ONGs hacen el periodismo investigativo que escasea en la prensa mexicana
El periodismo investigativo ya es labor de las ONGs y asociaciones civiles de México.
En un país en el que la integridad de la prensa es cuestionada por sus vínculos con poderes gubernamentales y empresariales, organizaciones sin fines de lucro y asociaciones civiles se han involucrado cada vez más en la producción de la labor periodística que la mayoría de los medios mexicanos no pueden o no les interesa hacer.
Fundar, Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y el Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) son algunos ejemplos de organizaciones que no son periodísticas pero que publican investigaciones con valor periodístico que son retomadas por los medios del país.
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MCCI, por ejemplo, se describe a sí misma como “una asociación civil sin fines de lucro, comprometida con la consolidación del Estado de Derecho en México”. Es decir, no se considera un medio de comunicación ni una organización dedicada al periodismo.
La asociación, sin embargo, se ha vuelto notoria por sus proyectos de periodismo investigativo. En abril de 2017 publicó una investigación sobre tráfico de influencias por parte de funcionarios de la industrializadora y comercializadora paraestatal de leche, Liconsa.
En septiembre del mismo año publicó en conjunto con Animal Político “La estafa maestra”, una investigación sobre el desvío millonario de recursos estatales y federales a través de una red de universidades públicas y empresas fantasma. Con esta ganó el Premio Ortega y Gasset de Periodismo 2018, creado por el diario español El País.
En #MCCI estamos muy orgullosos que el equipo de #LaEstafaMaestra reciba hoy el Premio de periodismo Ortega y Gasset. Estas investigaciones ayudan a fortalecer nuestra democracia y combatir la corrupción que tanto aqueja a nuestro país. ¡Enhorabuena! pic.twitter.com/DRzjVz2hUD
— MXvsCORRUPCIÓN (@MXvsCORRUPCION) 7 de mayo de 2018
A pesar de no considerarse una organización periodística, el portal de MCCI lista el periodismo como parte de sus labores. Cuenta, además, con una cuadrilla de reporteros que realizan trabajo investigativo. Esta incluye a Daniel Lizárraga, coautor del reportaje “La Casa Blanca de Enrique Peña Nieto”, que obtuvo el Premio Nacional de Periodismo en 2014.
También existe el caso de organizaciones que no usan el término “periodismo” para describir su trabajo pero cuyas investigaciones terminan siendo retomadas por la prensa por su valor noticioso.
La información de “Contar lo bueno cuesta mucho”, un informe acerca del sobregasto en publicidad oficial divulgado por Fundar en septiembre de 2017, fue retomada por varios medios locales y nacionales para elaborar notas periodísticas.
Las ONGs están tomando la iniciativa en investigaciones con valor periodístico
Sucedió lo mismo con “Fideicomisos en México: el arte de desaparecer dinero público”, un informe sobre la opacidad en el manejo de fideicomisos divulgado por Fundar en mayo de 2018.
La labor del Imco, por su parte, es utilizada con frecuencia por la prensa para hacer notas periodísticas. Tal fue el caso del reporte “Pequeños pasos para transformar al sistema de salud”, publicado en mayo de 2018, y del “Índice de Información Presupuestal Municipal”, divulgado en marzo de 2018.
Más allá de México
El panorama mediático mexicano no es el único que ha visto la llegada de ONGs y asociaciones civiles dispuestas a hacer periodismo investigativo.
El fenómeno también se ha hecho presente con organizaciones de talla internacional como Human Rights Watch (HRW) y Greenpeace, además de con asociaciones activistas de Estados Unidos, según señala el Columbia Journalism Review (CJR), una revista especializada en periodismo publicada por la Universidad de Columbia, en Nueva York.
“Mientras la fragmentación del panorama mediático continúa y diversos medios ven cada vez más difícil costear investigaciones ambiciosas, ONGs y grupos de activistas se encuentran tomando con mayor frecuencia el rol de reporteros, divulgando noticias y en ocasiones ayudando a cambiar políticas públicas”, indicó CJR en un artículo publicado el 15 de junio de 2018.
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La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU por sus siglas en inglés), por ejemplo, publicó en mayo de 2018 un reportaje sobre la venta de tecnología de reconocimiento facial por parte de Amazon a gobiernos estatales del país.
“Contamos con la experiencia legal y en políticas públicas como para armar este tipo de historias [...] No es del todo distinto a tener un reportero con mucho colmillo”, dijo Terry Tang, director editorial de la ACLU, en entrevista para CJR.
Watch how Amazon’s collaboration with law enforcement on facial recognition can make sci-fi police states a reality: pic.twitter.com/Ntqkpmq3sc
— ACLU (@ACLU) 23 de mayo de 2018
La rama inglesa de Greenpeace, por su parte, fundó en 2012 un portal llamado Unearthed en el que publica investigaciones periodísticas sobre energía y cambio climático.
“Mientras compañías tradicionales de medios despiden reporteros y editores a diestra y siniestra, las organizaciones cuasi-periodísticas se encuentran cubriendo algunos de estos vacíos noticiosos ya que tienen el personal suficiente y cuentas bancarias amplias”, explicó CJR en su artículo.
El problema de la transparencia
Las ONGs no están libres de escrutinio, y menos aún cuando se adentran en territorio periodístico.
A pesar de que su labor investigativa puede resultar tan útil como un buen reportaje, esta llega a verse cuestionada en el caso de algunas organizaciones que proporcionan poca información sobre su financiamiento.
ONGs como Greenpeace han armado sus propios proyectos periodísticos
Tanto ONGs como asociaciones civiles están pasando por una “crisis de credibilidad” derivada en buena medida de la opacidad respecto al origen del dinero que reciben, según un estudio publicado en 2017 por la revista académica The British Journal of Politics and International Relations.
“En las últimas décadas se ha visto un incremento en el escepticismo hacia las ONGs, particularmente con las transformaciones que han sufrido respecto a su tamaño, profesionalismo y relevancia política. La agenda de la responsabilidad, que enfatiza la transparencia y la vigilancia por parte de terceros, ha tomado impulso como un método para resolver esta crisis”, señala el estudio.
A la falta de transparencia se añade el hecho de que estas organizaciones tienen una agenda propia y con frecuencia distinta de la de medios y periodistas.
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Dentro de su artículo, CJR hace hincapié en que “la naturaleza de estos grupos no es fundamentalmente periodística. Aunque pueden parecer y comportarse como organizaciones de medios, son grupos activistas y tienen una agenda explícita; buscan producir un impacto”.
El Barómetro de Confianza 2018 publicado por la firma de análisis Edelman señala que públicos informados han perdido confianza en las ONGs. No obstante, el público en general sigue confiando más en estas que en las empresas, los gobiernos y los medios.
NOTA EDITORIAL: Arena Pública ha utilizado reportes, informes e investigaciones hechos por ONGs y asociaciones civiles para la elaboración de sus notas periodísticas.
MÁS INFORMACIÓN: Advocates are becoming journalists. Is that a good thing?, Columbia Journalism Review, 15 de junio de 2018