No hacer nada no es solución: Esperar puede salir más caro

Se prefirió no actuar nuevamente a pesar de que el riesgo Trump se ha materializado, posiblemente bajo la creencia de que la volatilidad puede ser transitoria o solo una sobre reacción del mercado
13 Noviembre, 2016

Como bien lo alcanzamos a ver, la relativa calma financiera un día después de los resultados de la elección estadounidense resultó ser solo un evento transitorio––al menos para los mercados mexicanos. Esta aparente pausa no solo pudo haber engañado a más de uno sino incluso pudo haber inducido un sentimiento de “vale más esperar que actuar anticipadamente”.

La realidad es que el fenómeno Trump ha llegado, se ha materializado y, con ello la probabilidad de riesgos para la economía mundial ha aumentado, particularmente para México dado los impactos negativos que la economía recibirá de materializarse las amenazas de campaña del ahora presidente electo de los Estados Unidos.

La reacción de las autoridades mexicanas, una vez confirmado el riesgo Trump para los próximos cuatro años, fue no hacer nada y dejar a los mercados con plena libertad de especular. La inacción no solo introdujo desilusión y falta de confianza por parte de los mercados, por lo que la inestabilidad ha regresado. Pero también deja la impresión de que las autoridades prefieren “esperar” antes que actuar preventivamente, como lo han argumentado desde finales del año pasado cuando se decía que era más costoso actuar anticipadamente, posiblemente creyendo que al final no iba a pasar nada.

El costo de esperar, y consecuentemente jugar la apuesta de que no va a pasar nada, tiene el gran riesgo no solo de desafiar a los mercados sino incluso de resultar mayor al que hubiera existido de haber actuado preventivamente. Así sucedió a finales del 2015 cuando se prefirió no subir la tasa de interés en anticipación a la Fed. Al final el mercado ganó la apuesta porque el alza de tasas tuvo que ser mayor y de manera precipitada: el costo fue mayor y más agresivo para el país.

En esta ocasión, se prefirió no actuar nuevamente a pesar de que el riesgo Trump se ha materializado, posiblemente bajo la creencia de que la volatilidad puede ser transitoria o solo una sobre reacción del mercado. El riesgo Trump es real, y ya llegó, y pone a México en una situación muy delicada no solo por las posibles medidas anti comercio y migración, sino porque el país adolece de fortalezas internas.

Lo peor que le puede pasar a un país es enfrentar un choque externo cuando su economía sufre desequilibrios fiscal y externo, aceleración de la deuda, inflación al alza y, crecimiento mediocre. Desafortunadamente, México se enfrenta al riesgo Trump en condiciones de creciente vulnerabilidad. Y esto hace que México sea el país que puede resultar más afectado de materializarse las amenazas planteadas en campaña por el ahora ya presidente electo de los Estados Unidos.

México no tiene fortalezas internas que le permitan enfrentar el riesgo externo de mejor manera. Una tercera parte de los recursos de que se dispone son prestados, y las otras dos terceras partes son reservas que se pueden ir en cuanto los inversionistas decidan sacar su dinero. Además, la reticencia a usar la tasa de interés como mecanismo de defensa ha deteriorado la competitividad de las inversiones en pesos.

Sin embargo, el país tiene experanzas no solo de que el presidente estadounidense pudiera moderar sus ideas y planes, sino incluso de poder utilizar mecanismos de defensa más allá de reforzar la disciplina macroecómica que hasta ahora se encuentra incompleta. Si el vendaval financiero empeora, México no tiene mayor opción que apretarse el cinturón. No existe margen fiscal ni monetario para contrarrestar el choque. Hacer lo contrario sería un error que tendría un costo mucho mayor para el país.

En el caso del muro fronterizo, México no puede hacer nada. En el tema de las remesas no hay mucho que hacer. En el asunto del TLC, lo único que queda es dialogar y negociar. Sin embargo, con respecto al impuesto de 35% a las exportaciones mexicanas, México puede defenderse con guante blanco.

El país puede perfectamente contrarrestar la pérdida de competitividad de las exportaciones, ante el impuesto de 35%, si se permite que el tipo de cambio se deprecie en una magnitud similar. Posiblemente esta pudiera ser la idea detrás de la decisión monetaria de no haber actuado y no hacer nada para contrarrestar la caída del peso. Al final, todo parece haberse dejado a la especulación.

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Twitter:  @AlfredoCoutino

Web:  www.AlfredoCoutino.com

*/ Director para América Latina en Moody’s Analytics. Las ideas expresadas son de la exclusiva responsabilidad del autor y de ninguna manera deben ser atribuidas a la institución para la cual trabaja.

Alfredo Coutiño Alfredo Coutiño Economista por la UNAM, maestro en Economía por el ITAM y doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Madrid. Es director para América Latina de Moody's Analytics, subsidiaria de la calificadora Moody's Corporation, desde 2005 en donde lidera el análisis, modelos y pronósticos para América Latina. Fue director de Ciemex-Wharton Econometrics.