Justicia en quiebra

Nuestro régimen de justicia sigue siendo exactamente el mismo que hace 50 años; con el agravante de que llegó a su límite, es decir, ya no da más.
22 Febrero, 2020

Cambiar de régimen significa cambiar las instituciones que afectan la naturaleza de un sistema en su conjunto.

Con las reformas de 2008, 2011 y 2014 en materia de derechos humanos y justicia penal, amén de la creación de muchas leyes secundarias más, cambiamos el sistema de seguridad pública y de procuración de justicia, por uno nuevo, eficiente y civilizado, al menos eso creímos.

La realidad es que seguimos con graves problemas de inseguridad pública e impunidad. Ni los gobiernos anteriores, ni el actual, han cambiado el viejo y obsoleto régimen inquisitivo de la justicia.

Van algunos ejemplos:

1. En el viejo sistema era común la detención de personas sin orden, en el sistema acusatorio actual, es igual. Ahí está el caso de los homicidas de la niña Fátima. Fueron capturados en el Estado de México sin orden de aprehensión, bajo el inverosímil argumento de un cohecho flagrante.

2. En el viejo sistema era común el allanando de domicilios al no contar con órdenes judiciales de cateo, actualmente es igual. Ahí está el caso de Ovidio Guzmán en Culiacán, Sinaloa. O el caso de los más de 20 policías ministeriales que entraron en un domicilio de Tepito hace pocos días, buscando un millón de dólares.

3. En el viejo sistema no se investigaban los delitos, actualmente tampoco. Las Fiscalías atienden el día a día con los delitos flagrantes únicamente. En Nochixtlán, Oaxaca, ocurrió el primer asunto bajo el nuevo sistema, 19 de junio de 2016, actualmente no existe una investigación concluida.

4. En el viejo sistema era común la tortura como forma de investigación, actualmente es igual. La tortura es una práctica sistemática en México, dicho por el Comité contra la Tortura de la ONU, informe 2012-2019.

5. En el viejo sistema la impunidad era superior al 90 por ciento, actualmente es igual. (Hallazgos 2018, México Evalúa).

6. En el viejo sistema el rezago en las averiguaciones previas era descomunal, actualmente las carpetas de investigación se acumulan de manera alarmante.

7. En el viejo sistema se abusó de la prisión preventiva, actualmente se pretende lo mismo, aumentando el catálogo de delitos de prisión preventiva oficiosa como son los fiscales. Lo mismo sucede con la prisión preventiva justificada, véase el caso de Rosario Robles.

8. En el viejo sistema las Procuradurías obedecían siempre a razones políticas o mediáticas, actualmente es igual. La autonomía de las famosas Fiscalías es decorativa. Los Fiscales siguen obedeciendo a los Gobernadores, como siempre.

9. En el viejo sistema los agentes de los Ministerios Públicos estaban abandonados, actualmente es igual. Se les reprocha ineficiencia sin conocer sus causas.

10. En el viejo sistema las partidas presupuestales para la procuración de justicia fueron limitadas, actualmente es igual o peor. La creación de las nuevas Fiscalías no significó un solo centavo de inversión.

11. En el viejo sistema las cárceles eran anárquicas, actualmente son iguales, no obstante que hoy tenemos jueces que vigilan la ejecución de penas.

12. En el viejo sistemas las policías no estaban debidamente capacitadas ni coordinadas entre sí, actualmente es igual. La Guardia Nacional, además de ser una aspiración aún, pues no saben para qué existen, sólo son una parte de la ecuación, no la solución en si misma como se pretende.

Estos son tan sólo algunos ejemplos que demuestran, sin lugar a dudas, que nuestro régimen de justicia sigue siendo exactamente el mismo que hace 50 años. Con el agravante de que llegó a su límite, es decir, ya no da más. En materia de justicia estamos quebrados.

Si reformar la Constitución y las leyes secundarias garantizando los derechos humanos, si adoptando un procedimiento penal acusatorio, si aumentando las penas para inhibir la comisión de delitos, si creando nuevas policías y Fiscalías no ha sido suficientes para tener un mejor sistema de justicia, ¿Qué fue lo que faltó? Dos cosas básicas que van de la mano, voluntad para lograr el cambio y dinero, mucho dinero.

Legislar por legislar no significa cambio alguno si no va acompañado de un esfuerzo real por darle vida a las leyes. La realidad no se cambia en el Congreso, se cambia en las calles y escritorios todos los días. Requerimos un cambio cultural profundo de respeto a la ley que empieza por quienes procuran seguridad y justicia cotidianamente. Si el ciudadano perdió el respeto por la legalidad, es porque no ve en la autoridad ese culto.

Hablamos de lo más básico, respeto y cumplimiento de la ley. No es una quimera si va acompañada de hechos concretos. Así pues, para cambiar el régimen y hablar de una transformación, debemos empezar por hacer un compromiso sincero, sociedad y gobierno.

Le corresponde al gobierno dar el primer paso poniendo el ejemplo. Pero ojo, ese paso no es firmando pactos en Palacio Nacional, como ya se ha hecho en muchas ocasiones, es con hechos concretos. Me referiré a cuatro de ellos:

1. Diseñar un verdadero plan nacional de seguridad pública y procuración de justicia. Hasta el día de hoy no existe. Por más que se diga, ningún gobierno lo ha conseguido, los esfuerzos han sido aislados, descoordinados.

2. El diseño y ejecución de un plan nacional, debería estar a cargo de gente con sobrada experiencia en temas de seguridad pública y procuración de justicia. No son cargos políticos, son áreas eminentemente técnicas.

3. En el diseño y ejecución del plan nacional, deben crearse espacios para la participación de grupos de la sociedad civil que son muy activos. Hasta ahora, esos grupos analizan indicadores y señalan fallas, pero no saben cómo participar ya que existen limitaciones constitucionales. Recordemos que la seguridad pública y la investigación de los delitos son facultades exclusivas del Estado.

4. Destinar recursos económicos a la seguridad pública y procuración de justicia como nunca se ha hecho en la historia. La figuras del policía y del Ministerio Público deben ser rescatadas. Han sufrido el abandono institucional y social permanentemente. Se les ve desarrollando una actividad vulgar. Requerimos cientos de miles bien preparados técnica y culturalmente. Percibiendo ingresos que les permitan una vida de clase media, como cualquier profesionista. Los recursos presupuestales en seguridad y procuración de justicia debieran ser iguales a los aplicados en salud y educación.

El día que veamos esfuerzos así, juntos, gobierno y sociedad, habremos cambiado el régimen y recobrado el respeto por la ley.

 

Twitter: @borozco16

Benjamín Orozco Manjarrez Benjamín Orozco Manjarrez Abogado especialista en Delitos Fiscales y Financieros. Fue Titular de la Unidad Especializada en Investigación de Delitos Fiscales y Financieros de la Procuraduría General de la República, anteriormente como responsable del área penal del SAT. Abogado postulante (socio fundador) de DDE, defensa de delitos económicos.