Milton Friedman: amo y esclavo
El premio Nobel de Economía Milton Friedman es una dudosa guía para la política social por su gran recelo hacia los derechos sociales. Sin embargo, las ideas del pensador de Chicago han sido clave para el gobierno actual y siguen inspirando a las candidatas presidenciales. Si esta influencia es inevitable, en lo que a transferencias monetarias se refiere, al menos debería tomarse con rigor y llevarse a sus últimas consecuencias.
Friedman es un convencido de las bondades de la libertad individual y el sistema de mercado y cuestiona el derecho de los individuos de ser atendidos por el Estado cuando no pueden valerse por sí mismos. Sin embargo, en caso de ser inevitable alguna ayuda, prefiere los apoyos monetarios directos donde reine el consumidor a la construcción de un oneroso Estado de Bienestar que ofrezca servicios de salud, educación y otros.
Para reducir los intermediarios o la oferta de servicios, López Obrador defiende los apoyos en efectivo. ”No subestimemos el ingenio de los pobres…Estarían mucho mejor si simplemente les diésemos el dinero y les dejáramos gastarlo”, justifica Friedman. Nunca más cierta la consigna de Keynes “Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto”.
Si las candidatas presidenciales aceptan sin cambios la continuidad de las transferencias monetarias actuales seguirán la inspiración de Milton Friedman plasmada por el involuntario Chicago Boy de Palacio Nacional. Pese a ello, esta influencia no es completa, pues esta administración ha renunciado a su lema “primero los pobres”, cuestión contemplada en la propuesta más elaborada sobre los apoyos en dinero de Milton Friedman.
Entre 2018 y 2022 prácticamente se duplicaron los apoyos sociales, pero estas transferencias monetarias beneficiaron crecientemente a los más ricos, relegando a los demás. En 2018, el 20% de la población de mayor ingreso recibía el 5% de los apoyos sociales, mientras para 2022 esta cifra aumentó a 17%. Para el mismo periodo, el 40% de la población más pobre pasó de captar el 66% de las transferencias monetarias a recibir 42% de las mismas.
Comparado con lo hecho por esta administración, la propuesta más elaborada de Milton Friedman sobre los apoyos en efectivo es un verdadero modelo de redistribución del ingreso a favor de los más pobres. Se trata del “impuesto negativo”, un sistema de transferencias e impuestos en el que el Estado realiza pagos a los pobres cuando sus ingresos caen por debajo de un umbral, mientras que les grava los ingresos por encima de ese límite.
Este sistema garantiza que los más pobres alcancen cierto nivel de ingreso y quienes lo superen contribuyan gradualmente a la recaudación general. Para ello, una de las primeras medidas a realizar es la unificación de los padrones de beneficiarios con el registro de contribuyentes, de forma que sea posible identificar las necesidades de unos y las obligaciones de otros (un nuevo Sistema de Administración de Transferencias y Tributación, SATT)
Este esquema requiere de mucha información y capacidad administrativa, de las que carece este gobierno y podría no tener el siguiente, de manera que un esquema práctico diferenciaría los apoyos monetarios por zonas, dando más a los residentes de los lugares más pobres, en vez de intentar un cálculo individual. El resultado sería dar más apoyos per cápita a las entidades federativas o municipios más pobres en vez de transferencias igualitarias.
Unificar el registro de las transferencias y los impuestos ahorraría liquidez y gastos administrativos al gobierno. Para aquellos que rebasen el ingreso mínimo garantizado no habría necesidad de realizar desembolsos ni onerosos rastreos de su carencia de ingreso, mientras que los esfuerzos de dispersión de efectivo se concentrarían en quienes no alcancen el ingreso objetivo. Este esquema también funciona para transferencias universales puras.
Por otra parte, asignar los apoyos más progresivamente y diferenciarlos territorialmente, son propuestas que podrían ajustar ambas candidatas. Para Claudia Sheinbaum una ligera preferencia por los más pobres continuaría la política de apoyos universales poniendo ahora sí primero a los más pobres. En el caso de Xóchitl Gálvez, una preferencia fuerte por los más pobres la acercaría a los resultados distributivos de Progresa-Oportunidades-Prospera.
Milton Friedman encontró en AMLO un involuntario esclavo intelectual que puso a su disposición parte de la política pública, pero ahora las candidatas tienen la gran oportunidad de que aquél se ponga a su servicio.