Lecciones del Estado de México
Elecciones del Estado de México 2017.
Las elecciones en la entidad mexiquense han sido consideradas el laboratorio político de las elecciones de 2018.
No deja de sorprender, dadas las enormes expectativas que mereció, trazar el mapa de las principales lecciones que se derivan de ella.
Lo primero es la victoria del PRI que no se veía como un día de campo en absoluto. Del análisis de esta victoria se desprenden los rasgos, las características de esta elección tan importante.
Primero que nada, sí hay que decir que el Estado de México es una especie de micro cosmos de México como un todo. Las características socio demográficas y la composición del mapa electoral permiten aproximar sin duda una especie de ensayo de una elección nacional.
Además, por su magnitud en el padrón, estas elecciónes son por sí mismas un retrato representativo, en cierta pero importante medida, de la elección nacional.
Logotipos de los partidos políticos mexicanos.
La lección en términos de la izquierda es fundamental. Una izquierda unida Morena-PRD hubiera, al menos en principio, ganado la elección. La paradoja para AMLO no podría ser mayor.
Un PRD organizado, con un buen candidato y con una buena estrategia puede, como ha sido demostrado, hacer un buen papel. Es patente que, en todo caso, Morena hubo de necesitar al PRD tanto como el PRD a Morena.
Otra lección es para el PAN en la medida en que siendo un verdadero partido nacional es perfectamente factible -en una elección competida- irse al tercer o cuarto lugar.
El peso de esta lección no recae por entero en la candidata Vázquez Mota sino también en el hecho de que un buen número de electores panistas pueden irse al voto útil y sufragar por un PRI que tenga posibilidades de triunfo con tal de que López Obrador no gane.
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Hay que decirlo claramente: no faltan electores que prefieran un voto estratégico a favor del PRI si su primera opción rechazada es una izquierda no deseada, típicamente, un AMLO que no deja de ser polarizante.
Una lección que se deriva de los resultados tiene que ver con la naturaleza y alcances del poder del PRI. Parece que la gran maquinaria, el gran aparato del tricolor ya no alcanza para vencer en plazas competidas como lo es evidentemente el Estado de México.
La movilización -valiosa como es- que puede hacer el PRI en el medio rural ya no es suficiente para asegurar la victoria. Supongamos que el tricolor puede movilizar en el campo y en regiones semiurbanas alrededor de 25 o incluso 30 puntos.
Es evidente que esto que muchos quisieran tener, la gran estructura territorial para la campaña de tierra, ya es insuficiente aunque necesario en un ámbito de alta competitividad.
De ahí otra lección importante. Los llamados partidos pequeños representan una masa crítica muy valiosa. No se piense sólo en el Verde, clásico satélite. Hay que tener en mente a Nueva Alianza y Encuentro Social.
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Aún bajo el supuesto de que el Verde suma una masa crítica superior a estos otros partidos pequeños, en conjunto bien pueden haber hecho la diferencia para que el PRI ganara.
Ésta es al menos una hipótesis de trabajo que habría que probar, tal vez con datos de exit poll.
Finalmente, el lugar común que enseña que el PRI se beneficia de la división y por lo tanto de la fragmentación, parece probada por estas elecciones mexiquenses.
Invirtamos la lógica y pensemos que PAN y PRD -alianza no necesariamente impensable- o PRD y Morena hubieran amasado un volumen de voto ganador.
Pero esa es otra historia. Qué duda cabe que para el PRI esta elección lo deja posicionado hacia el 2018 aunque también lo hace con Morena y un PRD y PAN de fuerzas nada desdeñables en la perspectiva de elecciones que indudablemente sólo pueden ganarse con el poder de, si no una mayoría, sí de una primera minoría.
Twitter: @CJonesTamayo