Tren T-MEC por Nuevo México, buena idea pero con débiles apoyos
La propuesta de pasar el tren T-MEC por Nuevo México y no por Texas, aunque es atractiva, probablemente quedará en solo una amenaza política dada la coyuntura electoral.
A finales de abril la titular de la Secretaría de Economía (SE), Tatiana Clouthier, señaló que sería conveniente cambiar el trazo del llamado Corredor T-MEC porque “no podemos dejar todos los huevos en una sola canasta y ser rehenes de quienes buscan usar el comercio como una medida política”. Su propuesta es cambiar el trazo de la vía del tren Sinaloa-Winnipeg para que atraviese Nuevo México en lugar de Texas.
La idea y los comentarios se dieron en respuesta a la política de inspecciones que implementó el gobernador de Texas, Greg Abbott, con el presunto objetivo de limitar la migración ilegal. Las medidas retrasaron de tal manera el comercio fronterizo terrestre que, en estimaciones de algunos funcionarios estadounidenses, se podrían haber perdido más de mil millones de dólares (MD) en actividad económica.
Pero el mismo gobierno federal mexicano no está tan interesado en los detalles sobre la ruta exacta del tren Sinaloa-Winnipeg al cruzar la frontera. “Para nosotros lo importante es que se dé [el tren], que se dé ese proyecto, que acortemos la distancia entre México y Canadá. Si es Nuevo México, si es Texas, para nosotros no es lo importante. Lo importante es que se continúe el proyecto y que se esté moviendo”, afirma Mónica Duhem, titular de la Unidad de Inteligencia Económica Global de la SE.
Aún si existiera un mayor interés, dado que también Canadá y Estados Unidos están involucrados en el tren, es poco probable que la idea del cambio pase de ser una ocurrencia política.
“La verdad, suena más a una amenaza un tanto vacía que a un proyecto viable. Porque más allá del cambio en los proyectos ejecutivos que habría que hacer, queda ver hasta qué punto puede México decidir sobre un proyecto tripartita como lo es el Corredor T-MEC. No es tan fácil cambiar el punto de cruce de un proyecto de este tipo sobre la marcha como lo están haciendo con el Tren Maya”, responde Arturo Santa Cruz, director del Centro de Estudios sobre América del Norte de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
“Del otro lado de la frontera, el Departamento de Transporte de Estados Unidos tiene que dar el visto bueno para el cambio de la línea ferroviaria. No es tan sencillo. Podemos cambiar el trazo lo que queramos en nuestra frontera. Pero Estados Unidos debe tener interés en continuar el proyecto donde nosotros dejemos las vías. Y para eso el Departamento de Transporte debe dar el visto bueno”, agrega el catedrático.
Esta realidad contrasta con el optimismo que un trazo Sinaloa-Nuevo México ya había empezado a generar entre algunos jugadores del mercado. Si bien ciertos agentes han advertido que el cambio de trazo del tren podría golpear al sector transportista de Texas, afectando futuras posibles inversiones entre el Gobierno de México y la administración estatal estadounidense, otros han resaltado los potenciales beneficios del proyecto, a ambos lados de la frontera.
“Cada que tienes infraestructura logística en la frontera de México y Estados Unidos, se abren muchas oportunidades para atraer industrias relacionadas, como empresas de distribución y manufactura. Si se vuelve realidad, sería muy benéfico para Nuevo México”, dijo Jerry Pacheco, presidente de The Border Industrial Association (BIA), una grupo de compañías en los sectores de manufactura, logística y desarrollo económico en Santa Teresa, Nuevo México.
Agregó que en el estado ya existen “seis millones de pies cuadrados de espacios de almacenamiento y para producción. Somos un punto de entrada de mercancías que está creciendo muy rápido […]. Y en la mera frontera tenemos otros dos millones de pies cuadrados de espacios para manufactura en construcción. Hay una tendencia muy fuerte y, con México, podríamos generar desarrollo económico potente en ambos lados de la frontera”.
Otros especialistas en México también consideran que pasar el Corredor T-MEC por Nuevo México en lugar de Texas presenta oportunidades interesantes. “El comercio que existe actualmente con Texas, que se transporta mediante camiones, va a seguir operando mientras el gobernador lo permita. [El tren por Nuevo México] podría ser un transporte paralelo. [No necesariamente] se tienen que trasladar los mismos insumos y productos que normalmente se pasan de México a Estados Unidos por Texas”, afirma César Fuentes, investigador del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
De hecho, señala el catedrático, un tren por Nuevo México haría mucho sentido si se le diera una vocación totalmente centrada a las mercancías que llegan por el Pacífico y luego viajan a lugares mucho más lejanos que la frontera entre México y Texas. “Los bienes que llegan de Asia, de China, están llegando a puertos de Estados Unidos que ya están saturados. México está ofreciendo prestar el servicio de logística facilitando sus puertos del Pacífico para descargar esos productos y, por tren, llevarlos a su destino final”, apunta, agregando que mientras el destino final sean California o Canadá, no hace mucha diferencia cambiar Texas por Nuevo México.
Incluso Grupo Caxxor, los encargados de la construcción del tren, confirmaron que México debe priorizar la defensa de sus intereses, por lo que un trazo por Nuevo México para evitar futuros problemas con el gobierno de Texas sería una idea razonable.
En este contexto, aunque el apoyo a un cambio de ruta hacia Nuevo México no es tan proactivo como sugerirían las declaraciones iniciales de la titular de la SE, la dependencia federal aún está abierta a concretar el proyecto, suponiendo que genere interés en Estados Unidos y Canadá.
“Esto debe partir de las discusiones tripartitas entre México, Estados Unidos y Canadá. La decisión de por dónde pasará [el tren] tendrá mucho que ver con las negociaciones entre los socios del T-MEC. La buena noticia es que se está hablando, se están tomando decisiones, y los tres países estamos trabajando en conjunto para asegurar y fortalecer nuestra logística y realmente vernos como una región, un bloque económico”, concluye Mónica Duhem.