A reducir el gasto público
El nivel del gasto público es un semáforo que siguen con atención los inversionistas en México ante las dudas de que el gobierno alcance sus objetivos de déficit fiscal en un entorno de alta incertidumbre.
Pero también ciertas partidas del gasto público son un irritante social agudizados por los incrementos de precios, como las gasolinas, que están vulnerando el poder adquisitivo de la mayoría de la población y que han generado duras críticas al gobierno de Peña Nieto y a la clase política en general.
El hecho es que el gobierno y el sector público tienen que recortar mucho más su gasto o, de otra manera, el castigo de los inversionistas y de las calificadoras será severo.
El Informe sobre la Situación Económica, las Finanzas Públicas y la Deuda Pública para 2016 que entregó la Secretaría de Hacienda al Congreso nos hace ver que los problemas del gasto, de la deuda y del déficit público siguen amenazando la estabilidad económica del país.
El año pasado el gasto neto presupuestario creció 6.2% en términos reales respecto al gasto ejercido en 2015, dejando ver fuertes incrementos en prácticamente todos sus rubros relevantes. Hay algunos de estos rubros que merecen mencionarse en particular:
El más importante de ellos tienen que ver con la capitalización a Pemex y CFE por casi 322 mil millones de pesos para fortalecer la débil posición financiera de las empresas del Estado y apoyar el enorme pasivo laboral que tienen. En adición a lo anterior se les entregó más de 18 mil millones de pesos a cada una para apoyar diversos gastos en servicios generales, pensiones e inversiones.
Es decir, en términos llanos, en 2016 se ‘rescató’ –parcialmente- desde el presupuesto público a las dos empresas energéticas estatales de la grave situación financiera que enfrentan y ante la apertura y competencia en sus mercados prevista en la reforma energética. Un rescate no explícito, mucho menos publicitado, y que aún no sabemos si será suficiente para sacar a flote a las empresas estatales.
Otro rubro con un impacto importante en el gasto público tuvo que ver con los costos financieros y económicos asociados a la disminución de los ingresos tanto en el gobierno federal como en los gobiernos estatales. De allí que se incrementaron en casi 105 mil millones de pesos los gastos destinados al Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (70 mil millones de pesos) y al Programa de Fortalecimiento Financiero para las Entidades Federativas.
Un tercer rubro relevante de incremento en el gasto –de cerca de 28 mil millones de pesos superior al presupuesto aprobado- tuvo que ver con las pensiones para los ex trabajadores de Luz y Fuerza del Centro y el apoyo al déficit pensionario que se tiene entre los trabajadores del ISSSTE.
Y un cuarto rubro, entre los más importantes, que impactó el gasto público en 2016 tuvo que ver con el costo financiero de la deuda pública que superó los 473 mil millones de pesos. Lo preocupante es la velocidad en el crecimiento de este costo en la medida en que se están incrementando las tasas de interés. El desembolso por intereses y gastos de la deuda pública creció 10.8% en términos reales, mientras que los costos financieros del rescate bancario (IPAB) derivado de la crisis de 1994-95 crecieron 54.9% el año pasado.
Ahora bien. Por el lado de los ingresos tributarios, la recaudación de impuestos tuvo un crecimiento importante el año pasado: El impuesto sobre la renta (+13.5%), el IVA (+8.9%) y el IEPS por gasolinas y diesel (+22.5%) crecieron fuertemente en 2016 en términos reales lo que compensó parcialmente el crecimiento del gasto público que se tuvo.
Pero no fue suficiente. El ritmo del gasto público –como lo describimos arriba- siguió a tambor batiente en 2016, por lo que el déficit presupuestal del sector público fue de 504 mil millones de pesos. Se podrá decir que éste déficit es menor que el de 2015, que fue de 638 mil millones de pesos; sin embargo se tiene que considerar que en 2016 el déficit presupuestal incluye el remanente que entregó el Banco de México al Gobierno Federal (derivado de las ‘ganancias cambiarias’ por la fuerte depreciación del peso frente al dólar) por más de 239 mil millones de pesos y que se contabilizó como ingreso no tributario del gobierno federal.
Así que si excluimos los remanentes de Banxico de los ingresos presupuestarios, el déficit habría crecido hasta los 743 mil millones de pesos; lo que sería desastroso para la confianza de los capitales en las finanzas públicas del país.
Esto lo que nos dice es que el gasto público requiere de mayores ajustes a fin de que la deuda como proporción del PIB no continúe creciendo, sobre todo si se considera que la economía y los ingresos tributarios crecerán a un menor ritmo en este año que en 2016.
Algunos expertos han calculado que ese recorte al gasto público en este año deberá situarse entre 200 y 250 mil millones de pesos, ya tomando en cuenta que Hacienda espera remanentes desde el Banco de México –derivado de la depreciación del peso durante el año pasado- por unos 460 mil millones de pesos.
La liberación adelantada de los precios de las gasolinas ayudará a amortiguar los menores ingresos tributarios esperados, pero el recorte al gasto público será crucial de cara a una incertidumbre que se agiganta con la política fiscal que anunciará Trump en las próximas semanas.
@SamuelGarciaCOM