El poder judicial no garantiza los derechos de propiedad
¿Qué le hace falta a México para crecer más? Estado de derecho.
Es la respuesta corta de Isaac Katz, el economista y profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM).
El doctor en economía por la Universidad de Chicago asegura que las reformas elaboradas desde la época del presidente Miguel de la Madrid están bien planteadas, aunque siempre se ha pasado por alto el problema de los derechos de propiedad, al no estar eficientemente definidos y garantizados.
Caballero de la Orden Nacional del Mérito de la República Francesa, con más de 43 mil seguidores en Twitter en su cuenta @econoclasta, Isaac Katz comparte con Arena Pública sus opiniones sobre los frenos que han detenido el avance de la economía en las últimas décadas.
La extendida corrupción en el ámbito público es uno de esos graves lastres desatendidos por la clase política.
Aquí la entrevista completa:
¿En qué momento el liberalismo te convence como doctrina?
Uno, es la carrera como tal: La carrera de economía. Pero también es la filosofía liberal clásica, a la Hume, a la Smith, a la Stuart Mill, que traían los profesores.
Además de ser buenos economistas, tenían esta idea del liberalismo porque todos ellos habían tomado clases en Chicago con (Milton) Friedman, por ejemplo. Entonces eso los marca y a su vez marca a sus alumnos. La doctrina liberal económica es que los mercados sí funcionan, tienen que estar bien regulados, pero los mercados sí funcionan; y cuando el gobierno 'mete su cuchara' cuando no debe -y como no debe- tiene resultados no deseados.
Entonces, el liberalismo económico es parte de la educación del ITAM. Y, luego cuando hice el posgrado, lo hice en Chicago.
En el país se vienen implementando políticas públicas con protagonistas del gobierno que han estudiado en escuelas liberales, pero los resultados no parecen ser muy fructíferos.
¿En dónde está el problema?
En el estado de derecho, sin ninguna duda.
Cuando se le preguntó al presidente Zedillo: ¿Qué le hacía falta a México para crecer más? Su respuesta fue: Estado de derecho; y tiene toda la razón.
Toda la serie de reformas que se han emprendido en México a partir del gobierno de (Miguel) de la Madrid, profundizadas luego con Salinas, que Zedillo trató e hizo reformas importantes; las del gobierno de Fox, Calderón y, ahora, todas las reformas de segunda generación, las estructurales del gobierno de Peña Nieto; van en sentido correcto.
El problema es que se vendieron las reformas como si fuesen a dar frutos inmediatamente, lo cual -obviamente- no es cierto.
Son reformas estructurales, donde la estructura de la economía tiene que cambiar. Y va cambiando poco a poco. No se puede esperar, de la noche a la mañana, que se reinvente el país y empezar desde cero. Eso no sucede. Las reformas van encaminadas a hacer a la economía mucho más eficiente con un potencial de crecimiento mayor.
El problema es, uno, de instrumentación. Y dos -y es algo que se ha criticado mucho, particularmente en el sexenio de Salinas- que se hicieron las reformas estructurales, pero no se abrió el sistema político.
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¿Se puede hablar de estado de derecho, o de deficiencias del estado de derecho, en una economía que se ha calificado de rentista?
No, porque uno de los elementos del estado de derecho es la igualdad de oportunidades. Piso parejo para todos y cumplimiento de la ley por parte de todos; todo mundo es igual ante la ley.
Cuando normalmente se habla en México del estado de derecho se tiende a enfocar mucho en la parte penal: delitos de carácter penal y la impunidad que hay en este país que es alarmante, inaudita, grosera.
Pero si nos vamos a un concepto mucho más amplio de estado de derecho -que es en mi opinión lo que debería englobar- es derechos de propiedad eficientemente definidos, eficientemente garantizados: La importancia de tener un poder judicial que sea independiente, imparcial, eficiente, expedito; que proteja a los individuos, a los agentes económicos privados; contratos de terceros que violen sus derechos; que garantice el cumplimiento de contratos.
Otro elemento es la igualdad de oportunidades, mercados que operen en competencia, ausencia de prácticas monopólicas.
