Crisis de agua en Zacatecas por uso ineficiente en siembras de maíz y frijol
En el patio de María hay dos tambos llenos de agua.
La llave que conecta a los tinacos permanece abierta en espera de que caiga agua, cuando la escuche, sabrá que ese día hay servicio y entonces podrá lavar.
Hace apenas dos años el abasto aún era continuo, entre 2006 y 2010 llegaron a vivir en su casa 12 personas y nunca faltó el agua, pues uno de sus ingresos es la renta de cuartos.
La ama de casa de 65 años vive en la calle San Luis, una de las que suben al emblemático cerro de la Bufa en la zona centro de la capital, junto con sus dos hijas y dos nietas.
María Méndez no sabe por qué disminuyó el suministro, pero tiene claras las fechas en que lo hizo. A mediados de 2016 comenzaron los tandeos, el agua llegaba cada tercer día de forma segura, recuerda.
Pero desde octubre de 2017 “empezó a faltar en gran cantidad”, ahora le abastecen dos o tres veces por semana, pero no sabe qué días, “puede llegar el lunes y luego hasta el jueves por decir algo”. En los últimos dos meses se ha quedado sin agua hasta tres o cuatro días seguidos.
“En el centro de Zacatecas el agua se trasmina, hay mucha humedad y fugas, mientras eso no se arregle seguirá faltando” dice María, es lo que sabe sobre la disminución del suministro y lo que se ha comentado entre vecinos. Los tandeos han presionado a su familia a cambiar de hábitos.
Sofía, su nieta de siete años, comenta que una vez tuvo que bañarse a “jicarazos” y que ahora cuando se ducha junta el agua que cae de la regadera para echarla a la taza después de “hacer del baño”, su abuela aprovecha el resto del líquido para regar los rosales.
Su hija, Yeymy de 37 años, se queja de que este año no pudo instalar en el patio una alberquita para que sus hijas se refrescaran durante el verano “nos hubiéramos quedado sin agua”, dice.
“Sin agua uno no puede hacer nada” asegura María.
Producción de maíz y frijol desata crisis imperceptible
Ha comenzado a escasearse el agua en la ciudad.
“Existe una crisis y la gran mayoría de la población local no tiene conciencia de ello”, dice Víctor Tetreault, docente e investigador de la Universidad Autónoma de Zacatecas, quien ha estudiado los diversos problemas alrededor del suministro del agua en la zona conurbada.
La capital de Zacatecas y los municipios aledaños sólo tendrán agua durante 10 años más, aseguró a un medio local Víctor Rentería López, quien fuera director de la Junta Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado de Zacatecas (Jiapaz) hasta noviembre de 2017.
La producción de alimentos con base en técnicas de riego es una de las principales causas de la escasez, aunque no la única. Una paradoja en un estado donde 9 de cada 10 hectáreas sembradas dependen de la lluvia, es decir, son de temporal y no absorben una gota de agua de los acuíferos y presas.
Entre 60% y 70% de las hectáreas de riego en Zacatecas utilizan la técnica de gravedad y desperdician 65 litros por cada 100 que bombean.
De un millón y medio de hectáreas de siembra, alrededor de 135 mil se llevan el 80% del agua de los acuíferos del estado, 10% se destina a consumo humano y el resto a uso industrial y otros.
Este desequilibrio no solo es propio de Zacatecas, sino a nivel mundial y de todo el país, dijo Francisco Echavarría, investigador del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), delegación Zacatecas.
El problema es que entre 60% y 70% de las hectáreas de riego utilizan la técnica más ineficiente que existe, la de riego por gravedad -que distribuye el agua a través de un surco en la parcela- aproximadamente 80 mil hectáreas donde se siembra maíz, frijol y alfalfa, principalmente.
Si la técnica es bien usada de cada 100 litros 60 se desperdician ya sea porque se evaporan o se filtran y solo 40 llegan a la parcela, pero en realidad el promedio de eficiencia anda en 35 de cada 100 litros y 65 desperdiciados, explica el experto del Inifap.
Las hectáreas de riego son las que más agua consumen, pero también las que sostienen la producción. El 60% del valor de producción en Zacatecas proviene de la siembra por riego, mientras que el 90% de la tierra de temporal aporta el restante 40%.
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Dado el alto volumen de agua que la agricultura extrae del acuífero Calera, el ineficiente uso del agua en más de la mitad de las hectáreas de riego es una de las principales causas de su sobreexplotación y por tanto de la escasez en la capital.
El acuífero Calera tiene un déficit de 80.5 millones de metros cúbicos anuales, cuenta con un volumen concesionado de 163 millones de m3 y una recarga de apenas 83.9 millones de m3, de acuerdo con la disponibilidad media anual más reciente publicada en el Diario Oficial de la Federación en 2015.
En menos de una década el déficit del acuífero Calera se profundizó en 12.75 millones de m3.
Pues en 2009 era de 67.75 millones de m3 con un volumen concesionado de 150 millones de m3.
