Pensiones, la herencia maldita para el siguiente Presidente
La grave crisis de pensiones que ya tenemos en México, no preocupa a nadie; por lo menos no públicamente.
Solo algunos académicos y funcionarios públicos involucrados insisten al respecto; los demás, hacen como que la virgen les habla.
Un par de datos es suficiente para ilustrar solo un parte de esa bola de nieve financiera que recibirá como herencia quien asuma la presidencia de la República en 2018.
1. El monto gastado para pagar pensiones y jubilaciones entre enero y octubre de este año –según reportó Hacienda- ascendió a 577 mil 13 millones de pesos. Esto es una cuarta parte de todo el gasto corriente del sector público y supera en 2.2 veces el monto total de la inversión pública directa. ¡Una barbaridad de dinero que limitará al Estado cualquier acción productiva en el futuro!
2. Pero el monto total en pensiones y jubilaciones que se debe pagar año con año, no es lo más escalofriante del asunto, sino el ritmo de crecimiento de esta bola de nieve. Vea: Hace siete años, en 2010, el monto erogado por pensiones a funcionarios públicos en los primeros 10 meses del año ascendió a 271 mil 832 millones de pesos. Es decir, en estos últimos siete años la bola de nieve ha crecido 112%.
Sin embargo, el crecimiento de los recursos destinados a pensiones y jubilaciones se ha acelerado en lo que llevamos de este sexenio. Entre enero y octubre de 2012 y el mismo lapso de este año, la bola de nieve creció en más de 232 mil millones de pesos, esto es, 67.5%. A este ritmo, en un par de años más casi una tercera parte de los ingresos tributarios del país se destinarán solo a pagar pensiones y jubilaciones. Un peligroso sinsentido.
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Y en estas cifras no se consideran las erogaciones por pensiones y jubilaciones de trabajadores de los estados, de universidades públicas autónomas o de empresas productivas del Estado como Pemex, cuyos pasivos laborales -incluyendo las pensiones- ascienden a 1.3 billones de pesos.
El fenómeno de este descomunal crecimiento del costo de las pensiones del sector público, que ha puesto en riesgo a las finanzas públicas, no es nada nuevo. Viene de mucho tiempo atrás y aunque las advertencias han sido latentes, no es un asunto que vaya a estallarle en las manos a los políticos en turno en el gobierno; así que han preferido callar.
El monto destinado a pensiones y jubilaciones en el sector público creció 68% en los últimos 5 años
Hay que admitir que –ante la insistencia y la gravedad del caso- hacia mediados del año pasado el gobierno intentó incluir el asunto en el Paquete Económico 2017 pero la mala fortuna de la llegada de Trump a la Casa Blanca, cambió drásticamente la agenda del país y ‘enterró’ definitivamente la posibilidad de que las pensiones fueran tema de debate.
Las pensiones son un caso de orfandad. No les importa a los líderes sindicales (¿acaso hemos escuchado hablar del asunto a alguno de ellos que dicen defender el interés de los trabajadores?). Mucho menos les importa a los líderes de las organizaciones empresariales que no están dispuestos a incrementar su participación en un fondo de ahorro para el retiro. Y, por razones político-financieras, tampoco le ha importado al gobierno.
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Ahora las pensiones se han convertido en una herencia maldita para el siguiente gobierno, sea quien sea; porque para el presidente que gobierne entre 2018 y 2024 no habrá forma de que esquive un fardo de casi un billón de pesos al año (¡y creciendo!) en pensiones y jubilaciones que le atarán de pies y manos sin haber realizado una reforma hacendaria a fondo que incluya –necesariamente- una reforma a la seguridad social y a las docenas de sistemas pensionarios del país.
Así que, candidato presidencial que no coloque la reforma hacendaria y las reformas a la seguridad social y a los sistemas pensionarios en lo más alto de su agenda pública, no habrá que tomarlo en serio. Será un irresponsable porque solo mira su nariz… pero nada más.
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