Georgia, el país que decidió combatir la corrupción y ganó: Banco Mundial
El 8 de septiembre del año pasado el presidente Enrique Peña Nieto ante cientos de invitados en la Ciudad de México dijo que la corrupción "parte, primero, de reconocer que es una debilidad de orden cultural". La frase desató esa misma tarde una fuerte polémica en los sectores intelectuales del país.
Con todo, el presidente ha insistido en su planteamiento sobre la corrupción como un asunto de "orden cultural". Recientemente al participar en el Foro Económico Mundial capítulo América Latina 2015 celebrado en la Riviera Maya, Peña Nieto volvió a refrendar su tan polémico planteamiento.
Sin embargo al otro lado del mundo, en Georgia, hay un caso de estudio del Banco Mundial que contradice la tesis del presidente mexicano. Y es que Georgia es un país de la ex Unión Soviética que en unos cuantos años logró reducir de forma significativa el alto grado de corrupción que tenía atrapada a su vida pública.
En el documento “Luchando contra la corrupción en el sector público” elaborado por el Banco Mundial, se analiza con detalle la batalla que emprendió Georgia contra este cáncer a partir de la llegada del presidente Mijail Saakashvili, quien encabezó este puesto luego de mantener una campaña política cuyo lema era “Georgia sin corrupción”.
La llegada de Saakashvili al Ejecutivo estuvo respaldada por el 90% de los votos durante los comicios del 2003 y en medio de un panorama de hartazgo social presidido por un gran número de protestas en las calles de la capital georgiana, Tbilisi.
“Nosotros siempre nos centramos en la corrupción, porque entendimos que ésta era el principal obstáculo para el desarrollo futuro de Georgia ", declaró Mijail Saakashvili durante las campañas previas a las elecciones.
A lo que añadió Kakha Baindurashvili, quien fuera ex ministro de Finanzas previo a la llegada de Saakashvili, “(Georgia) era un desastre, no era un estado (...) Todos los poderes del Estado eran corruptos”.
El panorama en el que más se reflejaba este problema tenía que ver con el enriquecimiento de los funcionarios estatales quienes eran conocidos entre los círculos sociales por poseer grandes fortunas.
Con la llegada de Saakashvili, los primeros pasos para combatir este problema social fue enfocarse en restablecer la credibilidad en las instituciones, lo que implicó el enjuiciamiento de funcionarios corruptos, de criminales y lograr una mayor recaudación de impuestos.
Con esta consigna se modificó la legislación para así poder llevar a juicio a miembros del Parlamento sospechosos de mantener fortunas a base de actos ilícitos, como sobornos. Con estos cambios legales éstos pudieron ser juzgados; en un primer momento, en 2003, la fiscalía local comenzó por procesar a 6 miembros parlamentarios.
Cuando en algún momento las personas juzgadas y encarceladas rebasaron las capacidades del Estado, se optó por una regla anticorrupción poco convencional: Intercambiar la libertad de éstos ex funcionarios por la devolución integra de los montos recibidos a través de sobornos.
“No podríamos mantener a cada funcionario público corrupto en la cárcel; eran demasiados. En lugar de tener que sentarse en la cárcel, que cuesta dinero (...) era mejor tomar su dinero obtenido ilegalmente y dejarlos en libertad”, declaró el presidente en turno.
Además de que se lanzaron leyes antimafia, leyes que permitieron confiscar bienes y propiedades obtenidos ilegalmente o de difícil comprobación, y modificaciones legales para fortalecer al Poder Legislativo y Judicial.
Ya en un segundo momento, se reemplazó a todos los sectores gubernamentales con nuevos funcionarios públicos, se implementaron exámenes y mecanismos para lograr una mayor recaudación fiscal y con ello mejorar las condiciones de sectores como la policía y el ámbito estatal. Se logró elevar los salarios tanto de policías como de funcionarios para evitar que fueran tentados a pedir sobornos.
“Para inspirar esta nueva clase de servidores públicos y disuadirlos de tomar sobornos, el gobierno tenían que pagarles un salario razonable”, retomó el reporte del BM.
Además de que a nivel estatal se agilizaron los trámites burocráticos -otro de los sectores caracterizados por la altos grados de corrupción y los sobornos-, y se invirtió para volverlos más eficientes a través de innovaciones tecnológicas.
Organismos como Transparencia Internacional y Freedom House han manifestado que Georgia aún tiene retos y necesita fortalecer más sus instituciones; sin embargo han reconocido que se han dado grandes avances contra la corrupción.
Muestra de ello, es que, en el ranking sobre Índices de Corrupción elaborado por Transparencia Internacional, Georgia hasta el 2003 se ubicó en el lugar 127 de un listado de 133 países; estaba situado como uno de los países más corruptos del mundo.
Al cabo de 7 años de reformas anticorrupción, en 2010, Tbilis ya se ubicaba en el lugar 68 de 178 países evaluados en esta materia. Y en 2014 siguió avanzando: Pasó al lugar 50 de entre 175 países examinados en materia de corrupción.
El caso mexicano ha seguido una tendencia opuesta al de Georgia según el Índice de Corrupción que elabora Transparencia Internacional. En 2004 se ubicó en el lugar 64 mientras que en 2014 retrocedió al 103.
El estudio del Banco Mundial muestra que la determinación política del gobierno de Georgia fue factor clave para el éxito del plan para combatir la corrupción. Mientras tanto en México la percepción de la opinión pública sobre las prácticas de corrupción en los gobiernos locales y federal, en los partidos políticos, en el poder legislativo y judicial se siguen extendiendo como lo muestran las encuestas.
OPINIÓN: ¿Es la Corrupción “Cultural”? Columna de Óscar Vera del 14 de mayo de 2015.
MÁS INFORMACIÓN: Peña Nieto insiste: la corrupción en México es un asunto cultural. Nota de Arena Pública del 7 de mayo de 2015.