La demanda agrícola supera en 117% a la recarga natural del acuífero Calera de acuerdo con el Proyecto para la Sustentabilidad Hídrica Visión 2030 del Estado de Zacatecas.
Actualmente el agua se extrae a una profundidad de 350 metros en el acuífero, la cavidad comprende diferentes profundidades que pueden llegar hasta los 500 metros, pero cada año el bombeo baja de uno a cinco metros, señala Echavarría.
Zacatecas es el 1° productor de frijol a nivel nacional, la marca que le da orgullo también le arrebata el agua a sus ciudadanos por el uso de técnicas de riego altamente ineficientes.
El acuífero Calera y Chupaderos son dos de los más sobreexplotados de la zona hidrográfica Cuencas Centrales del Norte, abarca 2 mil 087.6 kilómetros y se ubica entre siete municipios: Enrique Estrada, Morelos, Calera, Fresnillo, Pánuco, Veta Grande y Zacatecas, que representan alrededor de 60% de la población del estado.
La sobreexplotación del acuífero Calera no es ninguna novedad, comenzó a percibirse desde 1960, año en que las autoridades impusieron una veda por municipios que nunca se respetó.
El acelerado ritmo de cambio de uso de suelo entre 1970 y 1990 agravó la sobreexplotación. Durante tres décadas que comenzaron en 1974 la zona del acuífero Calera cambió de pastizal a uso agrícola a razón de mil hectáreas por año, de acuerdo con un estudio del Inifap. La transformación vino aparejada con la iniciativa de grupos de productores por perforar pozos.
Supervisión de papel
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) no tiene control sobre el volumen de agua que cada concesionario extrae por una razón muy sencilla, carece de datos precisos.
La información que maneja sobre la recarga y la salida de agua son estimaciones que obtiene a partir de un balance hídrico, pero desconoce el detalle exacto de la cantidad de metros cúbicos que se extraen de cada pozo, así como la distribución espacial de la extracción por municipios, detalla el investigador del Inifap, Francisco Echavarría.
La manera indirecta de saber cuánta agua gasta un pozo es lo que paga de luz al año, ya que por el agua no se cobra, sino por el recibo de electricidad, porque ese si es preciso, explica.
El detalle es que entre 25% y 50% de los pozos asociados a los acuíferos de Calera, Benito Juárez y Bañuelos no tienen medidores, documentó el investigador de la UAZ, Víctor Tetreault en el artículo “El camino suave del agua”.
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Conagua exige a todos los productores llevar un control del agua que consumen a través de los medidores, cada uno debe llevar el balance y subirlo a una página web.
“Pero una cosa es que lo exija y otra que lo hagan […] la verdad yo no tengo información de que lo hagan muy comúnmente”. El agua debe vigilarse más, pero las visitas de supervisión de la Conagua no son tan comunes, se hacen de manera esporádica porque implican una gran cantidad de recursos, para revisar y regular los pozos se necesitaría un ejército de personal, comenta Echavarría.
El reto de la Conagua para tener un mejor control del agua que se extrae de los pozos es tener una revisión telemétrica, es decir, verificar en tiempo real el uso del agua en cualquier computadora, pero actualmente no tiene capacidad para corroborar que los productores lleven bien su balance, en tiempo y forma y con datos verídicos, señala Cruz González García, subdirector del Área Técnica.
Tan solo en el acuífero Calera hay alrededor de 5 mil pozos, si el personal de la Conagua trabajara sin descanso los 365 días del año podría revisar 13 por día una vez por año, pero le restaría revisar los que se ubican en los otros 33 acuíferos que atraviesan el estado.
La delegación Zacatecas de la Conagua cuenta con tres inspectores para todo el estado, en promedio realizan 450 visitas para un total de 16 mil pozos en los 34 acuíferos, es decir, supervisan menos de 3% del total, de acuerdo con González García.
Las multas para un productor que no tiene medidores ascienden a 100 mil pesos, la Conagua también los puede sancionar con la cancelación de la concesión, pero para llegar a esta amonestación debe comprobarse que la infracción se cometió de forma reiterada, un escenario complejo a decir de los niveles de supervisión.
El problema a final de cuentas se reduce a que Conagua no tiene el presupuesto que tenía en los 50 o 60 cuando llegaba hasta 15% del Producto Interno Bruto, actualmente sus recursos equivalen a menos de 1%, señala Echavarría.
Soluciones complejas
En México no hay normas que condicionen el servicio de agua a su uso eficiente, una vez que los productores la extraen de los pozos administran el agua como mejor les conviene.
La solución más obvia para aminorar la sobreexplotación de los acuíferos es migrar la producción con riego por gravedad a técnicas por goteo, aspersión o cintilla que tienen un 85% de eficiencia, es decir, solo desperdician 15 de cada 100 litros que bombean de los pozos, pero su instalación es costosa, requiere de trabajos de ingeniería y además es temporal.
Conagua exige a los productores llevar un control del agua que consumen a través de los medidores, pero en la práctica pocos lo hacen.
Una segunda opción es la reconversión de hectáreas a cultivos que utilicen la menor cantidad de agua posible. Hacia 2012 Conagua propuso la reconversión de frijol a canola, pero no había mercado para la planta.
