No hay una idea clara sobre el rumbo del país: Jacques Rogozinski
A mí no me queda claro hacia dónde queremos ir como país. No hay una visión definida y clara; ése es uno de los problemas.
La respuesta es directa, sin rodeos. No proviene de un opositor, no formalmente; ni de un investigador universitario de la ciencia política.
Las palabras son de Jacques Rogozinski Schtulman, el director de Nacional Financiera, el banco de desarrollo más grande del país y uno de los pivotes más importantes de la recién aprobada reforma financiera.
Reflexiona, se acomoda en la silla de aquella sala de juntas en la que se realiza la entrevista y suelta la voz con fuerza. “Primero tenemos que definir qué queremos hacer”. Su respuesta llama la atención viniendo de un funcionario público de alto nivel.
¿Acaso no se ha definido que se quiere hacer? Se le pregunta. “A mí no me queda claro hacia dónde queremos ir como país. Hay, en estos momentos, una definición mayor de que por lo menos empecemos a utilizar los insumos que estaban guardados. Cómo usarlos es el siguiente paso. Siento que México está en una encrucijada definiendo todo este tipo de cosas”.
Queremos seguir a EU, pero no podemos
Nació en París y está a punto de cumplir 65 años. Naturalizado mexicano Rogozinsky proyecta vitalidad. No da lugar a descansos en su conversación: atento, explica, manotea, interrumpe, se apasiona sobre todo cuando alguna pregunta le incomoda.
Su más reciente libro que lleva un título tan poco convencional como extenso: Mitos y mentadas de la economía mexicana. Porqué crece poco un país hecho a la medida del paladar norteamericano, es el pretexto perfecto para conversar acerca del convulso México de estos días.
Desconfianza, crecimiento económico, corrupción, talento, cultura y visión de país son los temas más recurrentes en la plática.
¿Acaso está vigente aquella pregunta de la portada del libro? Se le inquiere. “Por supuesto que sí y va a seguir viva siempre” responde casi sin pensarlo.
“Tienes la frontera con Estados Unidos; tienes un montón de estudiantes que están en puestos importantes dentro del gobierno federal o de las mismas universidades, y la gran mayoría se han hecho en universidades norteamericanas. El modelo norteamericano de crecimiento se basa en el consumo y en estar endeudado de forma permanente”, explica con múltiples ejemplos sacados de sus propias vivencias en el gigante del norte.
Rogozinski fue vicepresidente ejecutivo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y en los últimos 12 años –antes de asumir la dirección de Nacional Financiera invitado por el hoy secretario Luis Videgaray- fue director de la Corporación Interamericana de Inversiones del propio BID.
A la pregunta de si México está siguiendo a pie juntillas el modelo estadounidense, responde con un contudente ‘no’. “En el libro se quiere decir que queremos seguir el modelo norteamericano, pero no se puede: primero, porque esa economía fue basada en la inmigración calificada y no calificada. México nunca le ha abierto las puertas a la migración calificada. Si algo teníamos en México era cerrarles la puerta a los inmigrantes calificados. Los únicos inmigrantes que México permitió no fueron por razones de crecimiento económico, sino por razones totalmente humanas”, dice ejemplificando con la llegada de refugiados españoles y chilenos a México por razones humanitarias.
Jaques Rogozinski sabe de eso. A los 25 años, siendo francés de nacionalidad, pidió al gobierno mexicano su naturalización. El 3 de octubre, cinco días antes de su cumpleaños, la petición se publicó en el Diario Oficial de la Federación.
Pero su intensidad, que a ratos raya en la confusión por las ideas que se agolpan en su mente y que quiere transmitir, llega incluso hasta su hoja curricular. Es un administrador de empresas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), se lee en su biografía publicada en el portal de internet de Nacional Financiera. Pero en 2002 el propio ITAM le otorgó el Premio al Mérito Profesional en su calidad de ex alumno de Economía (69-73) y de Matemáticas Aplicadas (74-76).
