Industria mexicana en recesión por la transición política

12 Febrero, 2014

El año pasado la economía mexicana no escapó de la tradicional desaceleración producida por el cambio de gobierno, la cual se ha presentado en al menos los últimos 20 años. Esta vez nada fue diferente, lo cual refleja que el nuevo gobierno fue también sorprendido por la realidad económica del pasado, una lección que no debió haberse ignorado. Como resultado, la economía se desaceleró de manera significativa en el año, siendo la industria el sector más afectado por el impacto contraccionario de la transición política.

El país celebra elecciones presidenciales cada seis años, lo cual hace que el ciclo político se presente con fuerza tanto en el último año del gobierno saliente como en el primer año del gobierno entrante. Así, en el último año de gobierno, la economía se beneficia del gasto público y privado que sirve tanto para financiar las campañas políticas como el proceso electoral. Mientras que en el primer año de gobierno, la economía sufre las interrupciones generadas por el retraso tanto en el presupuesto federal como en las decisiones de consumo e inversión del sector privado. De esta forma, el ciclo político ha sido un determinante importante del desempeño de la economía cada seis años de cambio de gobierno, una lección que parece ser ignorada u olvidada.

En el 2013 un nuevo gobierno arribó al poder, cargado con una agenda de reformas que generó euforia en los mercados. A pesar de ello, la economía una vez más se convirtió en víctima de la transición política, ya que el tradicional retraso en la ejecución del presupuesto federal ocasionado por el cambio de equipo político y económico afectó tanto al consumo como la inversión interna. Como consecuencia de ello, la industria nacional empezó a decrecer desde diciembre del 2012 –mes en que el nuevo gobierno tomó posesión– y la contracción se extendió a lo largo del año con una caída anual de 0.7%. La recesión industrial del año fue liderada por la construcción que se contrajo 4.5%, ya que es una actividad fuertemente ligada a la inversión pública en infraestructura. La minería también se contrajo, tanto por factores internos como externos.

La versión oficial –como también los mercados– le atribuye un peso importante al lento crecimiento de la economía estadounidense. Sin embargo la evidencia existente no parece apoyar este punto de vista. En primer lugar, la economía estadounidense continuó recuperándose en el 2013 al crecer 1.9% contra un 2.8% en el 2012. Así, el ajuste a la baja en el crecimiento estadounidense de solo 0.9 puntos porcentuales no alcanza a explicar la tremenda desaceleración de la economía mexicana desde un 3.9% en el 2012 hasta casi un 1.0% en el 2013. En segundo lugar, las exportaciones manufactureras mexicanas continuaron creciendo en el 2013, indicando que el mercado estadounidense continuó beneficiando a la economía mexicana en lugar de frenarla. Ciertamente, las exportaciones manufactureras crecieron a la mitad de lo que crecieron en el 2012 (4.2% contra 8.4%), pero el crecimiento de la economía fue casi cuatro veces menor en el 2013. De hecho, de no haber sido por el crecimiento manufacturero, la economía mexicana podría haber quedado estancada.

Por lo tanto, la debilidad económica mexicana poco tiene que ver con la economía estadounidense; por el contrario, es mayormente explicada por la transición política que nuevamente sorprendió al gobierno.

Alfredo Coutiño Alfredo Coutiño Economista por la UNAM, maestro en Economía por el ITAM y doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Madrid. Es director para América Latina de Moody's Analytics, subsidiaria de la calificadora Moody's Corporation, desde 2005 en donde lidera el análisis, modelos y pronósticos para América Latina. Fue director de Ciemex-Wharton Econometrics.