El arte urbano y su impacto en la sociedad
Así como la sociedad ha cambiado a lo largo de los siglos, el arte también ha evolucionado junto a ella. Ha salido de los museos, de las grandes galerías y los treatros para ser exhibido en las calles.
Durante el Renacimiento, el arte era considerado un recurso que resaltaba las virtudes humanas, aquello único que nos distinguía de cualquier otro animal. Por lo mismo, el arte era elitista, al menos el de academia, y, aunque no se aceptara del todo públicamente, los artististas se dirigían a las personas privilegiadas, de alta educación y considerable posición social. Así había sido desde la Antigüedad.
Fue hasta el Romanticismo cuando el arte, en cualquiera de sus formas, se abrió a un público más amplio. Y es que el arte siempre responde a las necesidades de la misma sociedad. No es el mismo arte el que se crea en tiempos de guerra, que en tiempos de paz, en un continente o en otro. La historia de cada pueblo, su forma de vida, condiciona su manera de expresarse y su visión estética.
En los tiempos actuales, donde se busca una libertad más plena y una existencia más igualitaria, poco a poco la cultura oficial se va fundiendo con la popular. Ahora hay debates acerca de si un graffiti es arte o no, el Gobierno asigna lugares específicos para que los jóvenes puedan pintar sobre los muros o las cortinas metálicas. Hasta hace muy poco, esa forma de expresión era considerada como una actividad delictiva y propia de la marginación.
José Vasconcelos (1882-1952) fue quien propuso a los artistas mexicanos a tomar los muros de la ciudad como lienzo y herramientas políticas. Poco después, el muralismo alcanzó su máximo punto con Diego Rivera (1886-1857). No pasó mucho tiempo para que la ciudadanía en general tomara para sí este consejo.
No sorprende esta declaración del político, educador y escritor nacido en Oaxaca, pues en esa época el estridentismo estaba en pleno apogeo. Este movimiento mexicano multidisciplinario instaba a sus integrantes para testimoniar los cambios del mundo moderno. Se caracterizó por sus ataques a la Academia y a los canones establecidos por las grandes figuras del pasado; sus obras se alimentan del progreso industrial y tecnológico, y plantea que el arte también debe pasar por una revolución.
"El café de nadie", pintura del estridentista Ramòn Alva de la Canal.
Es clara la influencia que tiene el graffiti y el muralismo moderno de los pintores representantes del estridentismo, como Ramón Alva de la Canal y los contemporáneos.
En los últimos años, la actividad de pintar en los espacios públicos ha sido reivindicada. El más claro ejemplo es la East Side Gallery, un muestra de pintura al aire libre sobre los restos del Muro de Berlín, cuyos cuadros en gran parte están dirigidos a mandar un mensaje de paz y unidad; recordar y estudiar la Historia para no repetir los errores del pasado. El gobierno de la Ciudad de México decidió implementar algo parecido con las cortinas de Pino Suárez y la Avenida 20 de noviembre.
Sin embargo, no todo el street art es pintura. ¿Cuántas veces has visto en un semáforo a un chico haciendo malabares con aros metálicos o a una chica manejando unas cadenas con un extremo prendido con fuego? ¿Te has preguntado el valor artístico que tienen estas prácticas? Si bien, se puede cuestionar las motivaciones o el sentido que le dan estas personas a sus actos, también es para recordar que todas estas escenificaciones salen del teatro independiente y callejero, para el que los mètodos y la forma se sacrifica a favor de una mayor libertad en los espacios escénicos.
De la misma forma se trata de llevar el teatro fuera de los escenarios convencionales para alcanzar a un público que no está familiarizado con esta forma de arte.
En esta vertiente, se puede encontrar desde un grupo de bailarines haciendo coreografìas itinerantes en diversas plaza pública hasta mimos olos payasos realizando sátiras políticas en Coyoacán. Estas vertientes del teatro callejero sí conllevan un mensaje político o social que busca cuestionar la realidad del pueblo.
La literatura, por otro lado, no es excluida de estos movimientos subversivos. La poesía sigue experimentando transformaciones en su forma y fondo para adaptarse a las nuevas exigencias del mundo. El rechazo hacia los canones establecidos es una de las características más polémicas acerca de la creación de la nueva poesía. Los autores contemporáneos optan por ignorar las reglas sobre la rima y métrica para desarrollar lo que llama "verso libre", entrando directamente en conflicto con los estudiosos de las letras.
También los temas se acercan más hacia las preocupaciones cotidianas y muchos poetas, por la misma razón, deciden cambiar los poemarios y las teturlias en los cafés por los camiones y el metro. Aunque esto también responde a la necesidad del aritsta de ganar algunas monedas, de igual forma la misma motivación de las otras manifestaciones artísticas por expander sus fronteras está presente aquí. La poesía busca de esta forma llegar a quienes que tiene poco contacto con ella o con cualquier otra forma literaria. Para ello necesitan abordar problemáticas con las que la gente se sienta identificada. Aparte de esto, la literatura siempre ha sido el arte de protesta por excelencia.
Poco a poco vemos que este tipo de expresión va invadiendo los espacios designados para el arte. Cada vez más, poetas y narradores emergentes que plantean métodos poco convencionales para desarrollar sus obras consiguen las becas de creación, subsidiadas por el propio gobierno. Es algo parecido a lo que ya logró el graffiti. De la misma forma, entre los mismos creadores independientes se forman colectivos para difundir y apoyar las nuevas formas de publicaciones.