El séptimo sello y Mártires: dos obras del cine que reflexionan sobre dios, la vida y la muerte
¿Qué es lo que nos espera después de la muerte? Ésta ha sido una interrogante que se ha planteado el humano desde que fue capaz de razonar.
Las artes han tratado, si bien no de resolverla, de plantear ciertas hipótesis que, haciendo un ejercicio de inteligencia, ayuden al público a hallar una respuesta.
Así, varios filmes a lo largo de la historia han tocado este tópico de muy distintas maneras.
El séptimo sello (Det sjunde inseglet, 1957) es una cinta que aborda el tema con un enfoque existencialista. La cuestión trabajada por el sueco Ingmar Bergman es la interrogante sobre la existencia de Dios.
El protagonista, el caballero medieval Antonius Block, dice en un momento de la historia: “¿Por qué la cruel imposibilidad de alcanzar a Dios con nuestros sentidos?”
Esta preocupación sobre lo que sigue luego de la muerte, lo alcanza cuando se da cuenta que su momento se acerca, y el personaje se da cuenta de que su vida ha carecido de sentido. Situación representada por el juego de ajedrez entre el caballero y la misma Muerte.
Dios permanece oculto y en silencio. Cuando se muestra es de forma colérica y vengativa. Así lo muestran los fieles que consideran que el castigo es el único medio para congraciarse con él.
Es una película que explora las posibilidades y exclama la necesidad de aprovechar la vida terrena, pues quizá no haya nada después de la muerte.
Es la misma cuestión que retoma Mártires (Martyrs, 2008), cinta a cargo de Pascal Laugier, que es parte del llamado “nuevo extremismo francés".
Martyrs es uno de los exponentes más populares del "Nuevo Extremismo Francés". (Fotografía: IMD)
En primer lugar, Laugier sugiere la experiencia como la forma en que se define un individuo, sobre todo las experiencias traumáticas.
Es por medio de estos traumas que una persona puede trascender su propia existencia, a tal punto de vislumbrar la esencia de las cosas, lo que hay “más allá” de la vida.
Es un tema parecido a lo que el Marqués de Sade trató en su novela Justine, o las desventuras de la virtud (1791), cuyo personaje principal era una Job en el pre-romanticismo, que a través del sufrimiento confirmaba la existencia de Dios.
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En Mártires, la protagonista experimenta la catarsis que se espera del mismo espectador por medio de un dolor extremo, físico y psicológico. La estética de la violencia pretende causar una impresión tan fuerte (un trauma) que dé paso a una reflexión y un cuestionamiento de la realidad.
Este es el objetivo general que, de hecho, tienen las películas pertenecientes a la corriente del “nuevo extremismo francés”. Por medio de imágenes fuertes y hasta desagradables, buscan impactar a su público para obligarlo a pensar acerca de la esencia humana.
La inquietud frente a la inminencia de la muerte, que no se puede resolver hasta estar frente a ella, se ve reforzada por el final, que incluso al abandonar la violencia extrema de la cinta logra ser lo más impactante.
Las palabras no alcanzan para describir la verdad tras lo aparente y el individuo debe experimentarlo por sí mismo.
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