Somos un país de 6 años
Asiente que México expulsa a sus mejores talentos y emprendedores precisamente por la carencia de visión de largo plazo. “Sin la menor duda”, dice.
“No tenemos una política de atracción y mucho menos podemos recuperar a nuestros emprendedores”
El gran problema es que muchos emprendedores mexicanos tienen que ir a buscar a otros lugares las oportunidades que aquí no tienen, comenzando por el capital que requieren.
“Es muy difícil. En otros países la inyección económica no solamente proviene de programas gubernamentales para nuevos proyectos, sino el sector privado y la banca comercial tienen injerencia. La pregunta es ¿Por qué en México no? Aquí viene otra vez la palabra desconfianza”
Se le recuerdan las cifras de Inegi sobre la caída sostenida de la desconfianza empresarial, mientras que los grandes empresarios acuden a Los Pinos a mostrar ‘su confianza’ ante el Presidente en turno.
“Una de las razones del fenómeno, y se la ha ganado el gobierno a pulso, es que en este país todo el mundo ve su espectro hasta no más de 6 años.
Por primera vez estoy viendo cosas distintas, aunque critiquen mucho a Peña Nieto. Un ejemplo es el aeropuerto. Si esto lo hubiera hecho un Presidente hace 20 años, tendríamos un ‘aeropuertazo’. Ese es el tema. Todo el mundo, desde los que están en el poder hasta los que están en el sector privado, no van más allá de 6 años.
Todo mundo quiere ver su regreso de inversión en no más de cuatro años. ¿Por qué? Por la incertidumbre política, el temor a saber quién va entrar al poder”, dice este hombre que conoce como pocos a las empresas públicas y privadas de México en las últimas tres décadas.
¡Un país con ciclos de 6 años es gravísimo!
“¡Pues es lo que somos! –responde, casi exaltado. En Estados Unidos, a diferencia de México, los empresarios no andan tan preocupados en Texas de lo que haga el presidente en Washington. No andan interesados en posturas políticas porque saben que lo que tiene que ver con política económica las diferencias son marginales. Todo va a estar en el margen”. Y agrega para que que queden dudas: “Lo digo de los dos lados (empresarios y gobierno). Mientras no cambiemos la mentalidad de tratar de ver nuestros espectros de inversión y de recuperación a más de 6 años, no avanzaremos”.
Hay algo peor que la corrupción: La ineptitud
En los años ochenta y noventa se le llamó ‘Jacques, el desincorporador’, porque quizá fue el funcionario público que más empresas públicas ha vendido en la historia del país; incluyendo a la llamada ‘joya de la Corona’: Teléfonos de México, precisamente al magnate Carlos Slim; hoy uno de los hombres más ricos del mundo. En tareas así, mucho se especuló acerca de Rogozinski en aquella época.
“Un Estado débil es presa fácil de los corruptos, pero aún más es una sociedad en la que permea la deshonestidad y la falta de confianza” escribió en su más reciente libro. Se le recuerda este párrafo para buscar su punto de vista sobre la corrupción y desconfianza enraízada en las instituciones públicas.
“No es únicamente un problema institucional”, responde con rapidez. “Necesitamos aplicar la ley y disminuir la impunidad. Tienes que acompañar la mano dura del Estado con un programa de educación que tiene que venir desde la raíz del país. Se tiene que hacer una autocrítica hacia la cultura. Por ejemplo, todos dijeron que si se iba el PRI del poder disminuiría la corrupción. Según Transparencia Internacional desde 1997 (cuando empezó la alternancia) a 2012 subió la corrupción.
Creo que empezará a bajar la impunidad y subirá la aplicación de la ley; pero no significará que la corrupción baje, sino que se sofisticará. México no está atacando las raíces”
Rogozinski es partidario de un Estado fuerte, de un cambio de forma de pensar de la gente y de una educación que la apuntale. Y suelta: Hay algo peor que la corrupción, y es la ineptitud. El hecho de no poner a la gente más apta para una determinada función rebota en el crecimiento de cualquier cosa.
