En noviembre de 2011, en esta misma columna, y a propósito de un incremento en el impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) a los cigarros, señalamos lo siguiente:
“La combinación de una tasa del 160%, más la cuota fija [de 35 centavos por cigarro], más el IVA, implica que de una cajetilla de 20 cigarros, 15 son impuesto. Estas reformas, que no descansan en ningún estudio tributario serio, no impactarán negativamente al tabaquismo, pero si a la industria formal. No nos llamemos a sorpresa cuando el mercado se inunde de producto contrabandeado o pirata, ni cuando los cerca de 20 mil campesinos que hoy siembran tabaco, se dediquen a la siembra de marihuana. Esta reforma tiene nombres y apellidos. Cuestión de tiempo”.
Pues bien, no se requería ser agorero para pronosticar lo que ahora viene a confirmar, tres años después, la Comisión Federal contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), cuando su comisionado de Operación Sanitaria informa que detectaron en el año de 2013 a 58 marcas ilegales de cigarros que ingresan por contrabando de Vietnam, China, Emiratos Árabes y Paraguay y que esto implicó que, en un solo año, el número de marcas ilegales se hubiera triplicado. Por tanto, señala este órgano regulador, el número de marcas ilegales de cigarros es de 207.
Estos cigarros de contrabando cuestan alrededor de 8 pesos cajetilla, cuando las marcas registradas en nuestro país cuestan cinco veces más. La diferencia de precio entre unos y otros responde, en gran medida, a la carga impositiva del IEPS y del IVA.
Según datos de la propia Cofepris, de 2011 a la fecha se han asegurado, en promedio, poco más de 700 mil cajetillas ilegales por año. Es decir, poco menos de 2 mil cajetillas diarias –lo cual es una muestra insignificante del consumo de cigarros, teniendo en cuenta los millones de fumadores que existen en el país.
A principios de los años noventa, Canadá enfrentaba un problema de contrabando desde Estados Unidos con quien comparte una frontera de una distancia similar a la que hay de la Ciudad de México a Toronto. Pierre Gravelle, entonces subsecretario de finanzas canadiense, resolvió de un solo tajo al suprimir el impuesto equivalente al IEPS para dejar el precio de los cigarros en montos similares a los contrabandeados. El resultado no sólo fue el de acabar prácticamente con el contrabando, sino el de incrementar la recaudación del IEPS de ese país.
El crecimiento sostenido de la importación ilegal de este dañino producto revela que, hasta en tanto no se reduzca la carga fiscal a los tabacos, subsistirá el problema detectado por la Cofepris, quien de paso, deja ver una enorme corrupción en las aduanas nacionales, las que además del IEPS y del IVA, no están recaudando los correspondientes impuestos de importación.
Sería oportuno que la Cofepris, en adición al número de marcas ilegales que aparecen semanalmente, nos dé a conocer los efectos que dicha reforma fiscal de 2011 tuvo sobre el tabaquismo o si, efectivamente, se destinaron los recursos calculados en la recaudación del IEPS a combatir a esta terrible adicción. Creo que tampoco se requiere ser adivino para responder estos cuestionamientos.