Hay algo mal con mi cuerpo
Vas caminando por la calle y de repente te sientes observada sin saber por qué. Te revisas varias veces para ver si tienes algo mal o te equivocaste con alguna prenda. Después te das cuenta que no, no hiciste nada mal, ni siquiera vas vestida en lo que consideramos provocativo. Es tu cuerpo, eso es lo que está mal. Sólo que no puede ser eso lo que esté mal ni el motivo de las miradas de los hombres.
Pero sí, es eso. Hoy me vestí como cualquier día para el trabajo: jeans (en este caso los más aguados que tengo), botas de piso, y una blusa que ni se alcanza a notar por la chamarra que traigo encima. Y comienzo a sentir miradas conforme voy caminando hacia el metro. ¿Me habré puesto mal el suéter? ¿Se me habrá olvidado subirme el cierre del pantalón? Me reviso una y otra vez de manera discreta hasta que me doy cuenta que no están viendo mi ropa, me están viendo a mí.
Hay cosas que no podemos cambiar, o al menos no tan fácilmente como ponerse un outfit distinto. No puedo levantarme un día y decir: hoy no quiero tener este tipo de cuerpo e intercambiarlo por otro y así sucesivamente dependiendo de mi humor del día. Así que tampoco puedo evitar tener una fisionomía que, aunque me guste, llame la atención y me haga sentir muy incómoda.
No estaré del todo de acuerdo con el movimiento feminista (sí, línchenme por decir eso), pero hay algo con lo que comulgo hasta cierto punto: yo debería de poder tener la libertad de vestirme como quiera sin que sienta que mi integridad está en peligro o simplemente que debo de andarme cuidando de las intenciones de alguien más. En un malviaje reflexivo de esos que de repente uno tiene cuando no tiene nada que hacer, me di cuenta de que gran parte de mi vida he cuidado mi forma de vestir de acuerdo a los lugares a los que voy y en qué medio de transporte me traslado. Y estoy segura que no soy la única que lo ha hecho, ni tampoco la única que ha experimentado esa clase de situaciones incómodas.
Sea en la calle o en el trabajo hay que estar a la defensiva, ¿y por qué? ¿que no tenemos ya bastante con la inseguridad que todos vivimos en el día con día que además debemos de cuidar que nadie se quiera sobrepasar con nosotras sólo por ser mujeres?
Se ha dicho y se ha escrito infinidad sobre esto. Pero lo retomo porque no ha dejado de existir, porque me sigo sintiendo insegura, porque sigo sintiéndome incómoda cuando un compañero del trabajo me mira de una manera en la que no debería de hacerlo y después me ofrece darme un aventón, porque me tengo que cuidar al ir en el metro y elegir ir en los vagones exclusivos para mujeres, porque me debo de vestir lo “menos atractiva posible” cada vez que ando en la calle y termino pareciendo un costal de papas con unos jeans, tenis y una sudadera, y aun así, es inevitable que te miren. Pero no, mi cuerpo no es el que está mal, son los hombres quienes se sienten con derecho a verme como un objeto.