Continúa el despilfarro
En días pasados, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, Rogelio Ramírez de la O, presentó el Paquete Económico 2022. Se trata del cuarto (quinto si contamos que de facto el titular del Ejecutivo impuso agenda desde su victoria electoral en julio de 2018) en la presente administración. No hay sorpresas. El proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PPEF) 2022 privilegia la visión (y los intereses) de un solo hombre, como bien apuntó Soraya Pérez, Expresidenta de la Federación de Colegios de Economistas. A pesar de que se dirá que busca atender las necesidades de los menos favorecidos, la realidad es que apuntala la plataforma de fortalecimiento de clientelas político-electorales en los nichos que no quiere perder el titular del Ejecutivo hacia 2024: adultos mayores, jóvenes dentro del espectro de las Becas Benito Juárez, así como miembros de los sindicatos de Pemex y CFE. Los demás, de todos modos, no votarían por una propuesta afín a lo que representa la 4T.
Como cada año, el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), realizó su reporte sobre las implicaciones del Paquete Económico 2022. Desafortunadamente, los resultados no son nada alentadores. Centremos la discusión alrededor del sector energético. Uno de cada cinco pesos del PPEF 2022 está destinado hacia dicho sector con una variación al alza con respecto al año anterior del 6.5%. ¿Es eso algo negativo per se? No, sobre todo, si se consideran los retos que tenemos como país para afrontar como cambio climático, vulnerabilidad energética, competitividad de la industria en un entorno de digitalización y automatización. El problema es el objetivo que persigue tal asignación.
Según el CIEP, las empresas productivas del Estado se llevarían 93% del presupuesto total del sector (61% para Pemex y 32% para CFE). En ningún caso, empero, esto refleja un sentido de modernización y apuestas hacia futuro. Por el contrario, el crecimiento del gasto propuesto de 9.5% para Pemex y de 3.9% para CFE está encaminado, como por desgracia sucede en muchas vialidades de la Ciudad de México, a tapar con tierra y piedras los hoyos en el camino que, más temprano que tarde, se volverán zanjas.
Para el caso de PEMEX, estima el CIEP, el incremento en presupuesto está más asociado a gasto en inversión con el objetivo de fortalecer su posicionamiento monopólico en el mercado nacional. En cuanto a CFE, la mayor partida se explica para cubrir la sinrazón de volver a un monopolio verticalmente integrado en la cadena de valor de la industria eléctrica. En pocas palabras, y como se ha repetido (y evidenciado) hasta el cansancio, las plantas de CFE no son las que generan electricidad al menor costo. Por eso aumentará su gasto corriente para la adquisición de materias primas en generación eléctrica. Además, dentro de las partidas del Ramo 23 se considera un aumento del subsidio a las tarifas eléctricas del 1.3% para llegar a 73 mil millones de pesos. El titular del Ejecutivo dirá que esto se hace para no abandonar al pueblo. La evidencia señala que, más allá de contaminante, la mayor proporción de ese subsidio es capturada por sectores de la población que no lo necesitan.
Es natural que cada gobierno imprima su sello y anteponga sus proyectos cada año en los Paquetes Económicos. No obstante, en el caso del Paquete Económico del 2022, resulta evidente que la apuesta es completamente la agenda de un individuo, a cualquier costo y por encima de quién sea. No solo porque debilita estructuras que le representan adversarios políticos (solo basta revisar los recortes a órganos autónomos), o porque no persigue mejorar las condiciones de vida de largo plazo de la sociedad mexicana. Para el caso del sector energético, como en otros frentes, la apuesta es el engaño y la manipulación en favor de un proyecto político personal; y el problema será de todos los mexicanos cuando esta administración ya se haya ido.