Recientemente se ha llegado a una obsesión de defender el TLCAN y se organizan infinidad de seminarios con el objetivo de argumentar que con este Tratado ganan todos, los EEUU, Canadá y por supuesto México, lo cual es cierto.
Casi todos se llevan a cabo en México, pocos en Canadá o EEUU que es donde deberían llevarse a cabo, pues es a éstos a los que se debe convencer y no a los nacionales[1].
¿Por qué se defiende tanto este tratado en nuestro país? En parte porque nuestro mediocre crecimiento económico se TLCANizó, es decir, se hizo dependiente de ese acuerdo.
Con el TLCAN ganan EEUU, Canadá y México.
Baste recordar que los ciclos económicos de los dos países se sincronizaron. Esto es un consenso.
El ciudadano común y corriente nos preguntará: ¿pero si no crecemos? ¿por qué es tan importe? En parte por lo mismo, porque lo poquito que se expande la economía depende del crecimiento de los EEUU. Si lo abandonáramos pues creceríamos a tasas todavía más mediocres.
Si esto es así, ¿no será momento para que al defender al TLCAN repensemos México? Si bien es cierto que gracias al acuerdo algunas regiones, el bajío y el norte del país, se desarrollaron, también es cierto que el país no articulo la firma del TLCAN y sus posibles beneficios con una estrategia de desarrollo nacional más integral. Permítaseme explicar.
Primero. Era de esperarse que algunas regiones se desarrollarían más que otras, si no se hacía nada. Infortunadamente nuestro gobierno no complementó el TLCAN con una política de desarrollo regional equilibrado.
Esto en parte fue así porque se pensó que ese tratado era la panacea y así se vendió. El o los encargado(s) de desarrollo regional del momento (Zedillo, Gasca Neri en SPP y Colosio en SEDESOL) nunca lo vieron como algo relacionado.
No existió un plan de equilibrio regional paralelo al TLCAN.
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27 de enero de 2017
Segundo. La teoría convencional del comercio internacional señala que los recursos se reasignarían. Esto implicaba que iba a haber sectores perdedores, los que se redirigirían a los ganadores y entonces la eficiencia económica se incrementaría.
En libro de texto suena bien, pero quienes lo habían hecho con anterioridad (Corea del Sur, y el resto de los tigres asiáticos) minimizaron los costos de esta transición apoyando a los sectores presumiblemente perdedores, aunque en el discurso no lo hicieron, la realidad fue otra.
En realidad en esos países si hubo una política industrial (esos países usaron descaradamente la figura del “campeón nacional”, México nunca lo hizo) incluso activa. México borró la palabra de su vocabulario.
Tercero. Los países exitosos en la apertura comercial promovieron ambiciosos proyectos de infraestructura pública –electricidad, transporte y agua- que los ubicaron en una posición de competitividad internacional envidiable.
México, por el contrario, por los años de la firma del TLCAN experimentó uno de los presupuestos en infraestructura más baja de la historia.
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Cuarto. Los países que se abrieron abruptamente (insistimos, los tigres asiáticos) diseñaron una política de ciencia y tecnología que buscaba absorber la diseminación tecnológica que viene aparejada con la apertura. México falló en esto y ni siquiera hubo un esfuerzo de concatenación.
Hoy día esos países participan en el R&D de tú a tú con los países avanzados. México se debate todavía en si gastar o no el 1% del PIB en el rubro sin diseñar un curso de acción que eficiente los recursos.
Quinto. La política social fue electorera en lugar de diseñarla para preparar a “los perdedores” naturales del TLCAN e insertarlos a la nueva realidad. El programa Solidaridad fue más bien un programa clientelar que no se vinculó a lo que vendría como resultado de la firma del TLCAN.
Ex Presidentes de México, Colosio, Zedillo y Salinas.
En suma, el TLCAN da lo que puede dar. Son muchas cosas positivas las que dio y puede dar. Pero no se le puede culpar de la ceguera de nuestros políticos. Quien diseñó la política económica (Aspe), regional (Zedillo y Colosio) y social (Colosio) de la época tuvieron importantes fallas de visión de largo plazo.
El jefe de ellos era Carlos Salinas. Los posteriores, tampoco lo enmendaron.
Lo que hoy queda es repensar México, a la par de la renegociación/modernización del TLCAN. No basta con esta última acción. La primera es más urgente.
[1] El CIDE organizó uno en Texas, en colaboración con el Federal Reserve bank de Dallas, donde asistieron principalmente pequeños y medianos empresarios de ese estado.