Los niños mexicanos y su (de)formación democrática

Resignarnos a que los males de una sociedad (corrupción, crimen, depredación del medio ambiente) no podrán resolverlos los adultos, pero que al menos podremos educar a los niños para que lo hagan mejor cuando estén a cargo, es una aspiración que repetimos con frecuencia pero que no parece cumplirse.
28 Abril, 2017

Decir que la niñez es el futuro de un país es la majestad de los lugares comunes.

Resignarnos a que los males de una sociedad (corrupción, crimen, depredación del medio ambiente) no podrán resolverlos los adultos, pero que al menos podremos educar a los niños para que lo hagan mejor cuando estén a cargo, es una aspiración que repetimos con frecuencia pero que no parece cumplirse.

Los políticos de hoy fueron alguna vez niños que enderezarían el rumbo de México. Desafortunadamente, al crecer los niños no reproducen lecciones de civismo, sino los comportamientos de los padres y de la sociedad en la que crecen.

El pesimismo no debe conducir a aceptar la derrota como irremediable. Lo que está en juego, el destino del país mismo y la educación de los futuros ciudadanos y líderes, es muy grande como para aceptar el fracaso y resignarnos a repetir los clichés que enaltecen retóricamente a los niños pero que no crean una ciudadanía competente para conducir una democracia endeble.

Por otro lado, el pesimismo debiera obligarnos a absorber algunas lecciones: la educación de los ciudadanos de mañana es una tarea muy compleja, para la cual no tenemos una ruta definida y cuya trayectoria ni siquiera medimos y por lo tanto no conocemos.

 

Ángel Jacinto Noh Tun, niño que dio un discurso sobre corrupción en el Congreso de Quintana Roo

 

Alguna vez hubo en México una agenda seria sobre la formación cívica de los niños. Rafael Segovia, quien llegó como adolescente a México en la época del exilio republicano español y quien se convirtiera en profesor emérito de El Colegio de México, estudió en 1969 las actitudes cívicas y políticas de niños entre 10 y 15 años.

La preocupación en aquella época era la crisis de legitimidad del régimen político después de 1968 y al profesor Segovia se le ocurrió que era relevante estudiar las actitudes de quienes serían jóvenes ciudadanos hacia final de la década de 1970.

Otros temas políticos más acuciantes en las décadas siguientes impidieron que la agenda de la que fue pionero Segovia, la formación temprana de ciudadanía, tuviera un papel prominente en las aulas universitarias.

En los últimos años ha habido un interés renovado en la educación temprana de los ciudadanos mexicanos. La autoridad electoral realiza desde hace algunos años elecciones para niños, con el fin de socializarlos en el acto de acudir a una urna, manifestar una posición y contar los votos.

 

Niños participando en la consulta Infantil y Juvenil 2012, organizada por el Instituto Federal Electoral 

 

Hay algunas señales de renovación en el estudio de las actitudes cívicas de los niños: la encuesta de Nación321, pregunta a niños de tres ciudades sobre su opinión de los políticos, qué tanto les interesa la política y qué tanto saben de ello.

El corazón de la actividad cívica incluye lo electoral, pero abarca más actividades de la vida social: la formación de ciudadanos tiene que ver la actitud ante la ley y las reglas en general, la vida en colectivo, la tolerancia ante quienes tienen opiniones distintas, la confianza en los compañeros, la pulsión a participar en una tarea con otro grupo de gente, entre otras.

Antes de desarrollar un comportamiento propiamente político (identidad partidista, opiniones sobre actores políticos, participación en organizaciones y movimientos), hay comportamientos y actitudes que guían las acciones socialmente aceptables.

Antes de participar políticamente o de formarse una idea y una actitud sobre la corrupción por ejemplo, se forma en edad temprana una actitud sobre la convivencia con el otro, una capacidad (o ausencia de ella) para ponerse en el lugar de otra persona y preferencias sobre cómo se toman decisiones en la familia, en la escuela o en el vecindario.

La formación cívica del niño podría tener efectos inmediatos: en ocasiones la sanción social por pasarse un alto o no ceder el paso a un peatón proviene del hijo del conductor, más que de una multa formal.

La decisión de moderar consumos de electricidad y agua, así como la decisión de reciclar podrían provenir de los más jóvenes del hogar.

 

Portada de los libros de formación cívica y ética de las primarias pubicas

 

No obstante, sabemos poco sobre cómo se construyen actitudes ciudadanas en México. Después del estudio pionero de Segovia hay un puñado de trabajos académicos donde se entrevistan niños de 10 o más años.