Las propuestas de reconversión deben estar ligadas al mercado para ofrecerle al productor lo mismo que ganaba antes, por eso no son tan sencillas. Los nopalitos casi no gastan agua, aprovechan bien la lluvia y utilizan riego suplementario, pero no tienen un mercado grande, en cambio la alfalfa, que gasta mucha agua "y no tienen nada que hacer en Zacatecas" es muy buena para generar dinero por la alta demanda de forrajes, explica Francisco Echavarría, investigador del Inifap.
Para disminuir la sobreexplotación que proviene de la producción agrícola la Conagua trabaja en una estrategia para volver a levantar la veda que existió en los años 60, junto con una reglamentación para lograr un equilibrio entre la extracción y la recarga.
Al momento se tiene listo el estudio técnico justificativo, pero está en revisión jurídica, ahí se incluirán los procesos para lograr la disminución de la extracción que tendrían que ser consensuados con los usuarios del agua antes de ser publicado en el Diario Oficial de la Federación, explica Cruz González García, subdirector del área Técnica de la Conagua en Zacatecas.
Pozos secos, cuestión de tiempo… y topografía
Los productores están cavando su propia tumba, sin técnicas eficientes para utilizar el agua, en los próximos años la escasez de agua será una cuestión de topografía.
“El destino si va a alcanzar a algunos lugares […] hablando del acuífero Calera se van a ir secando los pozos eso es definitivo, y afectarán sobre todo a los agricultores”, asegura el investigador del Inifap.
“En 10 años van a empezar a fallar 50% de los pozos”, advirtió a un medio local Benjamín de León Mojarro, presidente de la Asociación Mexicana de Hidráulica (AMH), exdelgado estatal de la Conagua y hoy director general de Jiapaz, en abril de 2017.
El acuífero Calera tiene zonas de 500 metros de profundidad, otras de 200 y algunas más pegadas a los cerros que no tienen profundidad.
Los pozos ubicados sobre zonas poco profundas del acuífero Calera serán los primeros en secarse, si además se topan con roca impermeable hasta ahí llegaron y ya hay casos así, uno de ellos es la escuela veterinaria que se quedó sin agua, simplemente se secó, confirma Echavarría.
Ubicación de tres de los principales acuíferos de Zacatecas. (Imagen: Inifap)
Determinar en cuanto tiempo se secarán los pozos es complejo, hay productores que bombean el agua a 150 metros de profundidad y tienen disponibilidad de agua hasta los 200 metros ¿en cuánto tiempo se van a acabar el agua contenida en 50 metros? Eso depende de la velocidad con que la gasten; hay otros que están extrayendo agua a una profundidad de 120 metros y tienen agua hasta 500 metros, explica el investigador.
Para los zacatecanos la consecuencia no será la falta total de agua, sino la disminución de su calidad, pues mientras se saque de zonas más profundas mayor carga de minerales tendrá.
En las zonas más profundas del acuífero Calera el agua difícilmente se va a acabar, pues no está aislado, recibe agua de otros acuíferos, una recarga que le asegura cierta permanencia, señala Francisco Echavarría.
Presa Milpillas ¿la solución en puerta?
En septiembre de 2015 Miguel Alonso Reyes, entonces gobernador de Zacatecas, anunció la construcción de un megaproyecto hidráulico que solventaría los problemas de escasez de agua y daría paso a la recuperación de los acuíferos sobreexplotados.
Sobre el río Milpillas, ubicado en el municipio de Jiménez del Teul -a 200 kilómetros al noroeste de la capital- se plantea la construcción de una cortina para desviar alrededor de 40 millones de metros cúbicos de agua hasta la región centro para abastecer a Fresnillo, Enrique Estrada, Calera, Zacatecas y Guadalupe durante los próximos 50 años.
La presa Milpillas ha sido pensada para abastecer a la población urbana y al sector industrial, no a la agricultura de riego.
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“Si el proyecto se logra el agua urbana estaría asegurada durante mucho tiempo, el proyecto es fundamental para sostener el flujo, aseguraría el agua urbana y sobraría agua para apoyar los otros usos”, afirma Echavarría.
“Aunque la obra eliminará por completo la necesidad de extraer agua subterráneos para el consumo público urbano e industrial, los acuíferos de la región seguirán siendo sobreexplotados debido a que las actividades agropecuarias por sí solas consumen más agua que la disponible”, opina en contraposición el académico de la UAZ, Víctor Tetreault.
El exgobernador Alonso Reyes no pudo comenzar la obra y la heredó a su sucesor, Alejandro Tello Cristerna, quien ha tenido que lidiar con cuestionamientos por parte de los legisladores de oposición por el gasto público y la inversión privada que implicará.
En noviembre inició el proceso de licitación para la presa Milpillas que tendrá un costo de 5 mil 700 millones de pesos y que pretende arrancarse en 2018.
MÁS INFORMACIÓN: Actualización de la disponibilidad media anual de agua subterránea en el acuífero Calera, Conagua, 28 de agosto de 2009.