La élite mexicana ya tiene libre el 17 de enero, murió el arzobispo Antonio Chedraoui
Una señal inequívoca de pertenecer a la élite del país era recibir la invitación para la comida anual que organizaba Antonio Chedraoui.
El arzobispo metropolitano de la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa de Antioquía para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe, llevaba a cabo con puntualidad el que, quizá, era el onomástico más famoso del país por la exclusividad de la convocatoria.
El ágape, que los medios de comunicación convertían en pasarela, se realizaba religiosamente cada 17 de enero. Lloviera, tronara o relampagueara, político, empresario, líder religioso y activista que se respete debía estar ahí o al menos ser invitado.
El miércoles 14 de junio de 2017 murió Antonio Chedraoui, el protagonista de esos festejos, a causa de cáncer de pulmón y la primera señal de que su salud había decaído fue que, por primera vez en el siglo, este año no se llevó a cabo la tradicional comilona.
“Hay que ser ricos de corazón, ricos de espíritu, no adorar al dinero. Usemos la paz y la misericordia”, dijo el 17 de enero de 2016 el líder religioso que año con año convocaba a entre 1,000 y 3,000 personas a la celebración que se llevaba a cabo en las inmediaciones de la Catedral de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, ubicada en el fraccionamiento Bosque Real, en el municipio mexiquense de Huixquilucan.
En 2016 se llevó a cabo el último festejo. Eruviel Ávila y Alfredo del Mazo acudieron a dar su respeto al líder religioso.
El lugar donde se realizaba la comida se volvía una fortaleza; elementos de Seguridad Pública del Gobierno del Estado de México se encargaban de vigilar los alrededores de la sede, a donde llegaban helicópteros por decenas.
Para ingresar, cada invitado tenía que pasar por una mesa de registro y luego, con boleto personalizado en mano, pasar un filtro de seguridad en el que también participaban policías mexiquenses.
Por estar en su territorio no podía faltar el gobernador mexiquense en turno a la comida de Chedraoui. Año con año hicieron presencia Arturo Montiel, Enrique Peña Nieto y Eruviel Ávila; simple y llanamente tenían que estar ahí para dejar patente su respeto al líder religioso. Su presencia era obligada como si se tratara de su informe de gobierno.
Alfredo del Mazo, gobernador electo del Estado de México, se quedará con las ganas de asistir como mandatario, pero fue cliente frecuente de esas comidas ya sea como alcalde, diputado y funcionario del gobierno federal.
La última comida
“Si estoy en donde estoy es gracias a mis amigos, que me quieren y los quiero. En estos días estamos viviendo momentos difíciles porque vemos ese afán de desaparecer los valores humanos”, dijo en su último festejo año y medio antes de su muerte.
El poder de convocatoria del líder religioso era tal, que priistas, panistas y perredistas hacían a un lado sus diferencias ideológicas para compartir el pan y la sal en la comida anual de la élite mexicana… esos eran sus amigos.
Invitación para la comida de 2016. Quien la recibió pertenece a la élite del poder.
Entre 2006 y 2016 nunca acudió a la comida un presidente en funciones pero siempre, sin falta, enviaba a un representante. El año pasado esa tarea recayó en el secretario de Desarrollo Social, José Antonio Meade, aunque a media comida, desde Catar, el presidente Peña Nieto llamó a Chedraoui para felicitarlo.
Premonitoria fue la imagen de la comida de ese año: el gobernador Eruviel Ávila le levanta la mano a Chedraoui, a su lado el aún diputado federal Alfredo del Mazo sonríe…. Estaba en la mesa de honor y tenía los reflectores frente a él.
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En esa ocasión también tuvieron un lugar en la mesa principal la entonces procuradora General de la República y hoy secretaria de la Función Pública, Arely Gómez; la secretaria de Gobierno de la Ciudad de México, Patricia Mercado; el ex obispo de la diócesis de Ecatepec, Onésimo Cepeda; la diputada federal, Ivonne Ortega; el presidente del partido Nueva Alianza, Luis Castro; y el entonces presidente del PRD, Agustín Basave… todo un cóctel ideológico rodeando al líder religioso.
Los otros festejos
En 2015 le tocó al secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, ser el representante del presidente Peña Nieto en la comida; en esa ocasión el mensaje de Chedraoui fue en torno a la situación de inseguridad que vive el país.
“Tenemos que pensar un poco en el país. México no es país de delincuencia, no es un país de vandalismo, no es un país de secuestros. México es un país de paz, de amor y así debemos de seguir en este camino", dijo en su mensaje anual.
… y así podemos seguir. Año con año la pasarela; año con año la reseña de quienes fueron y el cuchicheo de los que ya no fueron convidados; porque eso sí, ser invitado a la comida de Chedraoui no era garantía de impunidad: ya que en alguna ocasión se vio por ahí al ahora exgobernador de Quintana Roo, Roberto Borge, o al poblano Mario Marín.
Ahora está detenido en Panamá, pero en alguna ocasión Roberto Borge, exgobernador de Quintana Roo, festejo con Chedraoui.
