estadounidense es terreno fértil para los excesos discursivos, con tal de ganar los votos de ciudadanos castigados por la inseguridad y el desempleo y que están ávidos de escuchar voces de protección y esperanza.
Trump leyó ese sentir, lo explotó y llegó a la recta final, en contra de todo pronóstico, incluyendo a su partido. Clinton, dice Serra, ha seguido el discurso de Trump y –prevé- que tendrá que ir más allá para ganar la elección en noviembre próximo.
Sin embargo, y a pesar de que los discursos de los candidatos no contienen gran sustancia porque hay una parte de retórica política de corto plazo consustancial a toda campaña electoral, el asunto –nos dice el ex secretario de Comercio- es que han llevado sus planteamientos en contra del libre comercio a un extremo tal, que ya hicieron daño a la relación comercial porque cualquiera de los dos que llegue al gobierno tendrá que hacer algo de lo que dijeron o prometieron en las campañas.
De hecho ya descarta cualquier avance en materia de movilidad laboral o logística en la región, por lo menos para los próximos cuatro años, el primer periodo del nuevo mandatario.
Serra Puche no lo piensa dos veces. La llegada de Trump a la Casa Blanca le haría un daño tremendo a la relación con México, aunque su grado de ocurrencia es palpable porque su discurso nacionalista tiene arraigo no solo entre los votantes estadounidenses, sino también entre buena parte de la clase política y del Congreso.
“Dice que es ‘free trader’ pero todo lo que ha hecho en su vida lo ha hecho en una industria que no ha estado sujeta a la competencia internacional, entonces no es un hombre que esté acostumbrado a entender la competitividad de una empresa. No es algo que tenga cercana como hombre de negocios. En la medida en que tomara decisiones proteccionistas, aunque mas moderadas de lo que dice, sí estaría afectando la integración y competitividad de la región”.
No deja de sorprender su opinión sobre la candidata demócrata. Para Serra, si Trump profundiza en su discurso proteccionista y anti TLC en los próximos meses, Hillary Clinton se verá obligada a ir más allá. “Desde que lanzamos el TLC, (Hillary) nunca estuvo a favor; después se moderó, pero nunca estuvo a favor. Filosóficamente no está convencida”.
Para Jaime Serra el principal problema que enfrentará México con el nuevo presidente que llegue a la Casa Blanca, es que no será un convencido del libre comercio. Ni Trump, ni Clinton. Peor aún, en su conocimiento de Washington, nos dice que buena parte de los congresistas tampoco están convencidos de ello y el nuevo presidente tendrá las suficientes armas legales como para colocar piedras en la ruta del Tratado Comercial, si así lo quisiera.
Una magra expectativa que atora las posibilidades del crecimiento económico mexicano futuro dado que la relación comercial con Estados Unidos es un motor clave para México.
“Hay que tomar el toro por los cuernos”, reta coloquialmente Serra Puche. Y se refiere a implementar con urgencia una bien montada estrategia de influencia, desde el sector público y privado, en las altas esferas empresariales y políticas estadounidenses como ocurrió en las negociaciones del TLCAN en 1991 y 92. “No será nada fácil” lo advierte desde ahora.
En compensación a lo que está ocurriendo en las elecciones estadounidenses y a la difícil coyuntura global, el ahora asesor de múltiples empresas en el mundo en materia comercial, ve una oportunidad estratégica que México no puede desaprovechar y para ello el gobierno tiene que hacer mayores esfuerzos de apertura y competitividad.
“Podemos tomar ventaja con respecto a otros países, como la decisión del gobierno chino de poner énfasis en la inversión y el consumo local, no tanto en las exportaciones. Eso nos abre una oportunidad de exportación enorme para México”.
Serra se entusiasma y la sonrisa lo delata. Quizá, después de media hora de conversar sobre el negro panorama que plantea la elección estadounidense para México, ya era tiempo de lanzar un oportunidad promisoria. El balón cayó en el terreno de Ildefonso Guajardo, el secretario de Economía y, claro, del presidente Enrique Peña Nieto.
MÁS INFORMACIÓN: Trump y Clinton ya hicieron daño a la relación comercial con México: Serra Puche.