“El que tiene oídos para oír, oiga”. Si ya la frase bíblica es todo un reto para cualquier individuo, lo es más para aquellos empresarios exitosos que dominan mercados enteros o regiones completas.
Y es que saber oír para decidir es el arte del buen estratega especialmente cuando está frente a una decisión delicada, como la que enfrenta ahora el empresario Carlos Slim sobre qué hacer con su negocio de telefonía en el país y que ha sido la fuente de la enorme riqueza que posee.
Me consta que Slim es un buen escuchador. Hace 15 años cuando fui a su oficina a realizarle una entrevista de 40 minutos, me pidió amablemente a quedarme un tiempo más para conversar. Aquella plática sobre políticas públicas, economía, mercados laborales y otras minucias más, se extendió hasta la medianoche; pero lo que todavía queda en mi memoria no son los temas que conversamos, sino la capacidad, atención y humildad de este exitoso hombre de negocios para preguntar y escuchar respuestas por un largo tiempo.
Ayer su empresa, América Móvil, anunció la decisión más importante que ha tomado sobre su principal negocio en México: vender una parte importante de los activos que posee en Telcel y Telmex buscando eludir los ‘castigos’ de la autoridad regulatoria al ser declarado preponderante en sus mercados de telecomunicaciones, y a la vez buscando apaciguar los resultados contrarios de la investigación que mantiene el Instituto Federal de Telecomunicaciones sobre los contratos firmados con Dish.
“El que tiene oídos, oiga”. Carlos Slim sabe que después de década y media de explotar una concesión de telefonía como la que tiene en México, difícilmente puede reclamar algo más para su muy rentable negocio… sin estropearlo.
“El que tiene oídos, oiga”. La llegada del PRI a la Presidencia, y la agenda planteada por Enrique Peña Nieto en particular, no sería afín a sus argumentos empresariales, como ocurrió con anteriores gobiernos.
“El que tiene oídos, oiga”. Y es que al exitoso empresario le llegó el momento de conceder territorios –calculados, muy seguramente– a la competencia que viene en los mercados de las telecomunicaciones, para conquistar nuevos mercados dentro y fuera del país.
No sería extraño que, una vez que el Instituto Federal de las Telecomunicaciones haya estudiado con atención las decisiones que pone sobre la mesa América Móvil, opte por autorizar a la empresa de Slim a participar en el mercado de la televisión restringida o abierta; un mercado largamente acariciado por los estrategas del ingeniero y que le daría una mayor capacidad competitiva teniendo en cuenta la infraestructura que posee y el mercado de clientes con los que cuenta.
En todo caso, la puesta en venta de los activos de Telcel y Telmex para reducir su participación de mercado a menos del 50 por ciento, le daría la ventaja tanto de elegir a sus competidores en esos mercados, como de generar un importante flujo de efectivo para nuevas inversiones en el mercado de las telecomunicaciones dentro y fuera del país, particularmente en Europa y en algunos países de América Latina.
“El que tiene oídos para oír, oiga”. Después de que la nueva ley de telecomunicaciones está prácticamente ‘cocinada’ en el Congreso y que añade reglas más estrictas para las compañías que posee, y que el IFT la ha sancionado desde marzo pasado con una serie de nuevas medidas regulatorias; Carlos Slim llegó a la conclusión, escuchando a sus estrategas, que es tiempo para un buen arreglo.
Habrá que ver las primeras reacciones de los inversionistas en términos de la rentabilidad esperada de la decisión del empresario y, después, será muy importante conocer la respuesta de la autoridad regulatoria para evaluar el potencial de esta decisión del hombre más rico del país.
En un primer instante creo que ésta es la mejor jugada de Slim. Supo escuchar, esperar, negociar y poner su apuesta en el momento preciso.
Aún veremos los resultados.