Uber, Airbnb acogen a excluidos laborales, pero amplían su desigualdad
La innovación ha disfrazado bien a la precariedad laboral.
Mujeres, jóvenes, migrantes, han sido acogidos por las llamadas economías colaborativas, la ola de plataformas laborales en línea que sirven como intermediarias entre usuarios y prestadores de servicios surgidas en la última década: Uber, Airbnb, Aliada, entre muchas otras.
Los horarios flexibles y la exigencia mínima de cualificaciones atraen a aquellos que cuentan con atributos menos favorables para la inclusión laboral, para quienes los gobiernos suelen tener escasas opciones.
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Es el caso de Edwin y José, centroamericanos que huyeron a México desde Honduras y El Salvador por amenazas de pandillas y el crimen organizado, actualmente se ganan la vida como choferes de Uber, dos casos documentados por el portal Animal Político.
Sin embargo, la nueva modalidad de empleo también es una fuente adicional de desigualdad para los excluidos laborales que las toman como opción ya que no ofrecen seguridad social y deshabilitan las formas de negociación colectiva.
Así, agravan la situación laboral en América Latina porque se suman a las categorías informales y con condiciones estructuralmente precarias que proliferaron entre 2016 y 2017 por la contracción de las economías en la región, explica Marta Novick, consultora de la división de Desarrollo Social de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
A Uber le falta ofrecer una forma de seguridad social a quienes trabajan con su aplicación
Las plataformas intermediarias en línea han crecido significativamente aunque todavía no representan un porcentaje sustancial de la oferta total. En Estados Unidos el 0.5% de los trabajadores proveía servicios a través de estas en 2015; mientras que 1% recibió ingresos al menos un mes por este medio entre octubre de 2012 y septiembre de 2015, señala la autora.
Uber, Airbnb, Aliada, entre otras, hacen necesario rediseñar el sistema de seguridad y protección social “en la medida que se trata de una nueva economía, o al menos de situaciones muy novedosas, el conjunto de sistemas y regulaciones diseñados para modelos anteriores de producción y trabajo dejarán de tener efectividad”, asegura Novick, autora del análisis “El mundo del trabajo, cambios y desafíos en materia de inclusión”.
Las plataformas de intermediarios en línea deshabilitan los instrumentos o instituciones que propician una mayor equidad laboral como la negociación colectiva que brinda poder de asociación, el salario mínimo o la inspección del trabajo, dado lugar a que predominen los acuerdos y pactos individuales por sobre los colectivos.
Estas nuevas formas de trabajo obligan a rediseñar el sistema de seguridad y protección social
No obstante, en respuesta se han generado iniciativas para que los trabajadores tengan acceso a la libertad de asociación y negociación colectiva.
En Seattle, por ejemplo, los trabajadores de servicios de transporte en condición de contratistas independientes están organizados mediante una asociación de conductores que funciona con una aplicación tecnológica. Exconductores de Uber crearon una aplicación llamada Swift que funciona como una cooperativa con reparto de utilidades.
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“El desenlace de varias de estas iniciativas sindicales sigue siendo incierto, ya que lleva a cuestionar si los trabajadores en las ocupaciones transitorias se categorizan como trabajadores contratados o como contratistas independientes y, por ende, si como contratistas independientes tienen restricciones legales para acceder al derecho de formar sindicatos,” dice Novick.
En tanto, con o sin prestaciones y derechos sindicales las economías colaborativas seguirán como una opción laboral para quienes de otra forma estarían desempleados.
MÁS INFORMACIÓN: El mundo del trabajo, cambios y desafíos en materia de inclusión, Marta Novick, ONU-Cepal, 2018.