El caso en contra de un mercado privado de vacunas anti COVID-19

La idea de crear un mercado privado de vacunas anti-COVID 19 en México es una muy mala idea; pero eso no quiere decir que el sector privado no juegue un rol en la distribución de vacunas.
27 Diciembre, 2020
Jornada de vacunación contra el virus SARS-CoV-2 este domingo 27 de diciembre (Foto: IMSS)
Jornada de vacunación contra el virus SARS-CoV-2 este domingo 27 de diciembre (Foto: IMSS)
Equilibrios Múltiples

En estos momentos la prioridad de política pública a nivel global es vacunar contra el SARS-CoV-2 al mayor número de personas en el menor tiempo posible.

Ese objetivo compartido por todas las personas ha dado origen a varias propuestas sobre como organizar la distribución de la vacuna en México. Una, que ha adquirido cierta notoriedad debido al apoyo de varias figuras públicas, es la creación de un mercado de vacunas anti COVID-19 que funcione en paralelo al sistema público de distribución. Al igual que en cualquier mercado, en este caso se plantea que el acceso a la vacuna sea mediado por un precio: quien cuente con los recursos suficientes para pagarlo puede recibir la vacuna, y quien no, puede esperar a que le toque su turno en el sistema público de distribución.

Puesto en esos términos, y tomando como único criterio el alcanzar lo más rápido posible la inmunidad de rebaño vía la vacuna, la idea pareciera no ser tan mala. Incluso se podría regular este nuevo mercado para añadir al precio una tasa impositiva que funcione para financiar la operación del sistema público de distribución.

En realidad se trata de una pésima idea que sólo parece buena si es que se ignoran varios elementos sobre la situación global en términos de disponibilidad de vacunas, sobre la forma en que se está negociando el acceso a éstas entre los distintos países, sobre el funcionamiento de la cadena de distribución y sobre el funcionamiento de ciertos mercados. En resumen, si se ignoran todos los aspectos que diferencian a las vacunas anti COVID-19 del resto de bienes disponibles.

¿Cuáles son estas omisiones tan graves?. Comencemos con la más importante: Para crear ese mercado es necesario permitir que agentes privados importen las vacunas y actualmente las farmaceúticas no están negociando con ese tipo de agentes.

Los laboratorios que desarrollaron las vacunas sólo están negociando directamente con los gobiernos nacionales, dejando en sus manos el diseño e implementación de la distribución dentro del territorio nacional. Aún cuando se autorizara en estos momentos la importación por privados o por gobiernos subnacionales, estos demandantes no encontrarían ningun oferente dispuesto a atenderles (de ahí que no hayamos leído encabezados diciendo que Amazon, Microsoft u otra empresa con capacidad de comprar dosis para todos sus empleados lo haya hecho).

La razón por la que las farmaceúticas no están negociando directamente con agentes privados o gobiernos subnacionales se debe, en buena medida, a que aún no cuentan con la capacidad de producción suficiente para atender en paralelo la posible demanda proveniente de estos y aquella originada por los gobiernos nacionales.

Actualmente, los laboratorios ya tienen comprometida cerca de la mitad de su capacidad de producción para atender la demanda proveniente de la Unión Europea y otros cinco países, los cuales representan alrededor de 13% de la población mundial. Esto sin contar que, dado lo novedoso de la vacuna, es posible que la capacidad de producción probablemente esté siendo sobreestimada, como ya le ocurrió a Pfizer.

Esta situación en donde la oferta de vacunas es extremadamente escasa hace que cualquier dosis que se venda al sector privado es una dosis menos que recibe el sector público. Bajo el esquema propuesto por quienes abogan por un mercado de vacunas en México, esto supone mover una dosis de un sector en donde no hay una barrera para recibir esa dosis, a uno en donde la barrera es el nivel de ingreso de la persona.

 

El esquema propuesto por quienes abogan por un mercado de vacunas en México, supone mover una dosis de un sector en donde no hay una barrera para recibir esa dosis, a uno en donde la barrera es el nivel de ingreso de la persona.

 

Y de igual forma, la escasez de oferta de la vacuna hace que en un mercado privado el precio de ésta escale muy por encima de su costo de producción. En consecuencia, el número de dosis que se puedan distribuir vía ese mecanismo se reduce sustancialmente y sólo abarcaría a las personas de mayores ingresos.

Ante esta objeción, quienes proponen la alternativa del mercado privado sugieren que, dado que México sólo ha contratado vacunas con dos laboratorios, el sector privado podría contratar la importación de aquellas vacunas que aún no contrata el gobierno de México. Este punto podría parecer sensible, de no ser porque se sostiene, como el resto de la propuesta, en información incompleta o desactualizada.

De las vacunas que ya se están distribuyendo, México no tiene aún contrato con la desarrollada por Moderna. Sin embargo, el gobierno mexicano ya se encuentra en negociaciones para iniciar la compra de dosis a este laboratorio y otros cuatro más. Es decir, no es claro a qué vacunas se refieren quienes sostienen que es posible que el sector privado compre vacunas sin competir con el gobierno mexicano por ellas, regresándonos al punto del párrafo anterior.

A esto hay que sumar que en el caso específico de Moderna, y del resto de laboratorios que recibieron recursos del gobierno de Estado Unidos, estos estaban atados a que las primeras dosis fuesen entregadas a ese gobierno (ver aquí y acá). De ahí que en el caso específico de Moderna, como máximo 20% de las dosis a producirse en el primer trimestre de 2021 estén consideradas para distribuirse fuera de Estados Unidos. Por la misma razón, el propio laboratorio señala que de llegar a un acuerdo con el gobierno de México, sólo podría entregar las vacunas hasta abril del próximo año.

Además, el mercado privado propuesto no sólo estaría compitiendo con el gobierno por las vacunas, sino por todos los bienes y servicios necesarios para garantizar la cadena de distribución de ellas. Estos van desde las jeringas hasta los contenedores en frío para trasladar las vacunas de una ubicación a otra en su distribución. Esa competencia encarecería el acceso a estos bienes, lo que supondría un obstáculo en la distribución de la vacuna y limitaría el número de dosis que se podrían aplicar. De nuevo, lo que se vende como un plan para alcanzar la inmunización más rápido en realidad terminaría entorpeciendo el proceso.

 

El mercado privado propuesto no sólo estaría compitiendo con el gobierno por las vacunas, sino por todos los bienes y servicios necesarios para garantizar la cadena de distribución de ellas, encareciendo el acceso a estos bienes.

 

Como espero haberlo dicho con claridad en este texto, la idea de crear un mercado privado de vacunas anti-COVID 19 en México es una muy mala idea. Ello no quiere decir, sin embargo, que el sector privado no tenga un rol que jugar en la distribución de la vacuna en el territorio nacional.

La infraestructura del sector privado, así como los recursos de implementación de la vacuna con la que éste cuenta, deben unirse al pool de recursos disponibles en el sector público. Esto es muy diferente a sugerir la creación de un mercado privado de vacunas, supone más bien que el sector privado le preste o rente al sector público los “fierros” con los que cuenta para poder implementar una estrategia nacional de vacunación universal y gratuita.

Luis Monroy-Gómez-F. Luis Monroy-Gómez-F. Es Profesor Asistente en el Departamento de Economía de la Universidad de Massachusetts Amherst e investigador asociado externo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias.

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