¿Cuáles son las señales para pensar en una “nueva era inflacionaria”?
Los precios que pagan los productores siguen aumentando a niveles no vistos desde hace cinco años, amenazando con extender y profundizar el proceso inflacionario en varias economías.
Si bien las presiones se han concentrado en buena medida en los precios de los energéticos, los bancos centrales del mundo han advertido que los efectos sobre los precios de la mayoría de las mercancías se están volviendo más permanentes ante la extensión de más de un año de las presiones inflacionarias en el mundo.
“Un mensaje clave es que podemos estar en la cúspide de una nueva era inflacionaria. Las fuerzas detrás de la alta inflación podrían persistir durante algún tiempo”, advirtió Agustín Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacional (BIS por sus siglas en inglés).
“Lo que es importante es precisamente que los precios energéticos no afecten a las expectativas de inflación, que no empiecen a enraizarse en los contratos y en las negociaciones salariales. Eso podría dar un brío adicional al proceso inflacionario”, señaló quién fuera gobernador del Banco de México (Banxico).
Según las estimaciones del BIS, la inflación está por encima del 5% en casi el 60% de las economías avanzadas, la mayor proporción desde finales de los años ochenta, incluido el brutal 10% en EU registrado en febrero, mientras se encuentra por encima del 7% en más de la mitad de las economías emergentes.
Si bien, en el caso mexicano Banxico aún no identifica que algo similar este sucediendo, pues las expectativas de inflación de largo plazo permanecen ancladas, los miembros de la Junta de Gobierno advierten que no hay que subestimar los riesgos en torno al proceso de formación de precios, en especial cuando se observan los precios al productor, un indicador que permite conocer con antelación el comportamiento de los precios al consumidor.
Para marzo, el Índice Nacional de Precios al Productor (INPP), incluyendo petróleo, reportó un incremento anual de 10.36%, el nivel más alto desde marzo del 2017 mientras en su comparación mensual se aceleró a 1.96%. Las expectativas son que los productores sigan padeciendo alzas de precios relevantes por lo menos en lo que resta del año.
“Si siguen estas presiones inflacionarias del INPP lo que sucedería es que en un primera etapa las alzas sean asumidas por los productores, pero si los incrementos siguen siendo sostenidos serán trasladados al consumidor” explicó Janneth Quiroz, subdirectora de análisis económico de Monex.
Si bien, los grandes consumidores de materias primas, incluídos los energéticos, tienen mecanismos para evitar fuertes alzas, como los contratos de largo plazo y coberturas, la persistencia inflacionaria, las crisis en las cadenas de suministro internacionales y episodios de riesgo para la economía global, como la guerra rusa en Ucrania, están agotando los inventarios antes que los precios logren estabilizarse.
“La tendencia que mantiene el INPP indica que sí se presentó un traslado, probablemente no de 100%, pero sí se presentó cierta absorción de costos por parte de las empresas, que ha terminado por pasarse al consumidor final” comentó en entrevista con El Economista, José Luis de la Cruz, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC).
El alza en los productos de consumo tendría efectos directos sobre la capacidad adquisitiva de la población y a su vez sobre su calidad de vida, lo que implicaría “resignación” a tener que estirar el gasto o por el contrario, como está sucediendo en los Estados Unidos, en mayores exigencias salariales que terminarían por presionar aún más a los costes de producción.
La tendencia conocida como "lunchflation" -en relación al encarecimiento de los almuerzos-ya ha comenzado a afectar a grandes sectores de trabajadores según un análisis de la consultora Square, que estudió los precios de almuerzos populares en los EU durante los dos años de la pandemia en grandes ciudades como San Francisco, Austin, New York, Chicago, Dallas, Houston, Atlanta, Seattle y Washington DC.
El estudio identificó que la mayoría de las comidas se habían encarecido entre 11y 19% respecto al precio que tenían antes de la pandemia de COVID 19 debido al encarecimiento de los ingredientes pero también al de la mano de obra.
En el caso de México, el Índice Nacional de Precios al Consumidor señala que el precio de loncherías, fondas, torterías y taquerías, los establecimientos más populares de alimentos preparados, se han encarecido en 15% durante el mismo periodo.
Pero no solo el costo de vida influirá sobre los precios en los próximos años. Algunos economistas como el influyente exbanquero central de Reino Unido, Charles Goodhart, creen que el efecto salarial sobre el alza de precios podría ser incluso de mucho mayor largo plazo ante la contracción de la fuerza laboral conforme la pirámide demográfica se invierte.
“La pandemia del coronavirus marcará la línea divisoria entre las fuerza deflacionarias de los últimos 30 a 40 años y la creciente inflación de las próximas dos décadas” dijo el economista, quién estima que la inflación se mantendrá en niveles de entre 3% a 4% en comparación al 1.5% de la década previa.
No obstante, algunos otros como Gita Gopinath, economista en Jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI) han expresado su desacuerdo con la teoría de Goodhart, señalando que por el contrario la reducción de trabajadores y el aumento de retirados podrían tener efectos deflacionarios o por lo menos de baja inflación como en el caso japonés donde el alza de precios se ha mantenido entre el 0 y 1% desde 1992.
¿Inflación “desglobalizante”?
No obstante hay otros elementos que apuntan a que los efectos de la inflación, que originalmente se pensaba serían temporales, cambiarán para siempre la economía mundial.
No es la primera vez que una crisis inflacionaria afecta al país y al mundo, así como tampoco sería la primera vez que las brutales alzas de precios forzan cambios estructurales en la economía mundial. Los años 70 son el más importante ejemplo de esto.
Pero a diferencia de dicha década, los efectos de la globalización durante los últimos treinta años habían caracterizado -con sus excepciones a nivel país- a la economía mundial por su resiliencia a alzas de precios como las vividas en el siglo pasado.
El expresidente de la Fed, Alan Greenspan aseguró en 2005 que la globalización e innovación eran “elementos esenciales en explicar lo que había acontecido [con la volatilidad económica] durante los 10 años previos”, lo que fuera conocido como la Gran Moderación. Todavía en 2021, Jerome Powell, actual presidente de la Fed, destacaba “las constantes fuerzas deflacionarias, incluida la tecnología, la globalización e incluso factores demográficos”.
Pero los beneficios de la globalización están siendo cada vez más cuestionados, incluído su aparente poder para lograr la disminución o por lo menos estabilización de los precios.
“Los factores estructurales que mantuvieron baja inflación en las décadas recientes podrían comenzar a disminuir conforme la globalización da marcha atrás” advirtió Carstens. “La pandemia, así como los cambios en el escenario geopolítico, ya han comenzado a hacer que las empresas reconsideren los riesgos que implican las cadenas de valor globales en expansión” agregó.
La tendencia reciente a hablar sobre "relocalización" de las cadenas de valor y nearshoring ha sido la muestra más clara de los temores que las firmas internacionales han desarrollado luego de las crisis logísticas recientes y que continuan sin atracar en buen puerto.
En ese sentido, la cabeza del BIS también criticó que si bien la política monetaria había hecho más de lo necesario en las décadas pasadas, varios de los desafíos económicos actuales provinieron de políticas adoptadas para el lado de la oferta durante los últimos diez años o más. “Es hora de que otras políticas tomen la batuta” dijo el exbanquero central mexicano.