La prueba de los oligopolios

2 Abril, 2014
El Observador

Se han multiplicado las dudas sobre la voluntad y la capacidad política del presidente Enrique Peña Nieto para implementar las reformas constitucionales de acuerdo al espíritu y a la letra con la que fueron aprobadas.

Un rápido vistazo a los contenidos de la prensa, dentro y fuera del país, confirma que paulatinamente ha cobrado fuerza el escepticismo de los observadores y de los editores de diarios, sobre el éxito reformista que emprendió Enrique Peña Nieto desde el inicio de su gobierno con la firma del Pacto por México por las principales fuerzas políticas del país.

Aquella portada de la revista Time mostrando a un Peña Nieto como el “salvador” de México fue, en su momento, un exceso periodístico. Ahora, hasta los más entusiastas críticos del gobierno priista reconocen en voz baja sus reservas sobre los resultados que producirán las propuestas leyes secundarias en materia de competencia económica, de telecomunicaciones y de energía.

Y si bien la aprobación ciudadana del Presidente creció de 44 a 48% en los últimos cuatro meses -según la encuesta que ayer publicó Reforma- la calificación que le asignan los ciudadanos sigue siendo reprobatoria, con marcadas opiniones desfavorables en los resultados sobre la economía y en materia de corrupción.

Y es que para muchos estos resultados de incredulidad y hasta enojo no son ninguna novedad, aunque hay que admitir que el presidente Peña Nieto logró despertar las dudas de algunos escépticos a su gobierno, acerca de si efectivamente estaba decidido “a tomar el toro por los cuernos” con las reformas constitucionales que planteó originalmente. Y me refiero a esos viejos y tozudos toros de los oligopolios que por décadas crecieron y se arraigaron en los mercados alentados por los poderes políticos en turno.

Los oligopolios que los regímenes priistas y panistas cultivaron por igual en los mercados de la telefonía, de la televisión, que del cemento o de la banca, con tibias regulaciones y con reguladores enclenques que rápidamente mostraron los límites que se les impuso. Mercados oligopólicos “ad hoc” que por años frenaron la inversión y el crecimiento económico sustentable que hoy tanto se reclama; como se reclama desde el gobierno federal el estancamiento de la productividad de la economía. Reclamos que como escupitajos al aire caen por su propio peso.

A Peña Nieto le llegó la hora de las definiciones con las iniciativas de las leyes secundarias que envíe al Congreso. La letra y el compromiso del Pacto por México que impulsó como el gran reformador que pretende ser, podrían sepultar prematuramente aquella ambición política que pregonaba gritonamente Time en su portada.

La prueba del ácido para su gobierno transformador es la prueba que pasa por los intereses de los oligopolios, aquellas fuerzas económicas que su propio partido cultivó -curiosamente- como asideros de su perpetuación política; y que hoy son su principal trampa.

 

SÍGALE LA PISTA…

Ayer en los ‘Pre criterios’ que envió la Secretaría de Hacienda al Congreso, reconoció que se “ha observado un periodo de debilidad económica más largo que el esperado”. Acaso el primer signo de que el gobierno podría modificar a la baja su pronóstico de crecimiento para el año en mayo próximo. Con todo, hasta ahora mantiene su expectativa de que la economía crecerá 3.9% en el año.

Samuel García Samuel García Es economista y periodista económico. Es fundador y director de Arena Pública. Fundó y dirigió El Semanario de Negocios y Economía. Fue director editorial de Negocios del Grupo Reforma y del diario El Universal. Director fundador de Infosel. Fue profesor de la Maestría en Periodismo y Asuntos Públicos del CIDE y Coordinador-profesor del Diplomado en Periodismo Económico de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Columnista y comentarista en diversos medios de comunicación en México.