Tom Brady: mesa para uno
Hace 10 meses cuando Tom Brady anunció su salida de los Patriotas de Nueva Inglaterra era sencillo pensar que al desvincularse de la franquicia y el entrenador con los que ganó 6 campeonatos, su carrera tomaría un rumbo mucho menos glorioso. El quarterback más ganador de la historia llegaba con 42 años a un nuevo equipo, el cual sabíamos que lo iba a convertir en uno mucho más competitivo, pero que difícilmente estaría peleando por el título como lo hacía año con año en Foxborough.
Los motivos de su salida de Nueva Inglaterra parecían estar muy claros, más aún cuando se supo que su destino era Tampa Bay. Un cambio de aires para sus últimos años como profesional, en una ciudad con mejor clima y con un contrato mucho más atractivo. En cuanto a los motivos deportivos la conclusión a la que comúnmente se llegaba era una simple pregunta: “¿Qué más tiene que ganar Tom Brady?”
Quienes nos hicimos esa pregunta y minimizamos las razones competitivas de la decisión, caímos en un grave error. Como si se nos hubiera olvidado por completo de quién estábamos hablando. Un tipo con un gen ganador que sólo un grupo muy privilegiado de atletas llega a tener y que cada decisión que toma está 100% fundamentada en encontrar el camino hacia una nueva victoria.
Y es que siempre, y ahora más que nunca, han sobrado motivos para halagar la carrera del número 12. Sin embargo, como en toda historia de éxito es común que se minimice de una u otra forma el mérito del protagonista. Si la figura de Bill Bellichik tenía más peso en los títulos con los ‘Pats’, si las grandes defensivas con las que contó Brady eran más determinantes que él mismo o si la mediocridad de una división como la AFC Este le facilitaba el camino año con año a los playoffs.
Por supuesto, las dudas en torno a su legado no existen, ni existirán más. Como todo gran atleta las disipó en la cancha, llevando a un equipo no favorito en sus tres enfrentamientos de postemporada, incluyendo el Súper Bowl, a pasarle por encima a sus rivales. Con 43 años, en uno de los deportes profesionales más demandantes físicamente que hay y con una inteligencia emocional que sólo alguien con su trayectoria es capaz de llevar a cabo durante una temporada.
Se nos acabaría la tinta y el papel para deshacerse en halagos sobre la figura de Tom Brady. Un atleta tocado por los dioses, que se sienta en su propia mesa y que difícilmente alguien lo llegue a acompañar.