División de colonias por clases sociales impide el desarrollo de las ciudades
Las clases sociales no conviven.
Es más probable ser testigo de la historia de una chica pobre que se casa con un joven rico frente al televisor que en la vida real.
La división de la ciudad en vecindarios de ricos y pobres es una característica inherente a su crecimiento, incluso se da de manera natural, sostiene el informe “Ciudades al servicio de todos: datos y medidas para un crecimiento inclusivo,” elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Al asociarse con gente de sus mismas características la gente se siente más segura, se reducen los conflictos y se facilita la generación de lazos sociales, dice el informe.
El problema de esta división es que limita a los pobres el acceso a oportunidades y servicios que los impulsarían a salir de esa condición social, poniéndolos en una situación de desventaja frente a los ricos. Al profundizarse, se convierte en un círculo vicioso que puede obstaculizar el crecimiento económico de una región.
La profundización de esta segregación hace que tanto ricos como pobres vivan en una especie de enclaves donde las oportunidades o la falta de estas se potencian. El joven rico se casa con su vecina, que también lo es e incrementan su fortuna y viceversa.
Estudios han demostrado que en barrios con alta concentración de pobreza se limita la movilidad social de sus habitantes y existen altos índices de delincuencia, señala el informe.
Los estudios sobre los efectos de vivir en ciertos vecindarios -aunque todavía no son contundentes- sugieren que vivir en un barrio donde hay concentración de pobreza tiene efectos negativos en la salud, el ingreso, la educación y el bienestar en general.
La división de barrios por clases sociales incrementa la desigualdad entre vivienda asequible, tipo de trabajo al que se puede acceder e ingresos. Por ejemplo, es probable que los empleadores elijan a la gente que reside en los lugares donde se ubica el centro de trabajo, que a quienes viven en suburbios, alejados de ahí.
Esta falta de oportunidades laborales puede convertirse, a su vez, en un obstáculo para el desarrollo económico de las áreas metropolitanas, pues la concentración de pobres urbanos en una región reduce los impuestos que los Ayuntamientos pueden cobrar para financiar la infraestructura y los servicios, asegura el informe.
Inclusión en ciudades mexicanas
En México, Hermosillo y Veracruz son las ciudades que han generado el crecimiento económico más incluyente, de acuerdo con la Organización, pues el crecimiento anual promedio de su PIB percapita ha un mayor número de sus habitantes.
Tuxtla Gutiérrez es el caso opuesto, una ciudad donde no crece su PIB percapita y por tanto la economía de sus habitantes no mejora.
También están los casos de ciudades como Querétaro y San Luis Potosí, cuyo PIB percapita ha crecido anualmente, pero esa prosperidad económica de la entidad no ha alcanzado en igual proporción a sus habitantes.
Unidad de las autoridades, una solución
Para solucionar la desigualdad que se fomenta con la segregación de colonias, es crucial que las autoridades de los distintos niveles de gobierno se coordinen para generar políticas estructurales urbanas, propone la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.
Es deseable que se creen estructuras de gobernanza metropolitana y que se implementen sistemas de compensación fiscal intra-metropolitanas, puesto que los costos y beneficios de los servicios públicos normalmente van más allá de los límites municipales, asegura la Organización.
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