¿Todo esto que mencionas y que forman parte de lo que llamamos estado de derecho, pareciera ser que en México no funcionan eficientemente o de plano no funcionan?
Hay unas cosas que no funcionan y tienen consecuencias económicas. Si vemos diversos índices de comparación internacional -como podría ser el que estima Simon Freiser o el de protección industrial, intelectual, los índices Doing Business del Banco Mundial- prácticamente en todos en los que sale peor parado México en comparación con otros países, es en el Poder Judicial.
Una de las razones por las cuales los países tienen niveles bajos de desarrollo económico y forman parte del mundo subdesarrollado, por decirlo de alguna manera, es porque el Poder Judicial no garantiza el cumplimiento de contratos ni los derechos de propiedad de manera eficiente.
En México el problema que tenemos es muy particular: Tenemos mercados que operan en competencia, pero hay prácticas monopólicas que cuestan mucho en términos de eficiencia, de bienestar de los consumidores, términos de asignación de recursos y es parte del sistema rentista. Muchas de las prácticas monopólicas -no todas- pero parte de esta 'economía de compadrazgo', es rentista.
Tenemos una de las economías más abiertas del mundo, si no es que la más abierta del mundo, junto con las tradicionales como Hong Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelanda. La mexicana es una economía muy abierta con infinidad de tratados de libre comercio. La mayor parte de las importaciones que realiza México son libres de aranceles y las que tienen son relativamente bajos de acuerdo con las reglas de la OMC (Organización Mundial de Comercio).
Hasta ahorita, no tenemos la voluntad de decir, ¡órale!, vamos como país a combatir estos flagelos que tanto daño nos están haciendo.
México es una potencia exportadora en el mundo particularmente en al ámbito manufacturero y agropecuario. Pero cuando hablamos del Poder Judicial tenemos una deficiencia realmente enorme. Y no es el Poder Judicial de la Federación; es el Poder Judicial de los estados donde está realmente la mayor parte del problema.
El artículo 104 de la Constitución establece que cuando hay un litigio entre dos particulares, éste podrá ser atendido a elección de las partes con un juez federal o con un juez local y la mayor parte de los litigios de carácter mercantil, civil comercial caen en los juzgados estatales y ahí tenemos graves deficiencias.
Los juzgados, los jueces, los magistrados en los estados realmente no son independientes de los gobernadores, no son imparciales, no son expeditos; hay corrupción y por lo tanto no se está cumpliendo con la función de garantizar el cumplimiento de contratos y garantizar defender los derechos de propiedad. Pero a este eslabón, el más debil de toda la cadena, nadie le hace caso, a nadie le importa.
Se habla de las grandes reformas y eso no importa, no importa desde el punto de vista de quienes deciden la política pública porque el Poder judicial no está en su ámbito, no está en su radar y no lo 'pelan' o no está en sus intereses.
Estaría en el interés del presidente de la República pelear porque en los tribunales estatales hubiese una buena labor de cumplimiento de garantía de contratos; pero como los tribunales y los juzgados estatales dependen de los gobernadores y los estados son soberanos, (entonces) el Poder Ejecutivo Federal no se puede meter.
El Congreso Federal no puede intervenir, a no ser que cambiemos la Constitución, y ahí sí que todos los conflictos de carácter mercantil sean atendidos por el Poder Judicial de la Federación.
¿Es ésta una explicación de por qué la inversión en México ha estado está prácticamente estancada durante los últimos 30 años en relación con el Producto Interno Bruto?
Creo que el reflejo de esta deficiencia institucional es la inversión extranjera. México tiene una posición privilegiada en el mundo. Sería la envidia de cualquier país. Tenemos la misma posición que Canadá: Somos frontera con la economía más grande del mundo, con la cual tenemos un tratado de libre comercio. Nadie más lo tiene, México y Canadá son los únicos.
Tenemos muchos otros tratados de libre comercio: Con la Unión Europea, con países asiáticos, Sudamérica, Israel etc. Y la inversión extranjera solamente representa 2.5% del PIB desde que se abrió la economía; antes era mucho menor. Pero de ahí no nos movemos.
