¿Incrédulos?, … pero si la burra no era arisca

Si los mexicanos están plagados de incredulidad y desconfianza es porque han perdido credibilidad no solo en el gobierno sino también en el manejo de política económica.
5 Marzo, 2015

Efectivamente, la burra no era arisca, la hicieron arisca. Si los mexicanos están plagados de incredulidad y desconfianza es porque han perdido credibilidad no solo en el gobierno sino también en el manejo de política económica. Los mexicanos no han perdido la confianza por si solos, son las propias autoridades las que han hecho méritos para ganarse esa pérdida de credibilidad. 


En el México de hoy vemos que la credibilidad se ha perdido por tres razones: uno, porque no se cumple lo que se promete; dos, porque se promete más de lo que se puede cumplir; tres, porque se hace lo contrario de lo que se dice. El común denominador es que se ha pecado de imprudencia e inconsistencia. En algunos casos se ha dicho más de lo debido con tal de convencer, en otros se ha asegurado algo que tiene una alta probabilidad de no suceder, y en otros se han tomado acciones que no son consistentes con lo que se dijo.


La pérdida de confianza en las autoridades ha aumentado a lo largo de los dos últimos años y más recientemente con los escándalos de falta de transparencia y otorgamiento de privilegios. Cuando se ponen en práctica experimentos en materia política o económica, para ver si salen las cosas, los errores y pérdida de credibilidad tienen un costo importante para la sociedad y para el progreso económico. Esas acciones pueden dar la impresión de que no se tiene rumbo definido, que se está en un proceso de prueba y error, o bien que se cuenta con un equipo poco experimentado. 


Basta con ver algunos ejemplos que pueden explicar el deterioro en la confianza de los mexicanos y de los mercados. Uno, al inicio de la administración se anunció el gran compromiso con finanzas equilibradas: déficit fiscal cero. Pocos meses después se dijo que siempre no, y que el gobierno iba a incurrir en un desequilibrio mayor y prolongado hasta el 2016. Sin embargo, hacia finales del 2014 y ante el desplome de los precios del petróleo el gobierno sostiene firmemente que no habrá recorte al gasto porque los ingresos petroleros están protegidos. Un mes después se anuncia que siempre si hay recorte al gasto público. Estas acciones no solo dejan una impresión de inconsistencia sino que incluso hacen dudar de lo que la autoridad dice en primera instancia.


Dos, en materia monetaria tanto la disciplina como el mandato anti-inflacionario fue siempre un discurso firme y repetitivo. Era tal el orgullo de autonomía monetaria que incluso existía libertad de contradecir al presidente de la república cuando sugería recorte de tasas de interés para ayudarle a la economía. Sin embargo, a partir del 2013 y con la prolongada debilidad estructural de la economía de principios de sexenio, la política monetaria daba la impresión de actuar con un mandato doble bajo el argumento de ayudarle a la alicaída economía. Lo más curioso es que los mercados, que antes acusaron al ejecutivo federal de atentar contra la autonomía monetaria, ahora aplaudian el actuar de una política monetaria pro-crecimiento. Afirmar que el inesperado recorte de tasas de marzo del 2013 no representaba el inicio de un ciclo de bajas, cuando meses después se vuelve a recortar, no parece ser consistente.


Tres, el caso de la sobre-euforia creada alrededor de las reformas estructurales. Se propagó a los cuatro vientos un “poder casi milagroso” de las refomas. Incluso hubo algunos medios internacionales que llegaron a sugerir que México estaba en el camino de convertirse en una potencia económica. Al final, la realidad pudo más que los buenos deseos y las condiciones cambiantes han revelado el riesgo de pecar de imprudencia cuando no se tienen resultados tangibles sino solo esperanzas. Sobrevender eventos cuyos resultados tienen cierta probabilidad de que la mano del diablo se aparezca en cualquier momento es muy riesgoso para la credibilidad.


Así, decisiones cambiantes, acciones que tienen que revertirse, medidas que no son consistentes, y sobre todo defensa persistente de algo que ya se ve insostenible, no solo dan la impresión de no tener un rumbo claro sino que también hacen perder la fe incluso de los mismos creyentes. Esto explica el porqué aquellos medios internacionales que compraron la euforia de las reformas sean los mismos que ahora las critican, así como también aquellos que antes defendían los estimados oficiales ahora los cuestionan.

 

Twitter: @AlfredoCoutino

 

 

Alfredo Coutiño Alfredo Coutiño Economista por la UNAM, maestro en Economía por el ITAM y doctor en Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Madrid. Es director para América Latina de Moody's Analytics, subsidiaria de la calificadora Moody's Corporation, desde 2005 en donde lidera el análisis, modelos y pronósticos para América Latina. Fue director de Ciemex-Wharton Econometrics.