La audiencia aliada

Se dice que para entender nuestra realidad es necesario leer más de un diario. Esto puede ocurrir porque la oferta informativa de uno solo no satisface completamente las necesidades de su audiencia, o simplemente porque hay programas, autores o enfoques que están dispersos en varios otros medios de comunicación.

Esas razones no pierden de vista otros elementos que ocupan la atención y que van desde la seguidilla de mensajes en redes sociales, hasta la desconfianza creciente en las noticias provocada por los ataques desde el poder a medios y periodistas, hasta la desinformación y las noticias falsas.

Pero, ¿quién dispone del tiempo como para consumir varios medios, además de estar pendiente de su feed en redes sociales? No es el caso de la mayoría, y para entender nuestra realidad muchas veces optamos por la oferta parcial que más se adapta al perfil que nos hace sentir dentro de una comunidad.

Por ello, cuando los medios entregan una cobertura a su audiencia donde ésta se ve reflejada en sus prioridades y preocupaciones, y donde además la propia audiencia es parte sustancial de esa pieza editorial, el medio tiene razones para retener, crear lealtad y conseguir incluso el apoyo y patrocinio por la vía de suscripciones y publicidad.

¿Por qué es importante?

Suena a eslogan, pero estar bien informado es una condición indiscutible para formar opinión y tomar decisiones acertadas en cualquier ámbito, y el fin de los medios es, en esencia, constituirse en una herramienta y punto de apoyo de esas decisiones.

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Es importante porque la audiencia se forma de ciudadanos que hacen la comunidad en donde incide lo que publican los medios, y entonces éstos son su referente. Esta fórmula de periodismo rinde frutos como lo muestra el caso de una cobertura que aporta elementos para la decisión de votar en las elecciones del domingo próximo.

Es el caso de El Norte, periódico cuyas raíces datan de 1922 y que por décadas se ha convertido en el espejo de una parte de la comunidad nuevoleonesa*. Su línea editorial puede gustar o no, pero lo valioso es la forma como hace de la audiencia su aliada, además de confirmar la pertinencia del periodismo local cuando éste conecta con la sociedad.

Periodismo de proximidad

Fiel a una tradición desde 1991, el diario que es propiedad de la Familia Junco de la Vega, congregó a 467 residentes de un par de municipios donde compiten por gobernar 4 mujeres y 5 hombres, un formato de la tradición anglosajona conocido como town hall meeting.

Los encuentros realizados en días distintos, primero se juntaron 203 residentes de San Pedro Garza García con tres candidatas y un candidato a la alcaldía; y, en un segundo evento, se juntaron 264 residentes de Monterrey con cuatro candidatos y una candidata.

Frente a sus potenciales votantes, los contendientes se baten en duelo de ideas cuando responden a preguntas recopiladas por el medio y a las que se lanzan entre sí, cara a cara. Los residentes reciben un dispositivo electrónico desde donde califican, en tiempo real y en forma anónima y codificada, el desempeño de cada político en todas sus respuestas.

Son pruebas públicas de menos de 90 minutos que se transmiten en vivo por internet y que, ocho horas después, arrojan los resultados consolidados que permiten a la audiencia juzgar la habilidad que tienen esos políticos para desempeñar el cargo público que persiguen.

Nombres de pila

Cuando un medio de comunicación –como en este caso El Norte– consigue que la comunidad sea parte del debate con políticos que dicen que pueden resolver una variedad de problemas como inseguridad, movilidad, vialidad colapsada, contaminación, burocratismo, opacidad presupuestal y falta de planeación urbana, vaya que está haciendo periodismo de proximidad.

¡Ay de los lectores foráneos o ajenos al proceso! La cercanía del periódico con su público es tal que la directora Martha A. Treviño tiene la autoridad de titular las noticias con el nombre de pila de sus personajes: Vivianne despunta; Mauricio se afianza, o bien, Adrián se impone y Mariana resiste.

Si a principios de siglo el gobernador se llamaba José Natividad González Parás, para los entendidos ese largo nombre se ha de reducir a cuatro letras: Nati. Y de ahí en adelante, el estilo de El Norte se ha generalizado en México, y ya si el manual, ahora se da por sentado que todo mundo entiende de quién se habla cuando el título sólo dice Xóchitl, Claudia, Cuau o Samuel. No aplica (todavía) para Joe, Donald, Justin, Emmanuel o Vladimir.

Conectar con la sociedad

¿Por qué no más medios utilizan este recurso y realizan debates útiles? ¿Qué criterios se utilizan para que asistan sólo unos y no todos los candidatos inscritos? ¿Qué valor agrega que experimentados periodistas como Denise Maerker, Adriana Pérez Cañedo o Javier Solórzano administren preguntas y tiempos si quienes debaten parecen robots? ¿Cuál es la diferencia con los debates organizados por instituciones electorales? 

Algunas respuestas tendrán que ver con la jerarquía y liderazgo que tienen los candidatos dentro de sus partidos; con la experiencia y presupuesto de las autoridades electorales; con la pluralidad y presupuesto de las empresas editoras; con la trayectoria política y preferencia observada de cada candidato; o con el temor de los políticos al riesgo de improvisar ante preguntas directas de los moderadores.

Al final, son ejercicios que permiten la interacción de políticos con sus potenciales gobernados y, tienen tal espontaneidad, que además de fragorosos suelen ser divertidos. Encima de todo, y no menos importante, permiten a los medios cumplir un compromiso: conectar con la comunidad y en el camino prolongar su vida como empresa editorial.

*Hasta 1993 era posible conseguir la edición impresa de El Norte en algunos sitios de la CDMX. Ese año se inauguró Reforma, con lo que la empresa se consolidó el un grupo editorial del mismo nombre y que también incluye las marcas Mural y Metro. El acceso a sus sitios requiere de suscripción, pero los encuentros ciudadanos son de libre acceso vía YouTube aquí Encuentro San Pedro y Encuentro Monterrey