Si vemos otros países que no tienen la posición privilegiada que tiene México, ellos reciben mucho más flujo de inversión extranjera directa -no de cartera- (sino de) plantas, maquinaria, equipo, tecnología etc. ¡Y en México no! Uno de los problemas es la inseguridad sobre los derechos de propiedad.
¿Tenemos conciencia ciudadana para revertir estos problemas de estado de derecho?
No, porque no está en el radar de quienes eligen la política pública del país a nivel federal y, menos aún, de la población en general. Porque nadie se da cuenta del problema hasta que tiene que lidiar con el poder judicial estatal.
Un individuo rara vez cae en un juzgado estatal, a menos que sea una causa penal o alguna causa civil; pero las empresas sí. Cuando las empresas enfrentan violaciones de contratos y saben que tienen que ser atendidos por los poderes judiciales estatales, ahí viene la queja y ahí viene la conciencia. Pero no se transmite, la gente no sabe, ni tiene idea de cuál es el problema.
¿Este es el mayor mal de México?
Yo diría que de los peores males. Obviamente tenemos una alta incidencia de corrupción. Tenemos la corrupción que impera en el poder judicial de los estados. No en todos, obviamente, pero sí es un problema común.
Tenemos muchos actos de corrupción que cuestan y cuestan muchísimo. No podemos englobar la corrupción en un solo platillo, tenemos varios actos de corrupción.
Está la corrupción al menudeo: el policía que me para por, supuestamente, cometer una infracción, o sea, “joven se pasó el alto, ¿qué vamos a hacer?”. El arreglo privado entre el policía y el individuo.
Es un juego de suma cero: el automovilista pierde su riqueza porque se la lleva el policía. Pierde, además, el gobierno local o el gobierno municipal por no cobrar la multa y sus ingresos se ven mermados.
También tenemos otro tipo de actos al menudeo como 'el cuate' que tiene la licencia de construcción de su casa y tiene que pagar una 'lana' para que lo conecten al servicio de agua. Es un acto de corrupción. O el pago para que me conecten al servicio de energía eléctrica.
Son muchos de esos (actos de corrupción) chiquitos. Transparencia Mexicana estimó para 2012, 200 millones de este tipo de actos de corrupción.
México no tiene estadistas: alguien que, independientemente de los costos, esté dispuesto a mirar hacia el futuro lejano de este país.
Le cuestan mucho a la sociedad en su conjunto y le cuesta todavía más a los de menores ingresos porque, como parte de su ingreso, lo que tienen que destinar a este tipo de pagos es mayor como porcentaje. Es un problema regresivo, es un problema que afecta la distribución del ingreso.
Luego tenemos los actos de corrupción que se derivan de una regulación deficiente de los mercados. Regulaciones excesivas, ineficientes y de aplicación o interpretación discrecional: el burócrata que sabe que tiene el poder de negar, condicionar, vender o dar un permiso.
El burócrata sabe que tiene ese poder discrecional para negarlo y, por lo tanto, se vuelve rentista y se apropia de una parte de la rentabilidad de la empresa. Y de esto tenemos 'un chorro' de actos: permisos de construcción, permisos de apertura, permisos de uso de suelo… lo que se te ocurra.
La sociedad en su conjunto ganaría y habría mayor crecimiento económico, mayor bienestar de la población, si eliminamos todo este tipo de regulaciones que son ineficientes, excesivas y de aplicación discrecional.
Pero, obviamente, hay quien defiende la regulación. ¿Quién es el mejor para defender una regulación? El burócrata que la aplica.
¿Estas a favor de que buena parte de esta regulación no debería existir?
No necesariamente. Hay regulaciones que se requieren. Porque una economía no puede funcionar si los mercados no están adecuada y eficientemente regulados. Lo que tenemos es un exceso de regulaciones mal diseñadas que generan rentismo. De ese exceso de regulación vive mucha gente pero al país le cuesta. Es otro tipo de acto de corrupción.
