Impuestos a millonarios abatirían desigualdad y riqueza extrema dice Oxfam, pero falta voluntad política

70 mil millones de dólares anuales se generarían si se aplicará un impuesto de 1.5% sobre la riqueza de todos los listados en la revista Forbes con una fortuna superior a los mil millones de dólares.
17 Enero, 2017 Actualizado el 17 de Enero, a las 22:14
La concentración extrema de la riqueza tiene solución, pero la complicidad entre la élite de millonarios y los gobiernos impiden imponerla.
La concentración extrema de la riqueza tiene solución, pero la complicidad entre la élite de millonarios y los gobiernos impiden imponerla.
Arena Pública

La concentración extrema de la riqueza tiene solución, pero la complicidad entre la élite empresarial y los gobiernos impide ejecutarla.

La respuesta está en la política tributaria.

Aumentar los impuestos sobre la riqueza, por ejemplo, a los rendimientos de capital, la propiedad y la herencia, son una solución totalmente asequible, asegura Oxfam en su más reciente informe “Una economía para el 99%.”

Existe un margen real para elevar el tipo máximo del impuesto sobre la renta entre el 50% y el 70% -dependiendo del país que se trate- confirma el Fondo Monetario Internacional.

Pero las propuestas fiscales para imponer tributos a los más ricos se topan con un techo que les impide cristalizarse: las estrechas relaciones entre multimillonarios y gobernantes que debilitan la voluntad política para enfrentar el poder empresarial y han dado pie al llamado capitalismo clientelar, aquel donde el éxito de los negocios depende de la relación entre ambos y no del talento.

En México como en otros países la élite empresarial conserva una estrecha relación con el Presidente y sus principales funcionarios.

Cada año los altos funcionarios en turno sostienen reuniones privadas con el Consejo Mexicano de Negocios, el grupo empresarial que reúne a los principales magnates del país: Carlos Slim Domit, presidente de Telmex y América Móvil; Daniel Servitje Montull, presidente de Grupo Bimbo; Alberto Baillères, presidente de Grupo Bal, por mencionar algunos.

Incluso la fortuna de algunas de las familias más ricas de México tuvo sus orígenes en concesiones otorgadas por el gobierno en el pasado, las más conocidas son las de telecomunicaciones otorgadas a la familia Slim y los Azcárraga que posteriormente se convirtieron en América Móvil y Televisa ó las concesiones mineras otorgadas a los Baillères y Larrea que hoy son los emporios mineros de Fresnillo PLC y Buenavista del Cobre.

 

Fisco, poderosa arma para limitar la riqueza excesiva

Prestigiados economistas como Thomas Piketty y organismos de talla mundial como el Fondo Monetario Internacional han impulsado diversas propuestas fiscales para abatir la riqueza excesiva, algunas de ellas han tenido repercusión en países de la Unión Europea pero poco éxito en América Latina.

Un impuesto de 0.5% sobre el valor de las transacciones financieras de acciones, bonos, moneda extranjera y derivados propone el Fondo. El tributo afectaría sólo a las personas más ricas de la sociedad y es altamente progresivo, es decir, entre más recursos se tenga más se pagará.

Si el tributo propuesto por el Fondo Monetario se aplicara, tan sólo en Estados Unidos podría generar 350 mil millones de dólares anuales.

Una tasa global sobre la riqueza ha propuesto el francés Thomas Piketty. Retomando su idea Oxfam calculó que se generarían 70 mil millones de dólares anuales si se aplicará un impuesto de 1.5% sobre la riqueza de todos los listados en la revista Forbes con una fortuna superior a los mil millones de dólares.

Un recurso suficiente para la escolarización de todos los niños del mundo. La medida es totalmente factible ya que los multimillonarios suelen obtener retornos de entre el 5% y el 10% de su riqueza, asegura el informe de la organización.

El año pasado 14 personas representaron al país dentro de la lista Forbes de los más ricos del mundo.

De ejecutarse, en México tendrían que pagar un impuesto a la riqueza personajes como Carlos Slim Helú, propietario de Telmex, Telcel y Sanborns; Eva Gonda Rivera, propietaria de la embotelladora y distribuidora de Coca Cola más grande de América Latina; Ricardo Salinas Pliego, propietario de Tv Azteca y Elektra y Antonio del Valle Ruiz, propietario de Mexichem, entre otros.

Empresarios como Bill Gates han reconocido que si bien las donaciones que hacen los multimillonarios son un gesto loable, no sustituyen una política fiscal justa. 

La otra propuesta tributaria aplicable a los más ricos es el llamado impuesto sobre la riqueza anónima, una idea del economista James S. Henry.

Entre 50 y 60 mil millones de dólares anuales se podrían recaudar si se aplicará un impuesto de 0.5% sobre los activos escondidos en sociedades pantalla, fideicomisos y fundaciones a los 50 bancos privados, gestores patrimoniales, fondos especulativos y empresas de seguros más grandes del mundo.

El impuesto sobre la riqueza anónima equivaldría al 10% del beneficio anual que generan los multimillonarios por activos ocultos en paraísos fiscales.

Pero como las otras propuestas de impuesto requiere de voluntad política, pues para que fuera posible tendría que hacerse un acuerdo entre un pequeño número de países ricos que son el destino final de esa riqueza anónima.

Si este impuesto existiera empresarios como Carlos Hank Rhon, propiestario de Grupo Financiero Interacciones; Alfonso de Angoitia, vicepresidente ejecutivo de Televisa; Juan Armando Hinojosa Cantú, propietario de Grupo Higa o Emilio Lozoya, ex director de Petróleos Mexicanos, hubieran tenido que pagarlo.

Todos ellos invirtieron parte de sus fortunas en empresas offshore, estructuras complejas que permiten administrar millones de dólares fuera del alcance del fisco mexicano, a través del despacho de abogados panameño Mossack Fonseca. Sus nombres fueron dados a conocer en el trabajo periodístico conocido como los Papeles de Panamá.

El impuesto también aplicaría a las empresas más poderosas del país, pues la mayoría de estas cuenta con fundaciones: Cinépolis, Grupo Carso, Grupo México, Coca Cola de México, son ejemplo de ellas.

El impuesto sobre la riqueza anónima no solo aumentaría la recaudación, incrementaría los costes del secreto bancario lo que actuaría como incentivo para que la titularidad real de los activos fuera declarada, asegura el informe de Oxfam.

Si bien la imposición de nuevos impuestos a los más ricos es una opción para la redistribución de los ingresos, la política fiscal mexicana tiene antes como reto eliminar los recovecos que existen en la normatividad a través de los cuales los contribuyentes pueden eludir el pago de impuestos, mismos que utilizan tanto quienes generan ganancias millonarias como los ciudadanos de a pie.

Como uno de los países más desiguales de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el fisco mexicano tiene un especial reto redistributivo, pues en el mismo territorio conviven cuatro hombres cuya riqueza representa el 9% del PIB y más de 50 millones de personas pobres que representan poco más de la mitad de la población, de acuerdo con datos de Oxfam.

 

A FONDO: Una economía para el 99% , OXFAM, enero de 2017

MÁS INFORMACIÓN: Desigualdad del Ingreso y el Papel del Gobierno en México, 26 de abril de 2016

MÁS INFORMACIÓN: Reducir la desigualdad beneficia al crecimiento económico, según el FMI, 19 de juio de 2015

MÁS INFORMACIÓN: La desigualdad en México le resta crecimiento a su economía, 10 de diciembre de 2014

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