Crecimiento y distribución…de oportunidades

25 Febrero, 2019

En el marco de la 40 Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, el sábado pasado tuve la oportunidad de participar en una mesa, junto con Jaime Ros, Jonathan Heath y Juan Carlos Moreno-Brid titulada, “Crecer para distribuir o distribuir para crecer”.

El tema resulta relevante, dada la persistencia en bajas tasas de crecimiento económico y la alta desigualdad en la distribución del ingreso que presenta México. Existe una tendencia a plantear el problema como una disyuntiva, ante la cual se tiene que tomar una decisión sobre el orden de impulso: crecemos y luego distribuimos, o distribuimos y luego crecemos.

Mi postura al respecto es que no guardan un orden en un sentido u otro, pero sí es importante identificar los espacios para cada uno de los dos ámbitos, tanto en su potencial como en su forma. En México existe un margen para el mayor crecimiento dada la estructura actual, pero también es cierto que para colocarnos en una nueva y mejor senda de crecimiento resulta necesario, entre otras cosas, reducir la desigualdad de oportunidades.

En una economía se cuenta con cierto capital y se decide cómo utilizarlo, de tal manera que eso lleva a cierto nivel de crecimiento económico. Si utilizamos los recursos de la mejor manera posible, se logra todo el potencial de crecimiento. En ese sentido, habrá margen para un mayor crecimiento en la medida en que el uso de los recursos pueda ser más eficiente.

En el caso mexicano pareciera que este margen de maniobra existe si tomamos en cuenta cuestiones como, por ejemplo, los avances en grado promedio de escolaridad de la población y la baja participación laboral de las mujeres (esto, sin olvidar las limitaciones ante un mundo globalizado).

Si existe dicho margen, entonces nos encontramos en una situación en la cual hay que aprovechar de mejor manera los recursos para lograr un mayor crecimiento. En este caso nos encontraríamos en un esquema de crecer con posibilidades para redistribuir en términos de resultados, donde lo segundo se logra, por ejemplo, con la eliminación de cuellos de botella en el mercado laboral, de tal manera que la estratificación vigente se diluya y el ejercicio efectivo de derechos por parte de los trabajadores permita que participen de las ganancias generadas de una manera menos desigual a la actual.

 

En México existe un margen para el mayor crecimiento dada la estructura actual, pero también es cierto que para colocarnos en una nueva y mejor senda de crecimiento resulta necesario, entre otras cosas, reducir la desigualdad de oportunidades

 

Pero, ¿qué pasa si dada la estructura actual el margen para el crecimiento económico resulta limitado frente a las necesidades del país? ¿Cómo puede operar el mecanismo de la distribución para colocar a México en una mejor senda de crecimiento económico?

En la literatura económica se ha analizado, con resultados variados, la relación que guardan el crecimiento económico y la desigualdad de resultados, típicamente medida a través de los ingresos.

Más recientemente, esta relación se ha analizado tomando en cuenta que la desigualdad se compone de dos fuentes: la desigualdad de oportunidades y la de esfuerzo. En cuanto a la primera ésta resulta, en términos de la discusión pionera de John Roemer, de las circunstancias de origen, que se refieren a todas aquéllas sobre las cuales las personas no tienen posibilidad de injerencia (por ejemplo, nacer en zona rural o urbana). Una vez que se aíslan estos dos tipos de desigualdad, existe evidencia incipiente que apunta a que una mayor igualdad de oportunidades tiene un efecto positivo sobre el crecimiento económico (ver aquí y aquí).

Si esto se refuerza y sostiene con estudios posteriores, nos encontraremos ante un escenario en el que, en economías como la mexicana donde la desigualdad de oportunidades es alta, una ruta para mejorar tanto los niveles de desigualdad de resultados como de crecimiento económico pasa por eliminar barreras a través de una mejor distribución de oportunidades. 

En conclusión, aunque pareciera que dada la estructura actual existe un margen para un mayor crecimiento económico con un esquema de distribución de las ganancias menos desigual al vigente, también resulta importante reconocer que la persistencia de la alta desigualdad de oportunidades puede limitar las posibilidades futuras del país para colocarse en una senda de crecimiento económico distinta.

¿Cómo podemos igualar las oportunidades para incrementar el crecimiento económico? Sobre el tipo de acción estatal en ese sentido, tanto en los requerimientos como en los instrumentos de política, se centra gran parte de la discusión que debemos resolver como estado mexicano. 

 

Twitter: @RobertoVelezG

Roberto Vélez Grajales Roberto Vélez Grajales Director Ejecutivo del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), donde anteriormente fungió como Director de Movilidad Social. Sus intereses de análisis, además de movilidad social, se concentran en igualdad de oportunidades, desarrollo humano y antropometría histórica. Es economista por la Universidad de las Américas-Puebla, maestro en Economía por El Colegio de México, y doctor en Historia Moderna por la Universidad de Oxford.