La Comisión de Salarios Mínimos debe desaparecer

21 Agosto, 2014
El Observador

En las últimas semanas se ha intensificado la discusión sobre la propuesta que hizo en mayo pasado Miguel Ángel Mancera, jefe de gobierno del Distrito Federal, sobre incrementar unilateralmente los salarios mínimos en el país.

Como bien ha dicho Jonathan Heath, la discusión planteada hasta ahora en los medios de comunicación ha sido más política que económica, así que no hemos visto muchos análisis económicos de fondo sobre el tema, que alienten y orienten el debate.

Pero lo que llama la atención es la ausencia en todo este debate público de la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos (Conasami), el organismo público del gobierno que existe precisamente para investigar y analizar técnicamente esta problemática, tal y como lo señala la propia Carta Magna en su artículo 123 e instrumentada a través del artículo 94 de la Ley Federal del Trabajo.

Su presidente, Basilio González Núñez, no ha abierto la boca en todas estas semanas para emitir opinión alguna sobre un asunto que es de su competencia y menos aún para opinar sobre los duros cuestionamientos que han proliferado en los medios de comunicación en torno a la existencia misma de la Comisión que preside.

De hecho el último boletín de prensa que se registra en el portal de internet de la Conasami es del 18 de diciembre pasado, lo que dice mucho acerca de la presencia (o ausencia) de este organismo en el debate público. En realidad es una de esas comisiones fantasma que sólo se aparecen una vez al año para luego esconderse en la penumbra presupuestal para pasar sin pena ni gloria, buscando, como su mayor triunfo, no ser señalada.

Pues bien, el debate sobre los salarios mínimos la ha expuesto. Ha mostrado sus miserias. Su mediocridad técnica, pero, sobre todo, ha mostrado que la Conasami es un organismo del que se puede prescindir para trasladar sus funciones -o algunas de ellas- al área de análisis económico de la propia Secretaría del Trabajo. No hace falta.

Dígame usted si no es así. La Conasami no cumple con su cometido legal ni presupuestal. En la estrategia programática del Presupuesto de Egresos de la Federación 2014 se justifican así los recursos destinados a la Conasami: “…establecerá las bases y los elementos para la fijación de los salarios mínimos generales y profesionales, procurando asegurar la congruencia entre lo que establece la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos con las condiciones económicas y sociales del país, en un contexto de respeto a la dignidad del trabajador y su familia”.

Evidentemente que lo anterior no lo cumple la Conasami. Es letra muerta.

De hecho la misma Conasami violenta los objetivos que se ha propuesto como el de “contribuir a elevar el nivel de vida de los trabajadores y a abatir los niveles de pobreza para apoyar el logro de los objetivos del nuevo modelo de crecimiento con calidad”. Retórica pura de la Comisión.

Pues bien. Para este año el Congreso aprobó para la Conasami un presupuesto de 41 millones 414 mil 55 pesos, de los que 30 millones 607 mil 452 pesos son destinados a “gastos personales” (remuneraciones, incentivos y prestaciones del personal) y 10 millones 750 mil 3 pesos a “gastos de operación”.

Ya el semanario británico The Economist exhibía recientemente la incongruencia de que el salario mensual bruto del presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos, Basilio González Núñez -que gana 173 mil 436 pesos- sea 86 veces superior al de uno de los casi siete millones de trabajadores que ganan un salario mínimo en el país.

Pero más allá de estas enormes desigualdades e incongruencias de facto, el trabajo técnico de la Comisión -y por lo tanto de su Presidente- está lejos de lo que se esperaría de una comisión de esta naturaleza. No conocemos algún trabajo serio de investigación que haya realizado la Conasami sobre el debate que nos ocupa (no encontré ninguna investigación en su portal de internet al respecto)

El más reciente “Informe Mensual sobre el comportamiento de la economía -de julio pasado- que publica la Conasami es un documento ¡de dos mil 136 páginas! que es una recopilación de un sinnúmero de análisis y de datos de diversas dependencias de gobierno, de organismos y publicaciones externas, que lo hacen un documento impráctico e inútil.

En fin. Que me temo que la ausencia de la Conasami y de Basilio González de un debate de la importancia como el que nos ocupa, no sólo responde a una indicación de sus superiores por razones de estrategia política; sino que -peor aún- responde a la incapacidad demostrada para debatir con la seriedad técnica que requiere el tema.

Más allá del futuro del debate sobre los salarios mínimos, la existencia de la Conasami es un tema en sí mismo que debe replantearse. En mi opinión, esta Comisión debe desaparecer.

 

Samuel García Samuel García Es economista y periodista económico. Es fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y del diario El Universal. Director fundador de Infosel. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y Coordinador-profesor del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Columnista y comentarista en diversos medios de comunicación en México.