La corrupción no es el único factor que determina el crecimiento…es mucho más la confianza. La confianza es la que va a generar inversión. ¿Por qué? Porque siempre tiene que existir un puente de certeza entre las autoridades y los empresarios. El tema de la inseguridad no afecta a la confianza y allí está el ejemplo de Irlanda e Israel. La inseguridad solo le afecta a las empresas chicas”, dice el director de Nacional Financiera.
¿Dónde está el coche mexicano?
En los últimos años se ha exaltado a la industria automotriz como un gran motor de desarrollo en ciertas regiones de México y que sirve para abastecer, principalmente, al mercado estadounidense.
Sin embargo Jacques Rogozinski va más allá: “El problema no es que hagas una industria para exportarles. Lo que estoy tratando de decir es que no creaste tu propia industria automotriz. Traes la industria automotriz de muchos países, pero ¿dónde está el coche mexicano?
Lo que está faltando es crear nuestros propios productos con patentes mexicanas. México prácticamente no tiene patentes. ¿Por qué no tiene patentes? Porque una gran cantidad de patentes norteamericanas lo han hecho inmigrantes calificados que se los trajo Estados Unidos para desarrollar ciertas industrias.
Y no solamente no tenías una política de inmigración calificada, sino los pocos que producían se salían. Y no tenías una política de cómo recuperarlos. No tenías una política para recuperar a los mexicanos capaces de desarrollar ciertas industrias”
Uno de los problemas que enfrenta México es su estructura corporativa familiar. “Desde las más grandes a las mas chicas”, apunta el funcionario.
“¿Qué quiere decir eso? Que si estoy en una empresa familiar, por más brillante que sea, la probabilidad de que yo sea el gerente general es mínima. Entonces te esfuerzas menos. Por más fregón que sea hay un tope, y no puedo ir más allá porque no soy del círculo de la familia. ¿Por qué se da eso? Porque en México se habla de que hay una desconfianza en los partidos políticos, en la policía, en los gobernantes, en los burócratas, entre otros. Pero también hay una desconfianza entre la misma gente, porque si no habría asociaciones”, suelta.
El libro que guía la conversación hace una advertencia: cuestiona la forma como México se ha comportado históricamente, aplicando ideas casi con ansiedad automática, sin evaluar detenidamente sus insumos y posibilidades, sin adaptar los modelos económicos a su propia realidad y sin pintarle raya a nadie.
¿Acaso no hemos cambiado? Se le pregunta. “Creo que estamos cambiando en algunas cosas. Por ejemplo: no he usado mis insumos que tenía. No tengo azafrán, no puedo hacer paella, y no la quiero importar. Usa tus insumos que sí tienes y utilízalos para que te diferencies de algunos otros. Lo japoneses no tienen acero, pero tienen las acereras más importantes del mundo. México tenía petróleo y no lo quiso usar. Si yo lo que tengo es la capacidad de hacer turismo y soy el número uno en el mundo; ¿porque no lo has hecho?”, se pregunta.
La inflación que viene del norte
Su vasta experiencia en proyectos de inversión le permite tener en la piel el diagnóstico de lo que ocurre con las pymes mexicanas. “Falta de crédito, o de capital de trabajo; pero sobre todo, falta de capacitación y de asistencia técnica”, son los problemas de las pequeñas empresas mexicanas.
Y es que para el director general de Nacional Financiera no hay proyectos suficientes en México como para crecer a la velocidad “que nos gustaría”.
Si bien el crédito desde la banca de desarrollo a estas empresas ha fluído en niveles de dos dígitos en estos años, Rogozinski advierte un riesgo: “Que Estados Unidos nos va a exportar su inflación. No tarda”, dice con seguridad. Es un riesgo, “sin la menor duda. Y le va a rebotar otra vez a Estados Unidos porque los demás países dejan de crecer”.
(Derechos Reservados. Arena Pública, 2015)