Convención Bancaria acomodaticia

Una reunión anual de los banqueros, a la que asistió el presidente López Obrador, con la intención mutua de agradarse.
1 Abril, 2019
El presidente Andrés Manuel López Obrador dirigiéndose a los banqueros en su Convención anual el pasado 22 de marzo
El presidente Andrés Manuel López Obrador dirigiéndose a los banqueros en su Convención anual el pasado 22 de marzo

Tenía un jefe que solía decir cuando se sentía incómodo en algún evento público: “Si me veo como me siento esto está de la fregada”.

Así me imagino se sentían los banqueros en la pasada Convención Bancaria y así se veían. Tuvieron que fingir emoción ante un López Obrador que no fue su candidato a la Presidencia en las elecciones del año pasado y que trae una visión de país muy distinta a la de ellos en aspectos medulares.

AMLO, por su parte, en su ánimo de obtener recursos para sus proyectos de infraestructura les correspondió el cariño con promesas agradables a sus oídos. Sin embargo, y pese al esfuerzo de todos por agradarse mutuamente, no se sentía amor verdadero en el ambiente, sino más bien un ánimo acomodaticio y de tolerancia forzada.

La 82ª. Convención Bancaria celebrada los días 21 y 22 de marzo bajo el lema “Una visión de futuro”, fue la primera en la que participa AMLO, como Presidente de México. La intención de los administradores del dinero era mandar un mensaje de concordia, cooperación y de visión de futuro. En ese sentido, el tema principal escogido por los banqueros para discutir fue en forma correcta el de la Inclusión Financiera, herramienta fundamental de este gobierno para combatir la pobreza y la desigualdad.

También, la Asociación de Bancos de México (ABM), previo al evento, eligió como su nuevo Presidente a Luis Niño de Rivera quien preside Banco Azteca. Este banco, junto con Compartamos, se enfoca mayoritariamente al segmento de ingresos medios y es propiedad de Salinas Pliego, empresario cercano a AMLO.

Asimismo, reconocieron mediante abrazos efusivos la interlocución de Alfonso Romo, el Jefe de la Oficina de la Presidencia y no tocaron temas álgidos como la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), la suspensión de la Reforma Energética, ni la necesidad de una Reforma Hacendaria. En suma, estuvieron en tono conciliador y acomodaticio.

Por su parte AMLO y su equipo, llevaron un mensaje neoliberal de apoyo al crecimiento con base en la inversión productiva en infraestructura, cuidando la macro-estabilidad económica a partir de no incurrir en más deuda pública y de respetar la autonomía del Banco de México para que cumpla en su función de asegurar la estabilidad de precios.

Asimismo, mandaron un mensaje para tranquilizar a los mercados en relación a la existencia del respaldo expreso que el gobierno federal está dispuesto a dar en todo momento a PEMEX para que haga frente a sus obligaciones de deuda inmediata. También les endulzó el oído a los banqueros al anunciar que durante su gobierno el Ejecutivo no determinará porcentaje alguno en el cobro de comisiones.

Al margen de la intención mutua de agradarse, uno se pregunta ¿Estos mensajes son buenos o malos? Algunos son buenos, otros malos y algunos francamente preocupantes.

 

López Obrador endulzó el oído de los banqueros al anunciar que durante su gobierno no determinará porcentaje alguno en el cobro de comisiones

 

Me parece muy bueno que la inclusión financiera, junto con el énfasis en la mayor competencia hayan dominado la agenda. Ambas son asignaturas con oportunidades fuertes de mejora en el sistema bancario y son herramientas necesarias para el desarrollo y el bienestar socioeconómico si se usan adecuadamente y van acompañadas de una seguridad social universal como la que propone el CEEY (Ver el “México del 2018, Movilidad Social para el Bienestar” en www.ceey.org.mx)

Estuvieron también correctos los mensajes de macro-estabilidad económica, de respeto a la autonomía de Banxico, de respaldo a la deuda de PEMEX y de querer detonar el crecimiento mediante inversión púbica, todo muy neo-liberal en lo macro.

Me parece muy malo que, en su ánimo acomodaticio, los banqueros hayan callado sobre temas importantes para el crecimiento y desarrollo del país (retomar el NAIM y relanzar la Reforma Energética y hacer una Reforma Hacendaria). Las quejas y reclamos al respecto fueron la constante, pero… en las conversaciones de pasillo, no en el diálogo público.

Me parece preocupante la visión de desarrollo que López Obrador fue a plantear a la Convención y que parecía sacada de uno de sus discursos de campaña. Propuso detonar el crecimiento a partir de la lucha contra la corrupción, de no endeudar al país y de realizar mucha inversión pública en proyectos de infraestructura.

Donde la “puerca torció el rabo” es cuando empezó a reiterar sus “cómos”, los cuales no entusiasman. AMLO fue a platicar de construir su refinería en Tabasco y su Tren Maya. Dos auténticos elefantes blancos con un alto costo de oportunidad presupuestal y con alto impacto ecológico y para los cuales fue a pedir el apoyo de los banqueros.

Lo penoso del asunto fue el contraste de su visión de futuro con aquella que momentos antes había planteado Salim Ismail, Director Ejecutivo de Singularity University. Este reconocido estratega de negocios y notable emprendedor tecnológico en su conferencia “Disruptive Convergence”, habló del cambio tecnológico, del fin del uso de la energía no renovable (petróleo) y de su sustitución por energía solar gratuita para el 2030.

Por lo mismo criticó la dependencia de hidrocarburos por parte de México y el que se “estén financiando proyectos de petróleo (cuyo valor) se va a ir a cero en los próximos 10, 20 años”. Fue vergonzoso, por decir lo menos, escuchar tres horas después a AMLO querer conquistar a los banqueros hablando de fundamentar el desarrollo, en gran medida, en el petróleo y de apostarle a la construcción de su refinería en Tabasco. El contraste hubiera sido de risa loca si no fuera porque el futuro del país es lo que está en juego.

El único momento de emoción real que se vivió, se dio por las razones equivocadas cuando AMLO señaló que él no propondría aumento alguno de comisiones, pero que conminaba a los banqueros a bajarlas de buena voluntad. Claro, muy al estilo de AMLO la amenaza velada estuvo ahí cuando aclaró que “él sólo respondía por él, pero que no por los otros poderes”. Es decir, desde el Senado, en cualquier momento el tema puede ser regulado si ellos no actúan “voluntariamente”.

En suma, que como suele ocurrir con AMLO, trae los “qués” correctos sobre los problemas, pero mal los “cómos” y trae un proyecto de concentración de poder para el que fue a buscar la complicidad de los banqueros. Por lo mismo, los banqueros simplemente fingieron emoción y jugaron acomodaticiamente.

 

*Investigador del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY)

 

@ediazinfante

enrique.diazinfante@ceey.org.mx

 

Enrique Díaz-Infante Enrique Díaz-Infante Director de Sistema Financiero del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY). Es licenciado en Derecho por la UNAM y maestro en Políticas y en Desarrollo, ambas por la London School of Economics. Ha publicado un libro sobre “Regulación Financiera y Competencia Económica” y dos en coautoría por el CEEY: “El Sistema Financiero Mexicano” y “El México del 2018, Movilidad Social y para el Bienestar”. Periódicamente publica en el periódico Reforma y en Arena Pública.