El acceso a internet y los dos Méxicos
Una de las formas más efectivas para sumir a una población en el atraso es desconectándolo de internet.
Y es que la disponibilidad de las tecnologías de la información se traducen en acceso al pensamiento, a la educación, a la cultura, a la ciencia, a las tecnologías de punta, al entretenimiento, a la información periodística, a la concienciación ciudadana.
Es un poderoso cable para el progreso y para la competitividad del individuo. No tenerlo, o no tenerlo con suficiencia, es condenar a los invididuos y a las familias al atraso.
En materia de acceso a internet, aunque con avances recientes, México aún se encuentra a un trecho importante de las naciones que encabezan la lista en el mundo. Seis de cada diez mexicanos son usuarios de internet, mientras que en Suecia, Japón o Reino Unido esta proporción se eleva a 9 de cada 10.
Con todo, y si bien los avances se han palpado en los últimos años, la brecha entre las poblaciones más conectadas a internet y las menos conectadas sigue creciendo en México, ampliando las oportunidades de los primeros y condenando a un mayor rezago a los segundos.
Hay estados y ciudades del país que están avanzando a grandes zancadas en la penetración de internet en sus comunidades y en el uso de los medios digitales para accesar información de todo tipo.
La más reciente Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH), que realizó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) con la Secretaría de Comunicaciones y Transportes y el Instituto Federal de Telecomunicaciones, da cuenta de estos resultados.
Estados como Baja California Sur, Sonora, Baja California, Ciudad de México y Nuevo León ya tienen alrededor del 70% de hogares conectados a internet, un porcentaje muy superior al promedio nacional de 47% de los hogares que arrojó la encuesta al segundo trimestre de 2016.
No es casualidad que sean también estos estados los que tienen las poblaciones con clases medias más extendidas y de mayor poder adquisitivo.
En el otro extremo el rezago es apabullante. En Chiapas solo el 13.3% de los hogares tiene una conexión a internet; solo uno de cada siete hogares. Mientras que en Oaxaca lo tienen el 20.6% de los hogares.
Pero la lista del rezago se amplía a estados como Veracruz, Puebla y Tlaxcala que no superan el 30% de los hogares con acceso a internet. Muy cerca a éstos están Guerrero, Zacatecas y Michoacán que forman el círculo de los más atrasados entre los rezagados del país.
Las miles de familias de estos ocho estados –una cuarta parte de los estados federados del país- viven en un rezago digital que de no subsanarse con cierta rapidez, los condenará al atraso permanente.
Si el rector de la UNAM hablaba recientemente de que no hay reforma educativa efectiva si la población no lee, tampoco hay reforma educativa con futuro si los niños y los jóvenes no disponen de un acceso mínimo a internet como es el caso de este México del rezago digital.
Guanajuato, Hidalgo y Sinaloa también son estados con fuertes rezagos en esta materia porque apenas rozan el 40% de las familias que tienen una conexión a internet. Cuatro de cada diez.
La brecha entre unos y otros es terrible. Los ‘dos Méxicos’ de los que tanto se ha hablado entre sociólogos y economistas cuando se refiere a la pobreza económica de las familias de uno y otro México, ahora esta brecha se amplía y se proyecta al futuro con diferencias tan dramáticas en el acceso a las tecnologías de la información entre nuestras poblaciones.
Azcárraga a prueba
El 12 de noviembre de 2012 la portada de la revista Expansión mostraba a un Emilio Azcárraga exultante. ‘Quiero competir’ era la frase de Azcárraga que los editores de la revista escogieron para enmarcar su portada en una de las muy pocas entrevistas que el presidente de Televisa ha concedido a los medios mexicanos.
El momento de la entrevista no fue decidido por el azar. Una Televisa poderosa quería mostrar la fuerza que le daba su dominancia en el mercado de la televisión para incursionar en las telecomunicaciones, un territorio hasta ese momento reservado para Carlos Slim. Regúlenme, pero también regulen a Slim, era el grito de Azcárraga.
A cinco años y medio de distancia, las cosas han cambiado. Azcárraga y Televisa están viviendo un parteagüas para su futuro inmediato. Los resultados no son los mejores, su gerencia deja ver sus debilidades, la regulación ha llegado y el momento de las decisiones cruciales ha tocado a su puerta. Azcárraga está a prueba.
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