Drag Queens: el rechazo del mexicano al arte de la transformación exótica
Hombres con maquillaje casi perfecto y vestimenta exótica, pero también con talentos y virtudes que los caracterizan como bailar, cantar, realizar monólogos y shows espectaculares, son conocidos como drag queen.
Quienes se dedican a esto son profesionistas con estudios de maquillaje, danza, canto y hasta diseño.
En el mundo de la música cantantes como Boy George del grupo Culture Club, el desaparecido Pete Burns del grupo ochentero Dead or Alive o el cantante y actor Harris Glenn, mejor conocido como Divine, han sido señalados como un ejemplo de una drag queen.
“Tienen que ver con una cuestión artística, la drag queen es un modo de arte vivo y es como si fuera un cuadro en blanco en donde el artista empieza a crear su propio personaje y después lo transmite sobre un escenario”. Menciona Laura García, perteneciente a este ámbito.
Todos los shows requieren una preparación previa, desde ensayos para lograr mantener el equilibrio en tacones de más de 20 cm, así como lo que involucra la transformación en el personaje que representan por las noches.
Los vestuarios, incluyendo ropa, zapatos, pelucas y accesorios no sólo son extravagantes, también son muy costosos, pero son una herramienta de trabajo.
El concepto de los personajes es diferente y variable, dependiendo del lugar al que pertenecen:
En Argentina muchas veces no se tiene un concepto estético sobre lo que es, mientras que en España utilizan vestuarios extravagantes y carnavalescos, así como maquillajes andróginos, y en Estados Unidos un ejemplo de ello es el famoso RuPaul, quien maneja una impresión muy femenina.
Drags queens (foto: canariasgayleslgtb.blogspot.com)
Pero… ¿qué hay detrás de ellos? ¿Realmente existe una vinculación con la homosexualidad o transexualidad como muchos lo piensan?
La verdad es que no, ser Drag Queen es una rama de ser actor, no tiene nada que ver con sus vidas: ellos únicamente componen personajes y se transforman para el deleite del público.
Es una profesión como cualquier otra, pero mucho más controversial por la ignorancia que la rodea así como muchas perspectivas machistas que aún existen. La diferencia entre ellos y un actor de teatro no es mucha, quizá sólo su popularidad en la comunidad LGBTTTI.
De hecho estas exhibiciones son realmente viejas, se cree que tienen sus orígenes en la época victoriana (1837-1901) y están relacionados con los espectáculos de la categoría burlesque, que es un trabajo literario o dramático enfocado en la ridiculización de cierto tema. En este caso se enfoca generalmente a la sátira de los roles de género.
Quienes se dedican a esta profesión son personas que en su vida privada tienen relaciones heterosexuales, homosexuales y de cualquier tipo, pero en muchas ocasiones son blanco de insultos, rechazo y hasta denigraciones por las preferencias que se observan implícitas, pero esas reacciones son sólo el resultado de la falta de información sobre el tema.
Mientras en México y muchos países dedicarse a este tipo de arte continua siendo ocasionalmente rechazada por una perspectiva machista, en Estados Unidos y Reino Unido hay programas como el "Drag Queen Story Time (DQST) que consiste en realizar actividades como la lectura de cuentos, bailes y canciones para tocar temas sobre la homosexualidad e ideología de género en niños.
Drag Queen story hour (foto:Evansville Courier)
Admitirlo de nuevo como una forma de arte y mayor inclusión no es algo descabellado en México, al contrario, se estaría retomando un arte que fue muy popular en la segunda mitad del siglo XX, cuando las drag Queens reinaban cabarets y teatros.
El tema se ha puesto actualmente en boga debido al popular show estadounidense llamado “RuPaul’s Drag Race”, programa de entretenimiento que califica el talento de un artista dedicado al drag.
Este show se presentará en México el próximo 16 y 17 de febrero en el Auditorio Blackberry y los boletos ya están a la venta. No obstante, también existen muchas opciones de espectáculos de este tipo en el país como los que hay eventualmente en el teatro-cabaré “El bataclán” en la Condesa, o el “Fat Crow” en Polanco.
¿Estará el público mexicano listo para incluir este tipo de espectáculos como parte del arte cotidiano y quizá hasta programas educativos?