¿La COVID-19 también será una enfermedad endémica en México?
En México también la COVID-19 se volverá una enfermedad endémica que va a exigir al gobierno otra estrategia de salud pública.
De acuerdo con Enrique Minor, profesor investigador en la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey (ITESM), se considera a una enfermedad como endémica cuando “su erradicación en el tiempo puede tardar, y que eventualmente bajo ciertas características (climáticas o estacionales) puede volverse crítica. Es una enfermedad que va a estar latente por un buen tiempo”.
Expertos médicos y de salud pública a escala global están preparándose para que la COVID-19 se convierta en una enfermedad endémica en varias partes del mundo. En una entrevista con Reuters, varios especialistas de salud señalaron que esta enfermedad “eventualmente se comportará como el sarampión, que aún causa brotes” en ciertas poblaciones; sin dejar de ser un “contribuidor importante a las cifras de enfermedad y muerte en los años por venir”.
Los especialistas citados por Reuters esperan que países como Estados Unidos, Reino Unido, Portugal e India sean los primeros en hacer la transición de COVID-19 pandémica a COVID-19 endémica. Pero, según David Castelo, médico internista infectólogo y enlace médico científico para terapeútica de COVID-19 en GSK México, es casi una certeza que en México también se vea una transición similar.
“Vas a esperar la endemia en todos los países del mundo, fuera de naciones muy aisladas o en islas donde puedes controlar muy bien el acceso al país […]. Ahí si puedes hablar de que la puedes erradicar. Pero México tiene fronteras muy transitadas, tiene una industria turística muy importante, entonces sabes que van a venir casos de afuera y probablemente no podremos controlar los casos de adentro. Por eso se espera que se vuelva endémico”, asegura.
Este cambio en cómo se concibe a la COVID-19 podría estar relativamente cerca, considerando que en unos pocos días se cumplen dos años del primer caso confirmado de la enfermedad. En una entrevista con Vox, Joshua Petrie, epidemiólogo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan aseguró que para Estados Unidos la transición a una etapa endémica podría darse en el transcurso del próximo año.
Según Rafael Lozano, director de los Sistemas de Salud y profesor del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington, si se mantienen las medidas sanitarias adecuadas y si no aparecen nuevas cepas, podría iniciar la evolución hacia una COVID-19 endémica en el mediano plazo. Agrega que “sí va a ser un problema similar [a la influenza o la gripe], pero la caída del impacto se verá hasta mediados de 2022, no ahora como lo quieren ver algunos políticos”.
En este contexto, advierte que la actual tendencia en los casos de COVID-19 (que está a la baja desde el pico de infecciones de la tercera ola a mediados de agosto, según el monitor del Gobierno de México) cambiaría a finales de este mes, con un repunte modesto en el número de casos, pero sin la misma carga de casos graves y muertes del año pasado, que duraría hasta marzo o abril, explica Lozano, quien fue director del Centro de Investigación de Sistemas de Salud en el Instituto Nacional de Salud Pública de México.
Nueva estrategia de vacunación
Hasta ahora, la estrategia del actual gobierno para combatir la pandemia ha sido llevar cualquier versión efectiva de la vacuna anti-COVID a la mayor cantidad de pacientes adultos que sea posible. Hasta el martes 9 de noviembre, según las mismas cifras de la Secretaría de Salud (SSa), se habían administrado más de 128 millones de dosis a 75.17 millones de personas. De ellas, 62.68 millones habían recibido el esquema completo.
Tomando en cuenta la estimación de población total del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para finales de 2021, significa que el 49.74% de la población total mexicana cuenta con el esquema completo. En el segmento de únicamente mayores de edad, tienen esquema completo casi tres cuartas partes de los mayores de 18 años.
En un escenario de COVID-19 endémica, las vacunas seguirán siendo relevantes, pero el enfoque de salud pública deberá ser distinto. De acuerdo con Enrique Minor, las autoridades mexicanas deberían empezar a pensar en “un proceso de vacunación y revacunación […] conociendo la dinámica del virus, cómo va afectando estacionalmente, cuáles son los meses de mayor relevancia, en qué condiciones, qué personas son las que están más expuestas”.
Reafirma el especialista del ITESM que la política de salud pública para una COVID-19 endémica requeriría, en primera instancia, la protección de toda la población contra la enfermedad; y luego migrar a un modelo similar al que ahora se maneja con la influenza. Sin embargo, esta forma de trabajar no parece ser compatible con el acercamiento reciente de la actual administración a esta crisis sanitaria.
