La biografía del poder del AMLO
Las buenas biografías se escriben sin el calor del presente. Para que sean objetivas y apegadas a la realidad se necesita el transcurrir del tiempo. De esta manera, cualquier recuento de la vida e impacto de la administración del presidente Andrés López Obrador (AMLO) tendrá que esperar.
Por esto, cualquiera que aparezca dentro de los siguientes pocos años será muy preliminar sin incluir la verdadera herencia en términos de los impactos que su actuación tuvo sobre la vida económica, política y social del país (algunas inclusive serán oportunistas comercialmente, de uno y otro lado del espectro).
Para realmente conocer su legado habrá que esperar por lo menos 30 años, cuando el que esto escribe y el propio personaje estemos seguramente muertos. Dicho de otra manera, el biógrafo que la escriba está por nacer en algún lugar del planeta.
El deseo (¿obsesión?) por pasar a la historia de AMLO y que se le recuerde como “tata” Lázaro no lo llegará a ver.
Como dije, las buenas biografías del poder miran al personaje desde la distancia y sin las emociones del momento; recolectan datos, archivos, analizan resultados y, si el tiempo lo permite, entrevistan a los sobrevivientes. Como se sabe, cuando las vidas de los personajes se cuentan contemporáneamente, los entrevistados suelen mostrar sus emociones, preferencias y prejuicios; basta ver el ridículo oportunista del gobernador de Baja California Sur y de una diputada morenista. O, por el contrario, las críticas ácidas de comentócratas. Personajes como el presidente AMLO suelen crear polarizaciones (hasta como estrategia política) y siempre depende del escritor contemporáneo a cuál de los polos entrevista. Por eso, la biografía rápida de un polarizador siempre estará sesgada para uno u otro lado.
Lo que nunca escapa a la percepción del presente es la consecuencia tangible de las obras del personaje en el tiempo. Cualquier acción pública tiene sus impactos de inmediatos y de largo plazo. Cuando parece que algunas políticas o acciones funcionan en el muy corto plazo, en muchas ocasiones el largo plazo suele desmentirlas a la luz de las consecuencias ocasionadas. Es decir, afloran las consecuencias no-deseadas. En este espacio ya me referí a ellas. En este sentido la historia es siempre implacable.
Uno de los últimos ejemplos de que las acciones en el corto plazo de algún personaje pueden lucir prometedoras, pero que en el mediano y largo plazo han sido desmentidas es la actuación del expresidente Carlos Salinas. El entusiasmo durante su periodo fue incluso desmedido, en especial de los medios y de los empresarios. La biografía de Salinas en el muy corto plazo era muy benévola. La de hoy, 25 años después, es otra. Inclusive todavía no se escribe una que lo mire con esa distancia del tiempo. No tardará en escribirse.
Lo mismo le puede pasar al presidente AMLO. Si se escribe hoy su biografía podría resultar muy triunfalista y se resaltaría principalmente su popularidad. Pero debe entenderse que esta última es efímera y se va deteriorando al pasar de los años si la acción pública no se cimentó en algo duradero. Esto es lo que creo que el presidente no ha percibido acerca de su paso por la historia a la que tanto se refiere.
En suma, ¿resistirá este sexenio el juicio de la historia? Por lo pronto, las consecuencias indeseadas de las políticas públicas comenzarán a aflorar tarde que temprano, para bien o para mal. Veremos.