"En caso de sismo, no cruce el puente". Lo que ocurrió en el Tec de Monterrey
De repente los puentes se cayeron.
Por años los estudiantes del Tecnológico de Monterrey Campus Ciudad de México habían escuchado que sus edificios eran más fuertes de lo que parecían, que su construcción tenía un sistema subterráneo que los hacía completamente seguros.
Pero las fortalezas mostraron su debilidad. A las 6:30 de la mañana del 20 de septiembre la escuela dio a conocer en un comunicado que cinco personas fallecieron dentro de las instalaciones tras el sismo de 7.1 grados que el día anterior a las 13:14 horas cimbró a la Ciudad de México y a los estados circunvecinos.
Los relucientes edificios del hermoso campus universitario ubicado al sur de la Ciudad de México resistieron el duro embate de la naturaleza; pero los puentes que conectaban tres edificios simplemente se desmoronaron.
Se sabía que esos puentes eran puntos frágiles. Allí estaban las advertencias de letreros que parecían profetizar lo que finalmente ocurrió: “En caso de sismo no cruce el puente”. El asunto es que nunca se sabe cuándo ocurrirá un evento de esta magnitud. Peor aún. La belleza panorámica que ofrecían los puentes era tal que casi se antojaba inevitable detenerse para contemplar o tomar fotografías del lugar.
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El repentino movimiento telúrico de grandes proporciones que ni siquiera dio tiempo para que sonaran las alarmas sísmicas, hizo de los puentes una trampa mortal. Al momento del sismo había personas cruzando, cuenta Zaida Chávez, alumna de la carrera de Comunicación.
Chávez habló con compañeros a quienes el sismo los sorprendió caminando por los puentes pero “alcanzaron a correr”. En los segundos transcurridos de pánico, no pudieron confirmar si todos los que cruzaban el puente efectivamente alcanzaron a llegar al edificio o fueron parte del saldo rojo del sismo de este martes 19.
La destrucción provocada por el sismo movió a profesores, estudiantes y personal del Tecnológico a remover escombros y a rescatar a los heridos del Campus. A por lo menos cuatro de ellos lograron sacarlos debajo de los escombros antes que llegara el personal de la Marina quienes continuaron los trabajos de remoción y rescate a puerta cerrada en el Campus que se ubica en Tlalpan, rumbo a Xochimilco, una de las zonas de la ciudad en las que el sismo se sintió con mayor fuerza.
Las autoridades del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey -mejor conocido como TEC- informaron con precaución ante la dimensión de los daños y de las posibles víctimas. Los primeros reportes oficiales de la escuela, a las 19:40 horas del 19 de septiembre, confirmaban un muerto y 40 heridos. Pero casi cinco horas después el saldo de muertos aumentó hasta llegar a cinco, mientras que la lista de heridos no se modificó.
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La información comenzó a fluir por las redes sociales. Las listas de desaparecidos y personas enviadas a hospitales comenzaron desplegarse entre la comunidad de estudiantes, profesores y sus familiares. Poco a poco aquellos que se encontraban desaparecidos comenzaron reportarse o a ser localizados en casas de otros estudiantes; sin embargo -a esta hora- aún hay personas no localizadas.
Una lista actualizada hasta la 13:45 horas del miércoles 20 de septiembre da a conocer de 34 personas de las que no se tiene información. Dado que el suministro de energía eléctrica fue limitada por razones de seguridad en la zona, es probable que algunos de ellos se encuentren incomunicados ante la falta de electricidad para cargar las baterías de sus teléfonos móviles.
SIMULACROS RECURRENTES
El Tecnológico se ha caracterizado por contar con programas y sistemas de seguridad en sus campus. Los simulacros para enfrentar sismos o incendios son recurrentes en el Campus Ciudad de México. Los instructores insisten a los estudiantes en no salir de los salones de clase hasta que la alarma o el sismo termine. Sin embargo, cuando ocurre un sismo los plafones de los techos caen y algunos estudiantes entran en crisis.
El 19 de septiembre los alumnos que se encontraban en Aulas 2 -el edificio que resultó más dañado- no pudieron salir, solo aquellos que estuvieron en los pasillos o en la planta baja. De acuerdo con el testimonio de Zaida, el equipo de protección civil se dirigió con colchones hacia esta área.
Y es que cuando la tierra dejó de moverse, los estudiantes que se mantuvieron en los salones descubrieron que en donde hace un minuto había puentes, ahora solo existía un espacio vacío entre ellos y sus compañeros del edificio de al lado. Pero al fondo, había una pila de escombros que muy probablemente cubría a sus compañeros.
Algunos que quedaron atrapados entre escombros fueron reconocidos al mismo tiempo en que los estudiantes comenzaron a bajar de los edificios por las escaleras laterales a los puentes, una vez que se detuvieron los movimientos telúricos.
El sismo de 7.1 grados Richter con epicentro a 12 kilómetros de Axochiapan, Morelos, había hecho sus estragos en el sureño campus educativo. La comunidad se reunió en el helipuerto -dentro de las instalaciones- donde permanecieron cerca de dos horas- mientras que el personal de protección civil pasaba lista a los presentes que se encontraban a salvo. Pronto arribaron al campus familiares preocupados por la vida de los muchachos a quienes recogieron en el estacionamiento de la Calle del Puente.
En las oficinas de la universidad, las fotografías muestran a través de los cristales cómo los libreros y los plafones terminaron en el piso. Desde el exterior del enorme campus se pueden apreciar los edificios de Preparatoria en rosa y amarillo brillante con resquebrajaduras en sus muros, aunque nada comparado con los puentes que se desplomaron.
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Sólo 130 kilómetros separan al Campus Ciudad de México del Tec de Monterrey al lugar del epicentro de uno de los sismos más poderosos que se han sentido en la capital del país. Un sismo que ha dejado profundas heridas en una de las comunidades académicas y estudiantiles más grandes del país. Mientras tanto, los equipos de la Marina y Protección Civil siguen removiendo escombros intentando restablecer una normalidad que tardará en llegar.
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