La mayoría de las procuradurías y fiscalías del país, por regla general, sufren de lo mismo: presupuestos vergonzantes, policías ministeriales, peritos y agentes del ministerio público insuficientes, poca investigación, rezago, servicios periciales al tope de su capacidad, falta de capacitación, etc. Tristemente, no es noticia.
Pero toda regla tiene excepciones. Existen casos contados de éxito en la procuración de justicia; esto sí es noticia.
Pongo un ejemplo: la Procuraduría General de Justicia del Estado de Guanajuato, cuyo titular es Carlos Zamarripa Aguirre. Guanajuato me llama la atención por tres motivos poderosos, dos buenos y uno malo.
El primero tiene que ver con su titular. Zamarripa llegó a ser Procurador General después de pasar por todas las áreas.
Sus inicios y desarrollo fueron como Oficial Ministerial, Secretario de Agencia, Delegado, Agente del Ministerio Público, Jefe de Zona, Director General de Averiguaciones Previas, Coordinador General de la Policía Ministerial y Subprocurador de Investigación Especializada. Cuenta, además, con amplios diplomados y certificaciones.
Existen casos contados de éxito en la procuración de justicia; esto sí es noticia.
No es común que un hombre de estas características llegue a ser Procurador General. Normalmente son los Gobernadores quienes, por razones políticas, designan o influyen en la designación de hombres que no tienen el perfil profesional adecuado.
Segundo, Zamarripa cuenta con una característica adicional, nada común en un Procurador: es buen administrador y, de algún modo, ha sabido obtener recursos presupuestales que otras procuradurías ni en sueños imaginarían.
Lo anterior se traduce en una institución moderna, bien dotada con equipos y personal que debieran ser ejemplo a nivel nacional.
En un recorrido ofrecido por el Procurador en 2017, a petición del entonces Fiscal General de Aguascalientes, René Urrutia de la Vega -quien, por cierto, colaboró de manera importante con Zamarripa en su momento- es que pudimos constatarlo.
De igual manera, ese mismo año, siendo vice fiscal de Litigación Oral en la Fiscalía General de Aguascalientes, fui testigo de cómo el gobierno de los Estados Unidos ha venido apoyado el trabajo de las fiscalías estatales. Para los norteamericanos, la de Guanajuato es una de las más avanzadas.
Aclaro que no soy amigo del Procurador ni tengo interés alguno, pero su trabajo debe ser reconocido en tiempos en que las buenas noticias son pocas.
Para los norteamericanos, [la fiscalía] de Guanajuato es una de las más avanzadas.
¿Qué pasa entonces con Guanajuato? Esa es la tercera y la mala. El estado padece un clima de violencia que no refleja el desarrollo de la entidad y su Procuraduría.
La respuesta es simple. Los esfuerzos a nivel local resultan vanos si no están apoyados por el resto del andamiaje institucional a nivel federal.
Guanajuato sufre el problema del huachicol y, por lo mismo, el control de su territorio ha sido objeto de la disputa entre las organizaciones criminales. Hablamos de delitos federales donde Pemex y la PGR tienen mucho que ver en la solución. Esto rebasa las capacidades de la procuraduría estatal.
Regresando, otro buen ejemplo es Nuevo León. En un viaje a esa entidad, tuve el gusto de conocer a Gustavo Adolfo Guerrero Gutiérrez, Fiscal General del Estado. Es un hombre con amplios conocimientos, sabe lo que quiere y lo busca valientemente para su nueva fiscalía. Espero haya más ejemplos.
La buena semilla está sembrada, pero por buena que sea una procuraduría o fiscalía, sin un plan nacional que coordine los esfuerzos de todas ellas y, sin el apoyo por otras instancias de gobierno que coadyuven, los resultados seguirán siendo pobres. La Conferencia Nacional de Procuradores de Justicia no sirve, es decorativa.
Dinero y organización son la clave para que hagan bien el trabajo que les espera. No olvidemos que, más allá de las necesarias comisiones de verdad y justicia, las que en última instancia tendrán que procurarnos esa verdad y justicia, son las fiscalías, piedra angular de todo el sistema.
La Conferencia Nacional de Procuradores de Justicia no sirve, es decorativa.
Las funciones de seguridad pública que realizan las policías preventivas por un lado y la administración de justicia que realizan los jueces por el otro, no sirve sin esa piedra angular que las une y les da sustentabilidad.
Lo digo aquí porque no hay voces suficientes que reconozcan el trabajo de los buenos servidores públicos. Ellos también merecen justicia.