Invitado frecuente que algunos años iba y otros no, era el empresario Carlos Slim. Quien casi nunca faltó fue la ex primera dama Marta Sahagún y el cardenal Norberto Rivera.
¿Qué fe profesaba?
Antonio Chedraoui fue líder religioso de una iglesia que no tiene muchos fieles en México pero que forma parte del cristianismo, fe que profesa la mayoría de los habitantes del país.
En los primeros mil años de cristianismo, la iglesia Católica Ortodoxa y la Iglesia Católica Romana eran una sola; debido a esto ambas iglesias comparten muchas cosas en común, pero existen diferencias notables entre ellas.
Tras varios desencuentros y conflictos entre la iglesia ortodoxa y cristiana, se separaron en el llamado “cisma de Oriente y Occidente” el 16 de julio de 1054. El cristianismo ortodoxo se difundió por Europa oriental gracias al prestigio del Imperio Bizantino.
Arturo Montiel acudió varias veces ya como exgobernador mexiquenses a la fiesta en Quinta Real.
Actualmente esta religión es la que tiene más fieles en países como Rusia, Bielorrusia, Bulgaria, Chipre, Georgia, Grecia, Moldavia, Montenegro, Macedonia, Rumania, Serbia y Ucrania.
En México, menos de 0.5% de la población la profesa.
Más allá de las comidas
Nacido en la ciudad de Trípoli, Líbano, en el año 1932, Antonio Chedraoui llegó a México en 1966 y 28 años más tarde obtuvo la nacionalidad mexicana.
“Mis raíces siguen más fuertes ahora; llevamos la sangre libanesa pero todo somos mexicanos y damos la vida por nuestra patria: México”, declaró en una de sus últimas apariciones públicas en septiembre de 2016.
Vivió en su país natal hasta que se mudó a Grecia para estudiar la licenciatura en Teología y Filosofía en la Universidad de Atenas.
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El 20 de julio de 1952 fue ordenado diácono y el 29 de agosto de 1958 recibió la Orden del Sacerdocio siendo nombrado archimandrita (monseñor) de la iglesia Ortodoxa.
El 5 de junio de 1966 fue consagrado obispo, recibiendo el nombramiento de vicario patriarcal para México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe.
Entre los diversos puestos que ha ocupado se encuentran el de secretario particular del Arzobispo de Trípoli y presidente del Juzgado Espiritual, desde 1957 hasta 1959. Fue superior de un monasterio y secretario particular del patriarca de 1959 a 1962.
Ha tenido relaciones con la mayoría de los presidentes de Líbano desde 1950 hasta la fecha y se ha entrevistado con diversos jefes de Estado como los reyes de Grecia, Pablo y Federica.
Considerado también como uno de los líderes más destacados de la colonia libanesa en México aseguraba que tuvo el privilegio de contar con la amistad de los presidentes de México, desde Gustavo Díaz Ordaz hasta Enrique Peña Nieto.
Su poder de convocatoria hacía que gobernadores viajaran de su entidad al Edomex para acudir a la comida anual.
El día 12 de junio de 1996 el Santo Sínodo del Patriarcado de Antioquía elevó el obispado de México, Venezuela, Centroamérica y el Caribe a la categoría de Arzobispado y lo nombró como arzobispo metropolitano, según la biografía de Chedraoui que se lee en la página de internet de la iglesia ortodoxa en México.
El 18 de octubre de 2011 encabezó la inauguración de la Catedral de San Pedro y San Pablo en Huixquilucan y agradeció a todos sus amigos su contribución “directa o indirecta” a la construcción.
Acostumbrado a codearse con la élite del país, no parecía estar muy dispuesto a acatar la prohibición para las instituciones religiosas de inmiscuirse en asuntos de política interna.
“Con frecuencia, la sotana impide ver que el clérigo es un miembro de la sociedad, que es un ciudadano y libre antes que eclesiástico (…). Entonces si es tan ciudadano como tú o como él o como yo ¿por qué negarle el derecho de hablar de expresar sus opiniones?”, aseveró en la comida de 2011.
“Para hacer callar a la iglesia no falta el que aduce que somos un Estado laico; por favor, en Europa hay Estados laicos y nunca le tapan la boca a los líderes religiosos ni les prohíben expresarse y defender sus principios morales”, añadió.
Al menos en su comida cumpleañera anual decía lo que quería, tenía acceso a las más altas esferas del poder, probablemente influía y dejaba clara su opinión. Al final nadie lo calló, solo la muerte.
Con el fallecimiento de Antonio Chedraoui los políticos, líderes religiosos, gobernadores, diputados, senadores, activistas y empresarios más prominentes del país tienen una tarea: liberar de su agenda cada 17 de enero.
MÁS INFORMACIÓN: Página web de la Iglesia Católica, Apostólica, Ortodoxa de Antioquía, fecha de consulta, 14 de junio de 2017.
MÁS INFORMACIÓN: Panorama de las religiones en México, Inegi, 2010.