El juego de los aranceles: Un 'boomerang' económico

Cada vez que Trump juega con los aranceles, hay tres factores que pueden detenerlo: la reacción de los mercados, la presión de su partido y sus niveles de popularidad.
10 Marzo, 2025
Donald Trump.
Donald Trump.

Marzo ha llegado, y con él, los aranceles de Trump… otra vez. Pero también se han ido, al menos por un mes más. Ya conocemos el guión: primero, la amenaza; luego, la incertidumbre; después, el retraso. ¿El resultado? Un juego peligroso que, aunque todavía no se ha traducido en medidas definitivas, ya está golpeando las expectativas de crecimiento, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.

Cada vez que Trump juega con los aranceles, hay tres factores que pueden detenerlo: la reacción de los mercados, la presión de su partido y sus niveles de popularidad.

Los mercados ya han hablado: desde su punto más alto en febrero, las bolsas han caído más de 4 puntos porcentuales. Dentro del Partido Republicano, empiezan a escucharse advertencias sobre la volatilidad financiera y el impacto en la inversión, aunque todavía son voces aisladas. Y en cuanto a su popularidad, Trump sigue rondando el 49% en las encuestas de RealClearPolitics. ¿Conclusión? Todavía tiene margen para seguir con su juego de amenazas.

Trump ha defendido sus aranceles como una estrategia para fortalecer la economía estadounidense y corregir desequilibrios comerciales. Pero los datos cuentan otra historia.

Según el Peterson Institute (PIIE), los aranceles del 25% a las importaciones de México y Canadá golpearían sectores clave: automotriz, electrónica, maquinaria, madera y productos agrícolas. No es casualidad que el sector automotriz haya sido el primero en quedar fuera de la amenaza. La producción de vehículos en Norteamérica está tan integrada que cualquier barrera comercial encarece los costos, afecta la demanda y debilita la competitividad.

Lo mismo ocurre con la construcción. Gran parte de los materiales provienen de Canadá, y aranceles sobre la madera, el yeso y la cal solo significan una cosa: casas más caras y consumidores más afectados.

Las tarifas comerciales afectan a las industrias, pero hay algo aún más dañino: la incertidumbre. Empresas y mercados necesitan reglas claras para operar. Pero cuando las políticas cambian cada mes, la inversión se congela, las decisiones se posponen y el crecimiento se estanca.

El impacto ya se refleja en los bolsillos de los estadounidenses. Un estudio de Julieta Contreras y Mary E. Lovely (PIIE) estima que los aranceles elevarían el costo anual de una familia promedio en al menos 1,200 dólares. Y esto en un contexto donde la inflación ya es una preocupación creciente.

No es solo un problema de costos inmediatos. También está afectando las proyecciones económicas. El modelo Atlanta Now de la Reserva Federal de Atlanta prevé una caída del 2.4% en la economía estadounidense durante el primer trimestre de 2025. Muchos importadores han adelantado compras para evitar los aranceles, incrementando artificialmente el déficit comercial. A corto plazo, esto puede parecer un respiro, pero en los próximos meses, el freno en la actividad será inevitable.

Los consumidores ya lo sienten también. Según la Universidad de Michigan, las expectativas de inflación a un año han subido al 4.3%, el nivel más alto desde 2023. El Conference Board, por su parte, reporta la mayor caída en la confianza del consumidor en más de tres años. Cuando los consumidores pierden confianza, el consumo se reduce.

Las tarifas de Trump no solo afectan a Estados Unidos. También debilitan las relaciones comerciales con sus aliados. México y Canadá son socios estratégicos bajo el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), pero este tipo de medidas proteccionistas erosionan la confianza en el acuerdo y aumentan la posibilidad de represalias. La cuestión es que ya sabemos cómo terminan las guerras comerciales: con todos los jugadores perdiendo.

China también está en la mira. Trump ha anunciado un aumento del 10% en los aranceles sobre productos chinos, lo que podría provocar una respuesta agresiva por parte del gigante asiático y aumentar aún más la inestabilidad en el comercio global.

México, por su parte, ya siente el impacto. Según la última encuesta de expectativas de Citi (5 de marzo), los analistas han reducido sus pronósticos de crecimiento de 1% a 0.8%. Y algunos estiman que podría caer a 0%. No se han aplicado los aranceles, pero el solo hecho de amenazarlos ya ha cambiado la perspectiva económica.

Los empresarios estadounidenses enfrentan un dilema. ¿Adaptarse a un entorno incierto o esperar a que pase la tormenta? Mientras tanto, el Congreso y otros actores políticos tienen la responsabilidad de frenar una estrategia que solo está generando caos en los mercados.

El juego de los aranceles no es solo una táctica política. Es una amenaza real para la economía global. La incertidumbre frena la inversión, encarece la vida cotidiana y debilita las relaciones comerciales de Estados Unidos. Si la historia nos ha enseñado algo, es que las economías crecen con estabilidad, no con improvisación.

Delia Paredes Mier Delia Paredes Mier Delia Paredes apoya la toma de decisiones a inversionistas internacionales, líderes empresariales y gestores de activos a través del análisis económico desde hace casi 20 años. Es socia en TransEconomics, firma que brinda servicios de planificación patrimonial y gestiona activos alternativos. Es docente en la Universidad de Anáhuac y en el Tec de Monterrey. Miembro del Comité de Estudios Económicos en el Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF) y del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Delia Paredes es Maestra en Economía por la London School of Economics (LSE).