No solo el mismo presidente y sus allegados han rechazado en varias ocasiones la necesidad de dosis de refuerzo para la población general, bajo el argumento que los especialistas globales aún no lo han recomendado formalmente. Además, ha puesto enorme resistencia para administrar las vacunas anti-COVID a la población menor de 18 años.
Al respecto, Rafael Lozano comenta que esto responde a que “está haciendo lo que puede con lo que tiene. El gobierno tiene un dilema, debe priorizar seguridad y resultados contra escasez y disponibilidad. […] A pesar que recibe las vacunas y la gente se quiere vacunar, no logra tener la distribución que quiere […] y tendrían que juntarse con gente que les pudiera ayudar”.
En este contexto, señala que al gobierno “no tiene salida” en lo que respecta a proporcionar dosis para menores de edad y para reforzar la inmunidad de la población ya vacunada. Ahí, afirma, el “tema es cuándo lo va a hacer”.
A eso se debe sumar que mantener una campaña de vacunación continua, aún si es únicamente entre pacientes vulnerables, podría ser muy costoso para el Gobierno Federal. Para la campaña de vacunación contra la influenza, el Gobierno de México dijo que pretendía administrar 32 millones de dosis. Esta operación, solo con el costo de los fármacos y usando como referencia la tabla de precios de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), podría costar unos 116 millones de dólares (MD).
También basta citar lo que el Gobierno de México, aún sin vacunar a menores de edad, sin dosis de refuerzo y con muchos adultos sin esquema completo, ha gastado en vacunas anti-COVID. En su comparecencia ante la Cámara de Diputados, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) dijo que, para agosto pasado, ya se habían contratado dosis anti-COVID por 50,000 millones de pesos (MP). De esta cifra, solamente se habían pagado 28,000 millones.
En este sentido, Enrique Minor señala que la solución debería ser replantearse el modelo actual de distribución de dosis, “abrir los esquemas de vacunación, de tal manera que la población pueda tener acceso de manera privada a las vacunas. Y sí, mantener una campaña y una alerta importante de por qué debe vacunarse […]. No esperar que solo en los centros de salud públicos puedan tener acceso, eso ayuda bastante y libera mucho el peso al erario”.
Los otros retos de la COVID-19 endémica
Para llegar a una gestión sanitaria más similar a la de la influenza o la gripe para la COVID-19 en México, hay varios problemas en el camino. Uno de los más preocupantes, y que ya se experimentó el año pasado, es la mutación del virus.
David Castelo apunta que todas las estimaciones sobre la transición a una etapa endémica de la actual situación pandémica dependen de que “el virus no se ponga en un plan donde mute en algún sentido, se haga más virulento, contagioso o severo. O, en el peor de los casos, que una de las variantes se escape a las defensas que otorga la vacuna actual […]. Todo depende que el virus no cambie, se replique en un lugar, y se pase a otro lado”.
Pero si el virus se “comporta”, como lo ha estado haciendo hasta ahora, podría llevar a otro reto: bajar la guardia. Rafael Lozano señala que uno de los errores más graves y que más preocupación genera es que los gobiernos y autoridades estén levantando prematuramente las restricciones sanitarias. México, señala, no es la excepción.
“Es increíble ver gente en las calles como si todo hubiera terminado […]. La gobernadora de Campeche dijo que estábamos en verde y que ya cada quien podría hacer lo que quisiera […] se burla un poco haciendo como que no necesita tener el cubrebocas. Esa relajación llevaría a regresar, en México, a peores situaciones de las que se vivieron con el incremento por la variante Delta. No podemos pensar que la COVID-19 ya se fue, o pronto se va”, advierte.
Por último está la cuestión de las secuelas a largo plazo de la COVID-19. Varias instituciones han empezado a advertir sobre los efectos del llamado “long COVID”, los efectos a largo plazo de una infección por el virus. Éstos, por ser una enfermedad nueva, no se conocen aún del todo. Pero en un contexto de COVID-19 endémica, podrían convertirse en una carga extra al sistema de salud.
Y es que, de acuerdo con David Castelo, la COVID-19 crónica “ya no es dependiente ni de la vacuna ni del virus. Es consecuencia de la inflamación que creó el virus y alteró el cerebro, el pulmón, el corazón, los músculos, articulaciones. Es muy variada la lista de síntomas […]. No hay ninguna medida antiviral, de vacuna o tratamiento que te pueda librar de ello […]. Y ahí lo que va a impactar es la consulta de especialidad fuera de infectología […]. Es una cruz que van a cargar varios especialistas […] y desafortunadamente habrá pacientes que, de por vida o por varios años, van a mantener ciertos síntomas”.