AMLO y el CONEVAL: más de lo mismo
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el CONEVAL, es una de las herramientas más útiles para una política pública basada en la evidencia, procurando sus mejores resultados y sin caer en extremismos.
Pese a ello, con demasiada frecuencia ha sido pasado por alto, se ha aprovechado a contracorriente de las inclinaciones gubernamentales y ha sufrido atropellos que han puesto en riesgo su continuidad. Este patrón precede a este gobierno.
Por ejemplo, cada año, el CONEVAL identifica un puñado de políticas sociales que presentan los mejores resultados. Pese a ello, para el Presupuesto de Egresos de la Federación 2018 un total de 20 programas de ese universo vio congelado o reducido su presupuesto. Fuertes recortes al gasto en salud y educación fueron promovidos por la administración pasada ignorando las recomendaciones del organismo.
No siempre ha sido así. En 2013, el CONEVAL cuestionó severamente la recién lanzada Cruzada contra el Hambre, la estrategia antipobreza del presidente Peña Nieto. Con renuencia, sus impulsores tuvieron que aceptar la poca claridad de sus planteamientos, los problemas para identificar su población beneficiaria, y la indefinición de sus resultados. El CONEVAL dio pie a modificar dicha estrategia hasta el punto de ser sustituida por otra notablemente distinta.
Pese a los valiosos servicios que proporciona a la política pública, incluyendo la medición de la pobreza, las disputas partidistas sumieron al CONEVAL en un limbo jurídico. En 2014, el Poder Legislativo le otorgó autonomía constitucional, pero no ha sido capaz de concretar la ley reglamentaria correspondiente. Esto genera un entorno de severa incertidumbre para las tareas del organismo. Este maltrato legislativo lleva cinco años lastrando sus labores.
Pese a los valiosos servicios que proporciona a la política pública, incluyendo la medición de la pobreza, las disputas partidistas sumieron al CONEVAL en un limbo jurídico
El patrón antes descrito ahora se repite. La conservadora política social del presente gobierno, basada en repartir dinero, ignoró desde su arranque las recomendaciones del CONEVAL. Por supuesto, el presidente no tiene que hacerle caso en sus ideas para una transformación profunda, como lograr la seguridad social universal, pero incluso si quisiera hacer pequeñas mejoras hay sugerencias ignoradas sobre cómo conservar lo que mejor ha funcionado, como las estancias infantiles o PROSPERA.
No todo es desdén. A principios del año la secretaria del trabajo, Luisa María Alcalde, acordó que el CONEVAL evaluara el programa Jóvenes Construyendo el Futuro, para verificar sus resultados y así eliminar sus deficiencias y adecuar sus mecanismos. Sin embargo, la reticencia a reconocer el papel del CONEVAL está ahí, particularmente en la tardía respuesta de la Secretaría del Bienestar ante los toscos recortes presupuestales que le quieren aplicar al organismo.
Hoy, el desmedro al CONEVAL continúa, e incluye desvirtuar su situación. En el ‘informe’ que recibió el presidente sobre el organismo se subraya que gasta más en renta que en estudios, pero se omite que se le retuvo el dinero para ellos; se señala el incremento en renta por su necesario edificio, pero para ello se compara con una bodega que antes alquilaba.
Se habla del aumento en su gasto y personal, pero se omiten ocho leyes que le cargan nuevas obligaciones a cumplir; se destaca el prolongado periodo de su Secretario Ejecutivo y sus consejeros, pero se esconde que los tres órdenes de gobierno les pidieron permanecer ante el vacío legal existente.
Uno pensaría que un gobierno que no quiere parecerse a los anteriores trataría al CONEVAL de forma distinta, así sólo fuera por su inclinación a ser diferente, pero la realidad es que López Obrador repite la historia de quienes le precedieron en el puesto.
Ignorar, actuar con suspicacia y menoscabar. Más de lo mismo, pero mucho más.
Twitter: @equidistar