México es de los países calificados como más corruptos en el mundo. En el índice de Transparencia Internacional, de percepción de la corrupción, estamos en el lugar 126 de 173 países. Somos un país notoriamente corrupto, eso cuesta mucho y es otra de las debilidades del estado de derecho.
¿Por dónde comenzar a dar solución a estos problemas, porque hemos hablado mucho de esto pero pareciera ser que todo está en manos de los propios corruptos?
Uno, es la voluntad política para atacar la corrupción. Lo vemos en el Sistema Nacional Anticorrupción. El gobierno se vio forzado a meter los cambios constitucionales al Congreso de la Unión porque fue una exigencia de la sociedad. Diversos grupos no gubernamentales que se organizaron para presionar directamente al gobierno porque no podíamos seguir igual.
Pero vienen todas estas reformas y no se han instrumentado: no tenemos fiscal anticorrupción, no tenemos fiscal general de la república, no tenemos los magistrados del tribunal administrativo.
Como que se quiere deslavar la reforma o no aplicarla. Falta la voluntad política de decir “yo voy a actuar como estadista, no como gobernante”. Y es lo que no tiene México, no tiene estadistas: Álguien que, independientemente de los costos, esté dispuesto a mirar hacia el futuro lejano de este país.
Muchos países, por ejemplo países del ex bloque soviético como Estonia, vieron que si querían alcanzar niveles de desarrollo más elevados tenían que combatir directamente la corrupción. Fue una decisión de estado y fueron muy exitosos. Y en México no.
Aquí tenemos el Sistema Nacional Anticorrupción que no está en funciones. Tenemos el consejo ciudadano, pero nada más. No hay ni un otro de los elementos que entran en el Sistema Nacional Anticorrupción que estén operando. No hay auditor superior de la federación, es inaudito.
¿Es esto un tema de estado de derecho o es un tema de moral pública?
Es un tema de ética pública.
Tú como liberal ¿profesas alguna religión? Porque el liberalismo abreva en buena medida de la ética protestante.
No. Soy judío de nacimiento, judío por la tradición moral, pero no profeso la religión como tal.
Un liberal puede ser liberal en lo económico, liberal en lo social y ser creyente; no hay ninguna contradicción. O puede ser ateo, como sería mi caso.
¿Por qué un problema de ética pública?
Porque tenemos al Sistema Nacional Anticorrupción que atacaría ciertas manifestaciones de corrupción: capitalismo de compadrazgo, rentismo, desvío de recursos en obras públicas o en contratos públicos. Pero es un sistema que no está hecho, imposible hacerlo, para combatir la corrupción al menudeo: la del policía. Eso no entra en el ámbito del sistema.
Es un problema de voluntad política. O sea, ¿por qué no tenemos un auditor superior de la federación? ¿Por qué los diputados se vieron tan irresponsables que cuando terminó el periodo del auditor pasado se hicieron 'güeyes'? Y vale la expresión: se hicieron 'güeyes', por ponerlo leve, y no nombraron un auditor. En el Senado está parado el fiscal anticorrupción; están parados los magistrados.
Si no tenemos la voluntad política de combatir este cáncer que es la corrupción, difícilmente vamos a lograr mayores niveles de desarrollo y mayores niveles de equidad. Porque la corrupción cuesta mucho y es muy regresiva.
Hasta ahora, no tenemos la voluntad —no nada más del presidente de la República, sino de la clase política mexicana: los gobernantes, a nivel del poder ejecutivo, a nivel del congreso federal— de decir ¡órale!, vamos como país a combatir estos flagelos que tanto daño nos están haciendo.
¿Tenemos una clase política que no está a la altura política de las circunstancias?
No. Para nada.
Isaac, en muy poco tiempo terminas tus 35 años de carrera docente.
Tengo la opción a jubilarme por la ley del IMSS.
Y, ¿continuarás dando clases?
Sí, por supuesto.
Esa es una gran noticia para la juventud porque eres un extraordinario profesor, un extraordinario maestro.
Me fascina lo que hago.
Te agradezco mucho el tiempo que nos has dado.
No, al contrario; gracias por la invitación a participar en tu proyecto.