En un proyecto que hasta nuestro conocimiento es inédito en nuestro país, un grupo de investigadores del CIDE conformamos el Programa de Estudios Longitudinales, Experimentos y Encuestas (Panel), cuyo estudio emblema es el Estudio sobre el Desarrollo de los Niños en Aguascalientes (EDNA).

A diferencia de las encuestas y estudios existentes en México, que abordan conocimiento y comportamiento políticos de niños pasada la primera infancia, PANEL tiene innovaciones metodológicas que buscan poner a México en sintonía con la literatura internacional:

Los individuos incluidos en la muestra son niños de entre 6 y 7 años, sus familias y maestros. Las actitudes sobre la convivencia con los otros, aspiraciones sobre qué se quiere ser se grande, la opinión sobre lo que es correcto o incorrecto, se construyen en la primera infancia, por lo que no se puede entender el surgimiento de una ética o un comportamiento cívico si se estudian niños de 10 años o más, quienes ya han adquirido comportamientos, actitudes e información. Tampoco puede entenderse mucho sin conocer el entorno inmediato: la madre, el maestro, las características de su escuela, entre otros.

El estudio no es una encuesta transversal, sino un seguimiento de la cohorte de niños que iniciaron la primaria en Aguascalientes en 2016 hasta que egresen de la primaria, lo que permite no sólo tomar una fotografía de sus características actuales, sino lo que es verdaderamente relevante para entender su desarrollo cívico: en qué momento y a partir de que factores surge el respeto a las reglas, las actitudes sobre sus pares, en qué momento y de qué forma empieza a adquirirse información e identidad política, entre otros temas sobre los que prácticamente no sabemos nada en México.

 

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El desarrollo cívico se forma con el conocimiento adquirido en el hogar y en la escuela, pero también con factores como la tenacidad o el autocontrol, como ha mostrado la literatura reciente.  Hay estudios que exploran la relación entre la perseverancia y actividad cívica, por ejemplo. El vínculo se explica por la mayor probabilidad de que jóvenes tenaces decidan participar en actividades voluntarias o sean más eficaces en sus actividades políticas. El estudio de Panel incluye las discusiones más actuales sobre los factores que determinan el desarrollo cívico.

Los programas que contienen algún elemento educativo invaden todas las esferas de la política pública en todos los niveles de gobierno. Más allá del sector que encabeza los esfuerzos educativos, los programas con contenido educativo están presentes en políticas ambientales (educación con el fin de cuidar los bosques, el agua, o reducir el consumo de energía), sociales (enseñanza de habilidades para el trabajo o para administrar finanzas personales), de movilidad urbana (para pacificar el tráfico o para mejorar la convivencia entre ciclistas y automovilistas), entre muchos otros.

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Muchas intervenciones tienen como objetivo educar a los niños. Sin embargo, como regla general no se miden los efectos de cada iniciativa ni se tiene una idea de qué mecanismo podría producir el resultado esperado.

El desarrollo de los ciudadanos del futuro es un trabajo serio. Podemos apostar que confiar la formación de los niños a políticas voluntaristas, producirá el mismo tipo de ciudadanos que mal administran la democracia debilitada que sobrevivimos estos días.

Un cambio serio requiere, entre otras cosas, políticas basadas en evidencia. En este espacio se reportarán los hallazgos que se vayan generando por el estudio de Panel.

 

Este artículo fue escrito por Jaime Sainz y Alfonso Miranda.

(*) Jaime Sainz @JaimeSainzS es Director de la sede Región Centro del  Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

(**) Alfonso Miranda @aMirandaEtrix es profesor de la sede Región Centro del  Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y coordinador del Programa de Estudios Longitudinales, Experimentos y Encuestas (Panel) del CIDE.

Jaime Sainz Santamaría Jaime Sainz Santamaría Director de la sede Región Centro del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) y profesor de la División de Administración Pública. Doctor en Ciencias Ambientales por la Universidad de California en Santa Barbara, su agenda incluye la política pública de los trasvases en México, servicios ecosistémicos en zonas urbanas, evidencia científica en el diseño de políticas y educación ambiental. Es investigador principal del Programa de Estudios Longitudinales, Experimentos y Encuestas del CIDE. Como analista de política pública en el entonces Instituto Nacional de Ecología de la Sermarnat publicó sobre conflictos por agua y colaboró en el diseño de políticas públicas para la conservación se servicios ambientales hidrológicos.